Una entrada recopiladora de cosillas que han ido apareciendo aquí y allá. Algunas tan cercanas y personales que hasta dan algo de pudor:
“2.El género como vía para hablar de otras cosas: de soledad, de alienación, de pérdida y perdón..
Hay formas y formas de contar historias. Uno puede quedarse en el susto o la emoción fácil, y ya está, y pasas un buen rato. También puedes escribir metáforas sobre las cosas que te preocupen en ese momento usando el género. Creo que lograr el equilibrio entre las dos cosas es la forma de contar una buena historia. Si hablas sobre la soledad y solo sobre la soledad, no estás haciendo género, es otra cosa. Tomemos mi clásico del cine favorito, “La Cosa” de Carpenter. Sí, es una historia con bichos y tripas voladoras. Pero también trata de la desconfianza del ser humano, de la paranoia. Y te puedes quedar en ver monstruos o reflexionar sobre esos temas.
4.Uno de los aspectos que más me ha gustado es el carácter elíptico de la narrativa
Muchas gracias. Como sabréis, ese tipo de narración no es ajena a las historias kaidan. Teníamos que crear una historia de terror con un límite de páginas muy preciso, y narrarlo así crea una especie de entorno cerrado, casi onírico. Para contar miedo, uno ha de volverse íntimo con el lector e intentar que se concentre en lo que sucede, en inducirle a rellenar los huecos entre lo que ocurre en acciones que, por otra parte, son muy similares.
5.Incidiendo en la narración, es notable el recurso al “montaje paralelo” de acciones, haciéndolas converger en la misma página. Una solución muy elegante, muy limpia y a la vez muy dramática.
¡Y que ahorra espacio! Tanto en la escena de Alan y Masami en el primer número, como en la de Alan y Ryoko en el último, teníamos muy claro que debíamos poner ese montaje paralelo que solo puedes crear en el tebeo. Están las viñetas como elementos, está la acción que puedes leer de diferentes formas, y detalles que juegan con el lector sin romper el cuarto muro. Como por ejemplo, me parece fascinante cómo Gabriel dibujó a Alan con Masami ahorcada en la viñeta al lado. Son dos contextos diferentes, pero son uno. Parece que incluso la está mirando. A la hora de escribirlo, me gustaba la idea de darle un ritmo de tambor taiko. Sucesiones rápidas, iguales, y de repente, paf. Una viñeta de página completa. El gran golpe en el tambor.”
Por otro una dupla de novedades en DVD en Cinearchivo. Ceremonia sangrienta, que es un reciclaje de un antiguo artículo aparecido originalmente en la esbilla y la formidable edición que versus entertainmante ha realizado del cult-classic The fast and the furious, una joyita cincuentera co-dirigida por el gran actor John Ireland y en la cual el no menos esencial Roger Corman se ocupó del guión, parte de la producción e incluso de la segunda unidad. Esta película volverá en breve por aquí con un tratamiento más extenso, al estar el pack redondeado no solo por un excelente libreto bipartito al cargo de Israle Paredes Badía y Tonio L. Alarcón, si no al incluirse, a modo de complemento, una segundo título que no es tratado en esta reseña original: Hot Rod Girl, una producción AIP sobre ruedas dirigida por Leslie H. Martinson en 1956:
Ceremonia sangrienta:FichaFilm.asp?IdPelicula=71335
“(…) la interpretación en clave sociopolítica y verista de la infame Condesa Bathory en particular y de la mitología vampírica en general. Para este objetivo, sancionador de la superchería, analítico con la antropología folklórica y finalmente desmitificador aunque no por ello menos terrorífico (incluso más ya que al extirpar ese elemento incontrolable lo que queda es una exposición de maldad puramente humana), Grau pone en juego un ambiguo dispositivo que se sirve de la cruenta historia de un dúo de nobles psicópatas que sangran, literalmente, a los aldeanos de sus dominios para saciar su sed de juventud/perpetuación o su lujuria homicida, siendo el personaje de Espartaco Santoni tomado por un no muerto debido a que tras sus crímenes queda cataléptico. La película tiene en este planteamiento conceptual, explicativo, racionalista e ideologizado, a la vez su mayor rasgo de originalidad y su principal lastre (algo hay de exceso de importancia, de una ambición lícita que termina por rayar en lo pretencioso a fuerza de querer desmarcarse), pero Grau lo supera en virtud de un trabajo visual y atmosférico rebosante de represión sexual en ebullición, romanticismo morboso y abominaciones morales que tienen su corolario en la turbia (y muy sadiana con esos amantes dispuestos a corromper todo lo corrompible y salir victoriosos por la fuerza de su condición de superiores en todos los ámbitos. Irónicamente solo serán derrotados por la juventud, por la candorosa belleza del personaje de la irresistible Ewa«Candy»Aulin ) comunión erótica de los actos de matar y de follar combinados en uno y que suponen la pulsión primera(y última)del perturbado/perturbador noble que personifica Santoni con una intensidad electrizante. Un personaje al que la mirada de los otros, la percepción y la creencia ciega, dejan investido de todas las facultades del vampiro, pese a no serlo en realidad;(…)”
The fast and the furious: fichaDvd.asp?idRubText=6441
“(…)En relación a la película, más directa resulta imposible imaginas. Empieza frenética y termina todavía más deprisa. Planteamiento, nudo y desenlace parecen suceder al tiempo. Ireland es un falso culpable a la fuga (con un crimen no cometido que nunca vemos) que secuestra a una joven piloto de carreras, todo carácter resuelto, que se dirige a una competición que atravesará la frontera entre los USA y México. Una oportunidad de fuga. Lo que se plantea entre medias, siempre en movimiento, es elproceso de simpatía y enamoramiento entre el huido, un camionero desclasado, y la rica ociosa en audaz romance transversal (aunque como bien apunta Israel Paredes en el mencionado libreto Connie, el personaje de Dorothy Malone también termina por ser apartada de su pequeña sociedad cuando al llegar a la competición no le permitan pilotar por ser mujer) de dos personajes de notorio sentido individualista y fervor por su propia libertad. Rodada con cierta elegancia, dentro de sus obvias limitaciones, donde la dirección no siente la necesidad de realizar alardes formales y se contenta con narrar su historia lo más sencillo y rápido que puede, municionada con los habituales diálogos llenos de gracejo descarado del policíaco norteamericano b y donde, en virtud de su pobreza las escenas tomadas de documentales de carreras para ser insertadas no desentona del material rodado, tal es la textura rugosa del conjunto.•”
Y para el final el egotrip sentimental. Christian Aguilera, pope de Cinearchivo y autor ya bien conocido por sus visitas aquí, ha tenido a bien dedicarme, a mi y a este sitio, una entrada en su propio blog donde quedo retratado: periférico, retro, norteño, espigador y sportinguista. Quien lo quiera leer completo aquí lo tiene. Yo tengo poco que decir y mucho que agradecer: adrian-sanchez-el-padre-de-esbilla.html