Revista Cultura y Ocio
Walter Brennan y Gary Cooper se vieron por vez primera en 1926, cuando ambos trabajaban como extras en el cine mudo. Más adelante compartieron cartel en “Noche nupcial”, “El vaquero y la dama” y “El forastero”, estrechando ya una amistad que se consolidaría aún más al volver a coincidir posteriormente en “Juan Nadie”, “El sargento York”, “El orgullo de los Yankees” y “Puente de mando”. Sobre su química en la pantalla… no es necesario añadir más, ¿verdad?
Se conocieron en los años 50 como estudiantes en el Old Vic Theatre de Londres. En la gran pantalla coincidieron en “Una habitación con vistas”, “Té con Mussolini”, “La última primavera”, “El exótico Hotel Marigold” y “El nuevo exótico Hotel Marigold”. Judi Dench y Maggie Smith han sido amigas durante 60 años y quienes las conocen dicen que verlas juntas es un auténtico regalo… Nos lo creemos.
James Garner y Steve McQueen iniciaban su amistad en “La gran evasión” al compartir, entre otras cosas, una misma pasión por los coches de carreras. Garner rodaba después “Gran Prix” y McQueen “Las 24 horas de Le Mans”.
Bette Davis y Olivia De Havilland trabajaron juntas por última vez en 1964 en “Canción de cuna para un cadáver”. Para entonces ya eran buenas amigas, de hecho fue Bette quien propuso a Olivia para esta película. Ya antes habían compartido cartel en títulos como “Es amor lo que busco”, “La vida privada de Elizabeth y Essex” y “Como ella sola”.
Durante el rodaje de “El hombre que pudo reinar” (1975), Sean Connery y Michael Caine entablaban una amistad que se fue afianzando con los años. En 1977 ambos formaban parte del sensacional reparto de “Un puente lejano” y en 1989 entregaban el Oscar al mejor actor secundario (Kevin Kline) a través de una de las presentaciones más simpáticas (Bond, James Bond) de los Premios de la Academia.
“Un lugar en el sol” supuso la primera interpretación dramática de Elizabeth Taylor así como su primer título cinematográfico junto a Montgomery Clift, al que ella admiraba por su seriedad como actor y por haberse leído la novela en la que se basaba dicha película. Monty ayudó a Liz en la composición de su papel, se hicieron amigos para toda la vida y, más adelante, compartieron de nuevo cartel en “El árbol de la vida” y “De repente, el último verano”.
“Sin perdón” (1992) supuso el inicio del trabajo conjunto de Morgan Freeman y Clint Eastwood, que se completaba después con “Million Dollar Baby” e “Invictus” a un tiempo que se estrechaba su amistad y se agudizaba su maravillosa compenetración.
David Niven y Laurence Olivier coincidieron en 1939 en “Cumbres Borrascosas” y, a pesar de enamorarse ambos de la misma mujer, en la ficción se entiende, iniciaron entonces una amistad que perduraría a lo largo de los años.
En 1932, Henry Fonda y James Stewart compartían en Manhattan un apartamento. Después, en Hollywood, una casa alquilada en la que pasaban noches enteras intercambiando monosílabos y enfrascados en su actividad favorita: hacer maquetas de aviones. Más adelante rodaron cuatro títulos juntos: “Una encuesta llamada milagro”, “La conquista del Oeste”, “Los malvados de Firecreek” y “El club social de Cheyenne”. Su larga amistad, como su química en la pantalla, fue pura magia.
La amistad entre Ian McKellen y Patrick Stewart surgió tras filmar “X-Men”, McKellen como Magneto y como Xavier, Stewart. A la pregunta de por qué se llevan tan bien, contesta Ian: “Somos la misma persona. En realidad, somos el mismo actor. Hemos tenido la misma carrera, en serio. Así que somos compañeros, iguales; no rivales”… Pues eso.
Cary Grant y Katharine Hepburn coincidían por vez primera en la gran pantalla en “La gran aventura de Sylvia” (1935). Después llegarían “La fiera de mi niña”, “Vivir para gozar” e “Historias de Filadelfia”. Él era acróbata y ella también hacía sus acrobacias, nunca quiso un doble.
Vivien Leigh y Maureen O’Sullivan se conocieron en el colegio londinense al que fue enviada Vivien a los seis años de edad. Maureen era dos años mayor y pronto se hicieron buenas amigas. En 1931 Vivien veía actuar a Maureen y decidía hacerse actriz. Y en 1938 coincidían en el reparto de “Un yanqui en Oxford”.
Trabajando de acomodadora con el fin de pagarse los estudios, Lauren Bacall conocía a Gregory Peck, iniciándose pronto entre ellos una amistad que se fue haciendo cada vez más estrecha. En 1957 protagonizaban juntos “Mi desconfiada esposa”, primer título de Bacall tras la muerte de Boggie.
En 1968 se conocían Paul Newman y Robert Redford al ser presentados en Nueva York por George Roy Hill. El estudio no quería a Redford como Sundance para “Dos hombres y un destino” pero Paul intercedía firmemente por él. Juntos saltaron por un precipicio, robaron bancos, asaltaron trenes en marcha, dieron algún que otro golpe… Y, claro, se hicieron amigos. Ay.
