Por films como Amor, dolor y viceversa es que no me canso de rebuscar entre películas no tan obviamente expuestas por el marketing y la moda. Películas independientes, raras, que tocan los temas de siempre (como en la vida quizás en el cine los temas solo son tres), pero de un modo poco convencional, que engancha y entretiene.
Entre los sueños de Consuelo y Ricardo hay algo real que los une, algo que desconocemos cuando comienza esta historia. Ellos se han mantenido conectados soñando el uno con el otro por más de un año, no se conocen, o al menos eso creemos. En el plano real, ella vive inmersa en su actividad profesional como arquitecto y él en su vida de médico a punto de casarse.
Un tema manido como el despecho y los celos, la obsesión que deviene en violencia por un “amor” no correspondido puede pasar desapercibido, pues desde Atracción Fatal –y mucho antes- ha sido cinematográficamente expuesto. Nada nuevo bajo el sol, podríamos decir, sin embargo la estructura laberíntica en que se cuenta la historia nos permite adentrarnos en un relato que solo se comprende del todo a medida que va transcurriendo.
Este film protagonizado por Bárbara Morí, que desde que dejo la televisión ha demostrado que actúa tan bien como se ve (es excesivamente bella) y Leonardo Sbaraglia, a quien llevo unos meses mirando por casualidad (Sin Retorno, El corredor nocturno, Cenizas del Paraíso) cobra otro matiz por el simple hecho de mover los elementos del “como” cuentan lo que nos cuentan. Ese “como” es lo que hace la diferencia en una película intensa, donde no todo es lo que parece.
A la película de Alfonso Pineda Ulloa solo tengo algo que cuestionarle: el titulo, merecía un nombre un poco más original. No le hace justicia.
Calificación: 08/10