Me propongo abrir una puerta a las preguntas sobre nosotros. Algunos pensadores de nuestro tiempo despliegan una visión muy pesimista sobre el devenir de nuestras emociones.
En su novela La posibilidad de una isla el filósofo y escritor francés Michel Houellebecq nos muestra despiadado una posible humanidad deshumanizada en un futuro no muy lejano. Por aquel entonces nuestra memoria y nuestras emociones estarían almacenadas en bases de datos y servidores a modo de tumbas de un pasado,quizás nuestro presente, donde aún se vivía el amor,la amistad o la lealtad. Para el maestro francés apenas hay ya remedio para ello. El ser humano,ávido de conquistas presuntamente culturales y científicas,diseña una carcel de silicio, mercadotecnia y alternativas genéticamente sofisticadas para apresar el error o la desviación de la norma. Una posibilidad seguramente edulcorada por las tormentas mentales de uno de los gurús del posmodernismo.
Media Europa, esa construcción político-cultural con oscilante entidad humana, está intensamente iracunda y en proceso migratorio. A cada cual, en su reacción ante ello, se le ve el plumero. Aunque esto de que a uno se le vea el plumero y le saquen a uno los colores ya no es considerado un problema.
Crímenes atroces hubo siempre, pero mi mirada no puede evitar posarse en lo absurdo de lo que escupe este mueble aerodinámico que hemos colgado a la pared en el ejercicio, obstaculizado, de nuestra libertad individual.
Los gestos solidarios, bellos en su bondad y en su altura, impactan por su escasez. El valor está en desuso. En términos generales, a los ojos aun vibrantes de un psicólogo en Oviedo, España, doblegado ya el caluroso día, asistimos a lo que bien podrían ser las fases iniciales de un proceso de anestesia emocional. Esto es el Far West.
Màs allà de la trampa en que caímos cargada sutilmente de caramelos en forma de neveras espaciales, coches que hablaban para gente que no hablaba, ordenadores escondidos en diversos objetos, ropa cara, viajes de álbum de cromos, narrativas vacías con encanto, artistas superfluos, hipotecas trampa, créditos trampa, deudas externas, internas, auditorías, tratados internacionales, conflictos armados, la bolsa, el petróleo, la divisa, el casero, el jefe, proyectos de salud personalizados, parches para grandes rotos, escudos antimisiles, traidores, mentirosos, paranoicos, violentos, fascistas. Más allá de cuarenta años sin libros, con sangre y represión, eliges cada día mirar hacia otro lado. Es así. La mayoría de nosotros mira hacia otro lado.
Hay un dulce grupo de personas, maravillosamente repartidas por el mundo, a las que planteo parecerse como tratamiento de elección para esa especie de amputación emocional. Suelen tener cierto contacto con la naturaleza y con los niños. Leen más que ven tv. Es raro el día en que no tienen en mente ayudar a alguien aunque sea a arreglar la persiana. Si se permiten algún vicio lo hacen conscientes del sentido, pero es extraño en ellos más lejos de abusar del deporte. Trabajan responsablemente, caiga quien caiga. A veces van paseando por su ciudad y ven gente agolpada a la puerta de una oficina, o gente enferma, o gente perdida. Siempre paran. Suelen escuchar, hablan con consciencia, no buscan herir. Si se enojan tratan de hablar; si no es posible se alejan elegantemente. Nadie sabe a quien votan, pero lo hacen. Suelen silbar, y golpean lento la cuchara en el café. Cantan en la ducha. Caminan. Van a conciertos. Si tienes un mal día podrán leerlo en tu mirada. Son sensibles al mundo y a los demás.
Alguien les dijo alguna vez que eran personas y lo creyeron.
No es una paranoia. Hay fuerzas, algunas de ellas oscuras, que luchan cada día por arrasar las reservas del planeta, por cambiar a casi todas las personas por una máquina, por tratar a todas las personas como a un numero, una compra, una venta, un marrón. Para amasar dinero y poder has de ser frío y usar medios fríos. El mundo está diseñado para consumir y crecer. Si no avanzas en esa dirección eres un tarado. Si no avanzas al son que tocan no avanzas.
Hay personas cerca de mi que no avanzan de acuerdo a esos términos. No viven lejos. No proceden de forma extraña. Es posible colaborar cada día. Es posible ayudar a conservar lo más humano de ser humano.
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