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Análisis de Trilogías y Sagas: “El Padrino Parte 2″, la tragedia de Michael Corleone.

Publicado el 12 diciembre 2010 por Cinefagos

 

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“Nunca podrás perder a tu familia, no importa lo que pase.” Mamá Corleone.

“Los tiempos cambian” Michael.

 

Como ya hemos comentado otras veces, el principal problema con las secuelas consiste en que la mayoría de ellas no ofrecen nada distinto a la película original y se limitan a mostrarnos lo mismo pero haciendo gala de un mayor presupuesto. Sagas como “Piratas del Caribe” son una muestra de ello, en la que no ocurre nada y los personajes se convierten en parodias de sí mismos, tal y como le ocurrió al capitán Jack Sparrow. Sin embargo, cuando alguien logra encontrar la manera de avanzar en la historia, de profundizar en los personajes y dejar que estos crezcan por su cuenta, encontramos grandes películas, como sería el caso de Terminator 2, Aliens,  El Imperio Contraataca o Toy Story 2.  Casualmente todas éstas se centran en los personajes y dejan a un lado la aventura planificada para mostrarnos sus comportamientos, dudas, temores y ambiciones.

El Padrino parte 2 llegó a las pantallas en 1974, sólo dos años después de la primera entrega, un tiempo récord para lo que es hoy día y se convirtió, casi de inmediato, en una de las mejores secuelas de todos los tiempos. Una película emotiva, dura, oscura y apasionante centrada en el auténtico protagonista de la saga: Michael Corleone.

 

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La película empieza tal y como acabó la primera parte, con los miembros de la familia Corleone mostrándole sus respetos al nuevo Don, Michael. Aquí no veremos a Marlon Brando, aunque el personaje de Vito tiene un papel fundamental. De hecho, la película nos muestra dos líneas argumentales separadas en el tiempo: por un lado el origen de todo, con un Vito Corleone interpretado por Robert De Niro, y por el otro, el descenso al más profundo de los infiernos de la mano de Al Pacino y Michael, el heredero del imperio.

Y es curioso que todo empezara con la mafia local de un pequeño pueblecito siciliano, curiosamente llamado Corleone. Allí, el padre de Vito es asesinado por insultar al jefe y su primogénito jura venganza, siendo ejecutado justamente en el funeral de su padre.

Ya de inmediato nos damos cuenta de que lo que nos contaban en la primera película aquí es más exagerado. De hecho el pueblo de Corleone es tristemente famoso por ser un hervidero de asesinatos, un número descomunal para la tan pequeña población residente. El pequeño Vito, al que se nos muestra como algo corto, es metido en un barco rumbo a América para evitar acabar como los demás. Allí es donde por un error burocrático adopta el apellido de Corleone.

 

Pero 58 años después, su nieto camina para recibir la primera comunión, y vemos cómo ha cambiado su familia. Michael no es un gángster portando una metralleta, sino que le vemos como un hombre de negocios, un filántropo, que dona dinero a las universidades y que hace tratos con senadores. Los buenos lazos con la política son los que han permitido que la Cosa Nostra siga existiendo hoy día, y nos da una visión diferente a muchas otras películas del género. Aun así, uno de los senadores no está dispuesto a tolerar su presencia e intenta poner trabas a los planes de Michael de adquirir participaciones en los Casinos de Las Vegas. Michael no soporta los insultos aunque no reacciona tan brutalmente como lo hubiera hecho su hermano Sonny. Pero la familia tiene otros problemas. En esa época se encuentra instalada en Nevada y ha abandonado Nueva York, repartiendo sus antiguos territorios entre hombres de su confianza, entre ellos, Pentanglelli, un capo que se niega a hacer tratos con otros miembros de la familia porque trafican con drogas. Sin embargo el Don no quiere ayudarle, así que se va decepcionado. Esa misma noche, en su propia casa, ocurre un tiroteo que busca acabar con su vida. Ese ataque enfurece a Michael porque ve cómo se ha puesto en peligro la vida de su mujer. Kay está embarazada por tercera vez, pero se la ve cansada, como si los grandes planes de Michael para convertir a los Corleone en una familia legal no hubiesen dado resultado. Además, Connie y Fredo tienen una vida desastrosa, por lo que esa sensación de estabilidad es pura fachada.

