“Un argentino viaja a Shanghai para filmar una comedia sobre el amor después de la muerte” suena a anuncio de periódico sensacionalista y/o a introducción de uno de esos chistes sobre nuestra idiosincrasia. Vale arrancar con este breve adelanto para llamar la atención sobre el largometraje atípico de Mauro Andrizzi que se estrenará pasado mañana en salas todavía por confirmar.
Algunos espectadores creemos reconocer en el título de la película –Una novia de Shanghai– un eco de la comedia romántica que Madonna y Sean Penn protagonizaron justo treinta años atrás, Shanghai surprise, y que en nuestras salas se exhibió como Las aventuras de Madonna en Shanghai. Por suerte, la propuesta de Andrizzi sólo admite esta (descabellada) asociación mental con aquel esperpento de HandMade Films.
El realizador marplatense hace gala de coraje e ingenio con esta fábula que protagonizan dos linyeras pungas (o dos pungas linyeras) y el espíritu de un hombre muerto. Lo inspiran, de manera explícita, una antigua leyenda china y, tal vez, la voz cavernosa del Commendatore en el Don Giovanni de Lorenzo da Ponte y Wolfgang Amadeus Mozart, o la del padre del príncipe Hamlet, o la del periodista Joel Strombel que Woody Allen imaginó hace diez años para Scoop.