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Ayer se celebraba en el Hotel Room Mate Oscar de Madrid el segundo Desayuno Inspiration organizado por Yodona. El tema de hoy, muy interesante, ha sido Ideas o Master
Entre los ponentes, he compartido tertulia con Kike Sarasola Presidente y fundador de Room Mate Hoteles, Alejandro Fernández Luengo Presidente de Marco Aldani, Iñaki Ortega Director de Programas en Deusto Business School, Elena Betés CEO de Rastreator, Tomás Pereda Director de Recursos Humanos y Organización de Unidad Editorial y Miguel Ángel Socio Director de Boyden Global Executive Search.
Gracias a YoDona por contar conmigo para participar en vuestro desyuno junto a tan selectos ponentes. Ha sido realmente inspirador.
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Una conversación tan intensa como interesante, en la que se ha puesto de manifiesto que en general todos estamos de acuerdo en que estudiar siempre ayuda, pero no es lo único. Un emprendedor nace, no se hace, e incluso se puede emprender dentro de una empresa y no siempre por cuenta propia. Los valores del emprendimiento, creatividad, esfuerzo, riesgo, trabajo, valentía, innovación, también han salido al escenario.
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Por mi parte, este tema lo enfoco con matices personales, experiencias vividas y nunca de forma radical. Siempre hay excepciones y como bien dijo Tomás Pereda, todo depende.
Estudié Derecho en la UAM dejando atrás una vocación que marcó mi infancia y adolescencia. La pintura. Sin embargo a partir del 3er año de carrera tuve claro que me había equivocado y que aunque acabaría aquello que había empezado, nunca me dedicaría a la abogacía.
Trabajé en sectores de decoración, moda y belleza durante muchos años y aunque mi carrera siempre me ha sido útil, sobre todo porque creo que el estudio responsable nos hace más disciplinados y ordenados, fue con el trabajo cuando realmente aprendí.
Gracias a todos esos conocimientos que fui adquiriendo y gracias desde luego a mi carácter emprendedor, en el año 2003 decidí crear mi propia empresa. Si por aquel entonces creía que había aprendido mucho, nuevamente volvía a estar muy equivocada. Debía seguir aprendiendo. Ahora ya tengo claro que aprenderé hasta el último día de mi vida.
Me ayudaron a elaborar un plan de empresa, un plan financiero, hice más números que durante todas las clases de matemáticas del colegio juntas, pero sobre todo aprendí algo muy importante, a salir de mi zona de confort.
El plan de empresa y el plan financiero me quedaron muy profesionales y yo estaba realmente orgullosa de aquel trabajo, pero me sirvieron de bien poco. Los números que me hicieron perder tanto tiempo continuan sin salir. Ahora además me esfuerzo en ampliar mis conocimientos en marketing, redes sociales y comunicación.
En el año 2003 me di un plazo de 2 años para que la empresa viera la luz, y fueron 5. Pero aprendí otra cosa, que el tiempo es buen consejero y que una idea, aún siendo buena, debe evolucionar. Aprendí que los trenes no pasan muy a menudo y a veces hay que cogerlos sin que paren en la estación. Aprendí a tener los ojos bien abiertos y a que hay personas que te esperan sonrientes para pegarte una puñalada. Aprendí a hacer amigos en las ventanillas de las oficinas y a resolver burocracia absurda ¨sin perder los papeles¨.
Aprendí a ser humilde, a escuchar y a aceptar mis errores para mejorar.
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Aprendí que para los políticos, Pymes y autónomos solo servimos para cuando les interesa salir en la foto. Aprendí que la unión hace la fuerza.
Aprendí también la importancia de un buen equipo que trabaje contigo y no para ti. Y a escuchar siempre a los mejores, a quienes saben más que tu.
Aún hoy, 11 años después de haberme lanzado a una piscina con poca agua, aún hoy que muchos podéis pensar que mi empresa funciona, aún hoy sigo aprendiendo. Sigo luchando.
Fui buena estudiante, en el colegio, en la universidad, en el curso de arte moderno que hice en Christies para subsanar de alguna manera aquella espina que siempre tendré clavada, me gustaba estudiar porque mi mente es inquieta y curiosa. Pero todo lo que aún hoy 46 años después de haber nacido, sigo aprendiendo, no lo hubiera aprendido (y valga la redundancia) ni en las mejores universidades del mundo.
Estoy a favor de los masters y de los conocimientos eruditos que profesores y especialistas pueden aportar, porque si bien ser autodidacta es muy satisfactorio, creo que hay muchas enseñanzas que se aprenden más rápido si alguien te las explica. Además estaremos rodeados de personas con inquietudes y conocer gente siempre es maravilloso e interesante. Una carrera universitaria, un máster o un curso de formación ayudan enormemente a organizar la cabeza y nos hace responsables y disciplinados.
Pero no me cabe la menor duda que cuando realmente se aprende en el sentido más amplio de la palabra es cuando uno coge la pala y el rastrillo y uno se pone a plantar el árbol.
Aprovecho para Proponer que acuñemos un nuevo término “Amprender”
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