 

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Todo lo contrario que Vito Corleone, que ya adulto, casado y feliz con su primer hijo, comprueba cómo un hombre llamado Fanucci ahoga a los comerciantes y los amenaza. Fanucci pertenecía a la llamada “Mano Negra”, la primera forma de crimen organizado que hubo en América procedente de Italia, y logra hacer que despidan a Vito para enchufar allí a un sobrino suyo. A esas alturas de su vida, nada parece indicar en la clase de persona que se convertirá en el futuro, hasta que aparece Clemenza, futuro Capo de la familia Corleone. Entre los dos y casi como casualidad, hacen un par de chanchullos, y algo tan sencillo como una alfombra robada parece dotar a la familia de un entorno mucho más acogedor y lleno de esperanza.

De vuelta en 1958, Pentangelli va a resolver amistosamente sus problemas con los otros miembros de la familia, pero en ese momento una cuerda de piano se le enrosca alrededor del cuello tras el grito de “Michael Corleone te saluda”. Por suerte, un policía que pasa por allí logra evitar el asesinato por lo pelos, pero nos da la sensación de que Pentangelli ha muerto estrangulado. A la vez, el senador que antes insultó a Michael, necesita ayuda. En una escena muy buena y en la que al principio no vemos nada, el abogado de la familia, Tom Hagen, le ayuda a encubrir el asesinato de una prostituta, tal vez bajo el efecto de las drogas. El senador le debe una, y es muy consciente de ello.

 

El Padrino parte 2, sigue utilizando elementos reales de la historia de la mafia, pero lo adereza con el sufrimiento interno de la familia. No una formada por capitanes, soldados y asociados, sino una de sangre, la de Michael y Kay. Mientras que él está en La Habana haciendo negocios importantes, Kay está prisionera en su propia casa, y no le gusta cómo ha cambiado la situación. Una cosa es saber qué clase de persona era el padre de su marido y hacerse ilusiones con que todo iba a ser diferente y otra muy distinta ver cómo la tradición se va repitiendo. Ya no son jóvenes y está empezando a darse cuenta de que acabará exactamente igual que Mamá Corleone, escuchándolo todo, sin decir nada y comportándose como una perfecta madre siciliana, algo muy difícil de asimilar para una joven Neoyorkina. En cuanto a la historia, la gran asamblea mafiosa en Cuba es exactamente igual que la que tuvo lugar en la realidad y donde acudieron grandes personalidades de la Cosa Nostra como Vito Genovese, Albert Anastasia, Santo Trafficante (joer con el nombre, no podía buscar uno más discreto) y muchos más, una selecta velada que fue amenizada por el cantante Frank Sinatra, como vimos anteriormente, un gran admirador de la mafia.

 

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Allí, y mientras Michael busca todavía al traidor que hizo posible que atentaran contra él en su propia casa, se hacen planes y negocios para convertir La Habana en una nueva Las Vegas. Michael es el único que está preocupado por la creciente revolución comandada por Fidel Castro, pero su socio Hyman Roth no le da importancia. Fredo llega a Cuba con el dinero suficiente como para hacer los negocios, y Michael le presenta a algunos colaboradores como Jimmy Ola. El espectador sabe que Fredo no es trigo limpio y que conoce a Ola, por eso su falsa presentación nos parece más que forzada. Es probable que a Michael también, porque justo se ve cómo no le quita los ojos de encima. De todas formas, por mucho cuidado que tenga se irá de la lengua poco más tarde, y la expresión de Michael es de completa desolación. Ha descubierto al traidor, que no es otro que su propio hermano, una de las personas a las que él más quería. Y no sólo él, también Roth fue quien ordenó matar a Pentangelli diciendo que fue idea de Michael. Este descubrimiento nos lleva a uno de los momentos más recordados de toda la película y donde, en la fiesta de fin de año,  vemos lo bien que actúan tanto Al Pacino como John Cazale, en la que Michael le besa en los labios y le dice: Sé que fuiste tú Fredo. Me destrozaste el corazón.

Casualmente, esa misma noche vence la revolución, y la mafia tiene que abandonar Cuba. Entre todo el jaleo, Michael se acerca a Fredo y le dice que vaya con él, que es la única salida. Al grito de “Aún eres mi hermano”, intenta alcanzarle, pero Fredo sale huyendo y no logra encontrarle.