Mary Pickford y Lillian Gish eran amigas desde su más tierna infancia. Cuando Pickford empezó a despuntar como intérprete cinematográfica, presentó a Lillian y a Dorothy (la otra hermana Gish) a David Wark Griffith. El resto es ya historia del cine.
Se conocieron en los años 50 como estudiantes en el Old Vic Theatre de Londres. En la gran pantalla coincidieron en “Una habitación con vistas”, “Té con Mussolini”, “La última primavera”, “El exótico Hotel Marigold” y “El nuevo exótico Hotel Marigold”. Judi Dench y Maggie Smith han sido amigas durante 60 años y quienes las conocen dicen que verlas juntas es un auténtico regalo… Nos lo creemos.
James Garner y Steve McQueen iniciaban su amistad en “La gran evasión” al compartir, entre otras cosas, una misma pasión por los coches de carreras. Garner rodaba después “Gran Prix” y McQueen “Las 24 horas de Le Mans”.
Bette Davis y Olivia De Havilland trabajaron juntas por última vez en 1964 en “Canción de cuna para un cadáver”. Para entonces ya eran buenas amigas, de hecho fue Bette quien propuso a Olivia para esta película. Ya antes habían compartido cartel en títulos como “Es amor lo que busco”, “La vida privada de Elizabeth y Essex” y “Como ella sola”.
Durante el rodaje de “El hombre que pudo reinar” (1975), Sean Connery y Michael Caine entablaban una amistad que se fue afianzando con los años. En 1977 ambos formaban parte del sensacional reparto de “Un puente lejano” y en 1989 entregaban el Oscar al mejor actor secundario (Kevin Kline) a través de una de las presentaciones más simpáticas (Bond, James Bond) de los Premios de la Academia.
“Un lugar en el sol” supuso la primera interpretación dramática de Elizabeth Taylor así como su primer título cinematográfico junto a Montgomery Clift, al que ella admiraba por su seriedad como actor y por haberse leído la novela en la que se basaba dicha película. Monty ayudó a Liz en la composición de su papel, se hicieron amigos para toda la vida y, más adelante, compartieron de nuevo cartel en “El árbol de la vida” y “De repente, el último verano”.
“Sin perdón” (1992) supuso el inicio del trabajo conjunto de Morgan Freeman y Clint Eastwood, que se completaba después con “Million Dollar Baby” e “Invictus” a un tiempo que se estrechaba su amistad y se agudizaba su maravillosa compenetración.
David Niven y Laurence Olivier coincidieron en 1939 en “Cumbres Borrascosas” y, a pesar de enamorarse ambos de la misma mujer, en la ficción se entiende, iniciaron entonces una amistad que perduraría a lo largo de los años.
En 1932, Henry Fonda y James Stewart compartían en Manhattan un apartamento. Después, en Hollywood, una casa alquilada en la que pasaban noches enteras intercambiando monosílabos y enfrascados en su actividad favorita: hacer maquetas de aviones. Más adelante rodaron cuatro títulos juntos: “Una encuesta llamada milagro”, “La conquista del Oeste”, “Los malvados de Firecreek” y “El club social de Cheyenne”. Su larga amistad, como su química en la pantalla, fue pura magia.
La amistad entre Ian McKellen y Patrick Stewart surgió tras filmar “X-Men”, McKellen como Magneto y como Xavier, Stewart. A la pregunta de por qué se llevan tan bien, contesta Ian: “Somos la misma persona. En realidad, somos el mismo actor. Hemos tenido la misma carrera, en serio. Así que somos compañeros, iguales; no rivales”… Pues eso.
Cary Grant y Katharine Hepburn coincidían por vez primera en la gran pantalla en “La gran aventura de Sylvia” (1935). Después llegarían “La fiera de mi niña”, “Vivir para gozar” e “Historias de Filadelfia”. Él era acróbata y ella también hacía sus acrobacias, nunca quiso un doble.
Vivien Leigh y Maureen O’Sullivan se conocieron en el colegio londinense al que fue enviada Vivien a los seis años de edad. Maureen era dos años mayor y pronto se hicieron buenas amigas. En 1931 Vivien veía actuar a Maureen y decidía hacerse actriz. Y en 1938 coincidían en el reparto de “Un yanqui en Oxford”.
Trabajando de acomodadora con el fin de pagarse los estudios, Lauren Bacall conocía a Gregory Peck, iniciándose pronto entre ellos una amistad que se fue haciendo cada vez más estrecha. En 1957 protagonizaban juntos “Mi desconfiada esposa”, primer título de Bacall tras la muerte de Boggie.
En 1968 se conocían Paul Newman y Robert Redford al ser presentados en Nueva York por George Roy Hill. El estudio no quería a Redford como Sundance para “Dos hombres y un destino” pero Paul intercedía firmemente por él. Juntos saltaron por un precipicio, robaron bancos, asaltaron trenes en marcha, dieron algún que otro golpe… Y, claro, se hicieron amigos. Ay.
Mary Pickford y Lillian Gish eran amigas desde su más tierna infancia. Cuando Pickford empezó a despuntar como intérprete cinematográfica, presentó a Lillian y a Dorothy (la otra hermana Gish) a David Wark Griffith. El resto es ya historia del cine.
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