El piano, eje principal de esta relación padre-hijo.
A sus noventaytantos años, Horacio Salgán nunca dejó de tocar el piano, aún después de haber anunciado su decisión de retirarse del escenario. A su hijo César le llevó décadas sentirse digno de una herencia artística intransferible en su opinión. Una realizadora oriunda de Virginia, Estados Unidos, los frecuentó y filmó en plena transición: mientras el primero hacía sus últimas apariciones públicas y el segundo asumía con reparos su condición de sucesor. El resultado de este seguimiento es Salgán & Salgán, entrañable documental que se estrena hoy en el Arte Multiplex y que el Malba proyectará los viernes de octubre a las 22.
El afiche los muestra sentados alrededor de un piano, y de hecho éste es el eje de una relación fluctuante que Caroline Neal supo retratar con absoluto respeto y sensibilidad. Siete años le llevó a esta discípula de Spike Lee armar el rompecabezas de un vínculo atípico, por momentos conflictivo, entre padre e hijo. Aunque a priori sean virtudes incompatibles, la realizadora supo conjugar prudencia y profundidad.
Por si cupiera alguna duda, su voz en off deja en claro que ésta es una aproximación hecha con admiración y ternura, sin ninguna pretensión de objetividad. Por otra parte, Neal consigue que los Salgán se conviertan en un espejo donde los espectadores podemos ver reflejada la relación con nuestro propio progenitor.