Se puede subir al limbo de varias formas: estableciendo un infame copago de fármacos a “los viejos” y poner cara de gilipollas, o aparcando en tu cochera un Jaguar, regalo de una ONG charcutera con destino final en una cuenta suiza, con bigotes, y decir “que no te consta”
Ana, no ha elegido. Cogió la claraboya de las dos, y ahí la tienen, “desnortá” en las estratosferas de un ministerio y de un escaño, o atraco permanente a la “mass media” de perceptores de nóminas en el congelador pepero.
Oigáme, pija del centro, ¿usted sabe pronunciar la palabra “terapeútico?
¡Claro que sí, y cantar el “Cara al sol”!
A ver.
Con la camisa nueva terapré..utica.
¿Cómor? ¿Pecadora de la pradera?
Eso, terapreupepera.
¡Que la hagan ministra de Sanidad hasta que aprenda!
Cuando la política de José Mari habían entrado en el terreno de ser recolector de sueldos en los consejos de administración de la giratoria puerta y de implorar comisiones armamentísticas, Anita estaba casada con un tiburón de las ganancias, quiero decir con un cerebro de la Gurtel, un bólido de nombre Jesús.
Y aunque lo era todo en un partido podrido de donaciones y sobresueldos, vicesecretaria, parlamentaria autonómica, eurodiputada, portavoz de esto y aquello, Anita, donde era realmente feliz era en los cumpleaños de sus retoños, con cañones de confetis y payasos de verdad, -no como los que sentaban con ella en los parlamentos- de los que, generosamente, y sin que a esta dama del limbo le “constase”, se hacían cargo de “la factura”.
Seguía sin saber decir “terapéutico” pero el listón para ser ministra lo había puesto por los suelos una tal Rocío, digo Fátima, una cara cartón, ministra de algo que nunca había hecho: trabajar.
Hay que acabar con esta situación. No puede ser que los jubilados se den el atracón de paracetamol y que mermen nuestros ingresos en B.
¡Ya lo tengo, llamamos a Ana, que venga corriendo con su Jaguar, y lo soluciona¡
¿Tú crees?
Es muy terapéutica.
Será chiripitiflaútica.
Lo que quieras, Mary Poppins Rajoy.
A cierta edad, la política es sólo la parte visible de un conglomerado de intereses. Y Anita lo sabe. Los buitres privatizadores de sanidades, las puertas giratorias de los grandes laboratorios de farmacia, las islas Cayman y otras bagatelas pueden alcanzar la categoría de flato, y ella, que sabe que la estrella de su mentor (el José Mari) tiene más riesgos que de que el Betis baje a segunda tiene lleno el depósito de su Jaguar.
Ella iba de frágil, de walkiria pepera algo ajada, de oradora de atrás y de perceptora sin alharacas de las líneas de crédito paralelo (gurteles y similares) y ahora le han puesto unas tijeras en las manos y es capaz de recortarse el camino de vuelta a su limbo.
Allí le espera Marhuenda.
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