Del modo en como configuremos la experiencia del espacio que dé testimonio a la cultura de una marca, así de dilatado ejerceremos la creación con que se define a una empresa y al mundo que la acompaña.
Podría decirse que una de las funciones del espacio físico y social en el cual nos desenvolvemos es, en sí misma, la de conectar infinitos campos de expresión entre realidades imaginadas e individuales, con la pura voluntad de existir mediante un desarrollo articulado del propio diseño hacia su materialidad.
Así, construimos el mundo concreto que habitamos modulando el espacio donde vamos a gestar la base de nuestras experiencias, las cuales, nos van a ayudar a asumir la identidad personal y comprender el entorno inmediato.
Cuando otorgamos al Branding tal analogía estableciendo una estrecha relación con la particular interacción sobre el espacio, estamos proporcionando una de las claves de actuación que gestiona la singularidad de una empresa que desea ser marca incrementando su sostenibilidad en el mercado.
De este modo, discernimos su naturaleza a través del principio de coherencia por el que se ha de regir un Branding comprometido que ahonda en un carácter de responsabilidad social profundo, ya que habilitará su quehacer, apropiándose de la realidad circundante del usuario dando significado a los datos que de ella recibe. En tal sentido, es como representamos cada uno de nosotros la realidad, en privada, siendo el sedimento de nuestras vidas al fijar la espacialidad de la subjetividad concerniente.