[8/10] Georges y Anne son un matrimonio octogenario que se ama dulce y tiernamente, y que comparten la pasión por una música a la que han dedicado su vida. Un día, Anne sufre un ictus cerebral que la deja progresivamente incapacitada para llevar una vida normal. Georges se entrega en cuerpo y alma a cuidarla, bajo la promesa de no ingresarla en el hospital ni en una residencia. Así es la vida de esta pareja ejemplar que ha vivido el amor y el dolor con exquisita sensibilidad, con la misma delicadeza con que interpretan una pieza clásica al piano. Y así también Michael Haneke nos muestra su historia en “Amor” -inspirada en un hecho autobiográfico-, película que se llevó la última Palma de Oro y los principales premios del Cine Europeo, y que parte como una de las favoritas para los próximos Oscar.
El espectador que saque una entrada para la película del director de “La cinta blanca” debe saber que toda la historia se desarrolla entre cuatro paredes y básicamente con solo dos personajes, que su tempo es pausado e intimista, que su emoción es contenida y nada sentimental, que su mensaje es sincero y engañoso a la vez. Esto es así porque desde la primera secuencia sabrá que Anne ha fallecido -toda la película es un largo flash back siguiendo su deterioro físico y mental-, que no le aguarda ninguna sorpresa. Durante las dos horas del metraje asistimos a mil demostraciones de cariño y delicadeza, de abnegación y paciencia… porque el desvelo de Georges por su mujer es absoluto y permanente. Logra Haneke un buen puñado de momentos de conmovedora ternura y fina humanidad… con unas caricias consoladoras y un pudor delicadísimo que tanto Georges como la cámara saben respetar. El rostro de Anne deja ver el dolor físico y también el psicológico que sufre quien no quiere ser el centro de conversación ni tampoco objeto de compasión. Por su parte, la mirada de Georges trasluce el sufrimiento de quien ama con hondura… y no puede hacer nada más. Todas las muestras de afecto que contemplamos suceden de manera serena y pausada, sin estridencias ni exhibicionismos, y solo dos insertos surrealistas nos sacan del remanso de paz en ese camino de dolor.
Sin embargo, el aguante de Georges tiene un límite… que marca precisamente los puntos de giro dramáticos de la película. El primer momento termina con una bofetada, con disculpa incluida, porque sus nervios comienzan a romperse. El segundo no tendrá marcha atrás… y es que nuestro héroe cotidiano se ha encerrado en su dolor y no ha dejado que nadie le ayude ni consuele, y no ha sabido descubrir el sentido y trascendencia de tanto sufrimiento. A pesar de su refinada cultura y sensibilidad, Georges ha sucumbido al abismo del vacío al que le conduce la muerte y se entrega a un mundo de fantasmas… porque tras la puerta (de la muerte) no hay nadie, como descubre en la escena onírica que padece. Su amor se demuestra incapaz de seguir sufriendo y la compasión triunfa sobre el juicio y la razón. En Haneke no existe la amargura ni la conciencia que Clint Eastwood había reflejado en “Million dollar baby” o Iñárritu en “Biutiful”, y todo se esfuma como si de un postrero acto de amor se tratara… cuando lo que en realidad esconde es una buena dosis de narcisismo y nihilismo posmoderno.
Con lo dicho hasta aquí, queda claro que las extraordinarias interpretaciones de Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva son pieza clave para que a+l espectador le lleguen sentimientos insondables y verdaderos, porque además la relación y sintonía entre ellos es plenamente convincente. Haneke vuelve a demostrar su precisión y frialdad al diseccionar la naturaleza humana, aunque no alcanza a encontrar nada más allá del dolor… y su mirada es profundamente triste y pesimista. Encontramos, por otro lado, un discurso narrativo seco que renuncia a las emociones fáciles que la música podría provocar y que se centra en la calidez que los personajes aportan… porque al final es un drama muy emocional. Al final, la paloma atrapada y liberada le sirve de metáfora para una vida encerrada en un cuerpo enfermo y que es preciso liberar… porque ya no lo soporta más. Y ahí está la trampa de Haneke, en dar a entender que un amor tan verdadero y cultivado no ha sido capaz de aportar ni tan siquiera el aire fresco de esos cuadros de paisajes vacíos… que por un momento quiso ofrecernos como sublimación de lo eterno. Su elegante y culta paloma no pudo emprender el vuelo en vida y tuvo que recurrir a la muerte porque aquí no tenía… nada.
Calificación: 8/10
En las imágenes: Fotogramas de “Amor”, película distribuida en España por Golem © 2012 Les Films du Losange, X Film Creative Pool y Wega Film. Todos los derechos reservados.
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Publicado el 12 enero, 2013 | Categoría: 8/10, Alemania, Año 2013, Austria, Críticas, Drama, Francia
Etiquetas: Alejandro González, amor, Biutiful, Clint Eastwood, Emmanuelle Riva, enfermedad, eutanasia, Jean-Louis Trintignant, La cinta blanca, Michael Haneke, Million Dollar Baby, muerte