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Amor y virtud: cinco reflexiones

Publicado el 11 abril 2018 por Carmelo Carmelo Beltrán Martínez @CarBel1994

El artículo Amor y virtud: cinco reflexiones es propiedad de Carmelo Beltrán.

Cada vez que terminó una saga o una trilogía me gusta pensar sobre ella y ser consciente de qué es lo que me ha aportado su lectura. Desde hace tiempo también he apostado por compartir estas ideas con vosotros, ya que es una forma de dejala ir, de despedirme y de darle el final que se merecen en mi canal. Así, hoy os quiero hablar de las cinco reflexiones que me deja Amor y virtud la trilogía de Rolly Haacht.

Amor y virtud Rolly Haacht

Las cinco reflexiones que me deja Amor y virtud

Como siempre os digo, este tipo de posts no contienen ningún spoiler, así que si no habéis leído la trilogía os animo a que os quedéis, pues quizás tras leerlo tengáis más ganas de hacerlo.

La vida te obliga a cambiar de plan

Uno de los mensajes más fuertes que manda esta historia es que por muchos mapas que te hayas dibujado, al final la vida trazará el que ella quiera y tú tendrás que aprender a vagar por las líneas que esta haya dispuesto.

En la primera novela nos encontramos una familia Becker con las ideas muy claras. Da la sensación de que cada uno podrá alcanzar el futuro que desea, aquello para lo que piensan que han nacido y, sin embargo, una vez encuentren el primer tropiezo las fichas de dominó irán cayendo inevitablemente hasta situar sus piezas en una posición totalmente distinta.

Aunque bueno, ellos aprendieron a jugar la partida con cualquier mano.

La sangre no es lo que hace a la familia

Yo siempre he defendido que la familia no es aquella que te cae por casualidad al nacer, sino que está conformada por aquella personas a la que tú confiarías tu vida, y ahí la sangre no tiene por qué ser determinante. Hay elementos mucho más importantes.

El caso más claro lo encontramos en Arabia. Durante toda la trilogía hablará de que su familia, su verdadera familia, son los Becker, a pesar de que ella naciera en otro país y en diferentes circunstancias. No lo duda ni por un instante. Allí ha encontrado hermanos y personas a las que confiarles sus secretos.

No hace falta una trama definida para escribir una gran historia

Una de las cosas que más llama la atención de la trilogía es que no hay una trama como tal, sino que Rolly Haacht se dedica a contar las vidas de sus personajes y, como tal, tienen múltiples caminos sin un objetivo particular.

Quizás sea esto lo que haga que sus páginas enganchen tanto. Podrías ser tú quién estuviera dentro de la historia sin ningún problema. Los personajes parecen reales y tú quieres formar parte de aquella familia.

Hay personas que siempre serán especiales

Todos tenemos a una persona especial y no, no estoy hablando de parejas, sino de aquella que, por algún motivo, se hizo importante en una etapa de nuestra vida y que por muchos tiempo que transcurra sin vernos, el reencuentro nos sitúa en el mismo lugar donde nos encontrábamos antes de marcharnos.

En esta obra vemos muchos ejemplos de ello. El primero que encontramos en las primeras páginas es el de Zane y Arabia. Dos amigas, dos hermanas, que darían la vida por la otra. A pesar de todas las vicisitudes que atraviesen, siempre están ahí por la otra.

Las apariencias engañan

En esta trilogía las apariencias engañan constantemente. Es algo a lo que se tiene que enfrentar el lector. Las primeras impresiones suelen errar el tiro. Conforme profundizamos en la historia encontramos que esa oscuridad tiene tantos matices de luz que quizás sea su parte principal.

El primer ejemplo es Jake. Personaje que al principio se me hizo insufrible y que conforme pasan los capítulos comienzas a ver su gran corazón.

Estas son las cinco reflexiones que me llevo de la trilogía Amor y virtud de Rolly Haacht. Si todavía no conoces la historia, dale una oportunidad. No decepcionará y si ya la has leído, déjame en los comentarios cuáles son las ideas que tú te llevas.

El artículo Amor y virtud: cinco reflexiones es propiedad de Carmelo Beltrán.


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