Revista Cine

Amour

Publicado el 05 diciembre 2012 por Ladyvengeance
"Y a medida que la contaba, la emoción volvía. Yo no quería llorar delante de ese muchacho, pero era imposible. Yo estaba allí, llorando en el patio, y le conté el drama hasta el final [...] No recuerdo el título de la película, pero recuerdo los sentimientos.Yo tenía vergüenza de llorar. Y al contarle los sentimientos, las lágrimas volvían, todavía más fuertes que cuando miraba la película."
Haneke nos avisa de lo que nos espera a la media hora de la película. Desde el primer minuto, se siente algo habitual con sus películas: esa sensación de intranquilidad, de que todo va a torcerse, de que quizá acabes sufriendo. A la media hora nos cuesta esa historia, y creo que es una de las mejores formar de definir Amour.
AmourHace cerca de dos horas que acabé de verla, y aún sigo como rota por dentro. Lo he leído en alguna crítica en Filmaffinity: es como si acabaras de salir de un funeral. He tenido que ponerme a escribir sobre ella para aliviarme, pero las emociones vuelven al pensar en ella. No sé si olvidaré la historia, pero sé que no olvidaré lo que me ha hecho sentir.
Haneke sabe hacer daño. Pero le doy las gracias. Amour duele, y duele tanto porque es extremadamente real. Es una historia de amor, pero de las que no necesitan artificios. De las de verdad, de las que no hace falta adornar con frases vacías. Una historia de amor que se prueba con hechos, y dónde puede encogerte el alma ver cómo dos personas se acarician la mano.
Pero es una historia de dolor y de muerte también. Es una historia dura, trágica, pero Haneke, de nuevo, no adorna. Ni cae en sentimentalismos baratos, porque no es necesario. Basta con lo que nos enseña. Y cómo nos lo enseña. Insisto: es extremadamente real. Aquel que haya vivido una situación similar a la que se muestra en la película, sabe que es muy real. Y por eso duele tanto. Y supongo que quien no lo haya vivido, también sabrá que es real. No puedo contar las ocasiones en las que me he echado a llorar. Pero no con simples lágrimas, sino sintiendo angustia, notando el dolor. Hacia el final, me preguntaba cuándo acabaría para dejar de sufrir, lo cual es bastante paradójico teniendo en cuenta la historia que se cuenta.
Nos duele lo que vemos porque es real. Porque duele ver a alguien pasar por algo así. Y duele, también, porque la muerte es algo inevitable. Unos tienen más suerte, pero otros tienen que atravesar por un deterioro horrible, y otros tienen que sufrir como la persona a la que quieren lo sufre. Y da miedo. Porque la vida es larga, y bonita, como dice Anne. Pero  de repente, un día, la vida comienza a oler a muerte y no se puede hacer nada por remediarlo. Amour
Y antes de acabar, mención especial para los actores. Él, Jean-Louis Trintignant, está genial. Está muy creíble, parece que lo que hace sea muy sencillo. Pero ella, Emmanuelle Riva, está todavía mejor. Sin palabras. 

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