Amor por la música
Obra del pintor Fran Recacha
A mi hijo le encanta la música. Supongo que es algo muy normal en un niño de cuatro años, pero no puedo evitar que se me dibuje una sonrisa cada vez que lo oigo tararear o incluso cantar, con letra y todo, la canción que sale de la radio.
En el coche casi siempre llevamos sintonizada M80, aunque últimamente he descubierto Rock FM y las alternamos, con lo cual Albert se está educando musicalmente en el pop rock y el hard rock de los 70, 80 y 90. Es muy gracioso oírle decir cuando escucha una canción en cualquier otro ambiente: “Esa música es de mi coche”.
En casa cuando se pone a jugar con sus coches en miniatura, que aparca con una perfección insuperable, acostumbra a llevar mi radiodespertador dondequiera que haya decidido instalar el párking para ponerle banda sonora.
Total, que es un niño bastante melómano. A menudo me pide que cantemos juntos, pero no las típicas canciones infantiles que aprenden en el cole (que también), sino las que nos acompañan en los trayectos motorizados. Hay muchas que tararea. Las primeras que me vienen a la cabeza son ‘Free fallin’, de Tom Petty, que esta misma tarde ha entonado con entusiasmo, y ‘Are you gonna be my girl’, de los australianos Jet.
Pero sus temas preferidos, los que canta entonando frases enteras, y desde hace tiempo, son ‘Got my mind set on you’, del ex Beattle George Harrison, y ‘You got it’, de Roy Orbison. Son dos canciones que ponen a menudo en M80, como tantas otras, pero el caso es que Albert se quedó con el estribillo de ambas enseguida y te lo encuentras en cualquier momento entonando “Anything you want, you got it / Anything you need, you got it / Anything at aaaaall, you got it / Babyyyyy…” o “I got my mind set on you…” Vale, la de George Harrison no tiene tanto mérito…
Me gusta mucho que a mi hijo le atraiga la música. Ya lo hemos llevado a un par de conciertos, de pequeño formato, uno orientado al público infantil (de Marc Parrot; hablé de él en un post reciente); el otro, de temas clásicos de la cultura española y catalana, que aguantó como un campeón.
Le encanta aporrear la guitarra eléctrica de mi hermano, el tambor, y el piano y la guitarra española que le trajeron los Reyes. La verdad es que el piano lo toca con bastante sentido del ritmo.
Lo hemos apuntado a la coral del pueblo. Soy de la opinión que los niños tan pequeños ya tienen suficiente tute pasando todo el día en el cole, como para sobresaturarlos con actividades extraescolares, pero le gusta cantar, y sólo es media hora semanal. Cuando haya grupo para su edad, lo apuntaremos a clases de música, porque le gusta más experimentar con los instrumentos.
En mi opinión la música es un elemento fundamental en nuestro crecimiento. Es una fuente de bienestar personal que contribuye a aclararnos las ideas y a superar las preocupaciones. Considero que debería tener mucha más presencia en la escuela porque tiene también un gran potencial como elemento integrador. A través de la música podemos conocer muchas cosas sobre las diferentes culturas del mundo.
Y lo mismo podría decir de la danza y, en general, de cualquier otra manifestación artística. Es una pena que nuestra sociedad actual esté enfocada únicamente a la productividad, a la practicidad mal entendida, en la que el bienestar personal del individuo queda relegado por completo. Es absurdamente paradójico que en este sistema socioeconómico tan individualista el individuo sea tan insignificante para la sociedad, porque es que ni siquiera se puede argumentar que ese “sacrificio” sea en pro del bien común, sino todo lo contrario.
Las sociedades educadas en el amor al arte son más tolerantes, más abiertas al conocimiento, más humanas en definitiva… No, no interesa.
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