 

A la vez que la familia de Michael se hace pedazos, nos muestran cómo Vito Corleone cometió su primer asesinato cuando es amenazado por Fanucci para que le de una parte de todos sus trapicheos. Al no poder conseguir todo el dinero, Vito se muestra encantador y promete entregarle el resto en muy pocos días. Acto seguido, sigue a Fanucci por los tejados de la pequeña italia y se asegura de ue mucha gente le vea entrar en casa. Allí le dispara y se deshace del arma desmontándola y arrojándola a las chimeneas, para después ir en busca de su familia. Ya ha nacido incluso el pequeño Michael, al que coje en brazos y le susurra al oído mientras le acaricia: Michael, tu padre te quiere mucho.

Nosotros no podemos apartar la vista de sus manos manchadas de pólvora.

 

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Esa pólvora nos da a entender que la creación de una familia requiere grandes sacrificios, como los que en 1959 está haciendo el propio Michael. Regresa a casa y la encuentra completamente nevada y silenciosa. Los niños no están jugando fuera y descubre a Kay cosiendo en un rincón, sin salir a recibirle, comportándose como si no existiera. Todo se está desmoronando también gracias a la súbita aparición de Pentangelli, que tras sobrevivir se ha acogido al programa de protección de testigos y que va a declarar en contra de la familia Corleone para exponer al mundo una organización tan secreta y hermética como lo es la de la Cosa Nostra. Esta comisión y el papel del propio Pentangelli están basadas en un acontecimiento real: la propia investigación que tuvo como pilar a Joe Valachi, el primer hombre en violar la omerta o ley del silencio. Valachi supo que iba a ser asesinado cuando el Don Vito Genovese le besó en los labios (¿No os suena de nada esa imagen?) De hecho el organigrama que se ve de fondo con toda la estructura de los Corleone es idéntico al que se hizo de la familia Genovese, en la cual está inspirada la familia de la película.

 

Pero los sucesos internos del matrimonio tienen la misma importancia que todo lo anterior. Kay ha perdido el hijo que esperaba, y vemos cómo Michael, por muy distinto que quisiera ser a su familia, se nos muestra como un hombre tradicional que exige saber si el feto era un varón. Entonces, en una de las escenas que más me gustan de la película, Michael va a hablar con su madre. En esos momentos se siente solo, y le pregunta por la única persona que quizá hubiera podido comprenderle: su padre. Mike tiene miedo a perder a su familia, y no se refiere sólo al aborto, sino a todo. Estamos ya muy lejos de esos planes de legalidad que tenía en un principio y el personaje de Al Pacino nos muestra que tiene unos sentimientos que nadie, ni siquiera su esposa, es capaz de entender.

Así que se enfrenta al juicio y a la opinión pública, y nos da la sensación de que es la primera vez que Kay oye que Michael asesinó a dos personas en un restaurante hace ya algunos años. Él lo niega todo y mantiene su buen nombre, lo que, de aparecer un testigo, haría que le acusasen de perjurio y complicase toda las penas a las que se enfrenta. Asegura que es un hombre de negocios que tiene intereses en empresas como IBM, pero en el fondo, los Corleone siguen siendo una familia criminal que se hace valer a base de asesinatos. Ante la aparición de Pentangelli, que está convencido de que Michael ordenó su ejecución, la cosa se complica hasta tal punto que sólo se les ocurre una cosa: barrer con todos los traidores, y empezará con su propio hermano, Fredo.

 

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El personaje de Fredo Corleone es de lo más extraño. Es mayor que Michael, pero no forma parte de la familia. Es lento, torpe, cobarde y nadie se fía de él. Ni siquiera tiene agallas para pedir perdón por haber intentado matar a su hermano, y se escuda en que los demás le pusieron la miel en los labios, ofreciéndole algo que fuera de su própio mérito. Algo que incluso su propio padre siempre le había negado y que jamás había aspirado a conseguir. No le parece justo que sea el menor el que siempre esté velando por él, y el que tenga que cuidarle y controlar a su alocada esposa. Michael le repudia y le dice que no quiere volver a verle, asegura que ya no es su hermano y que no le permite estar en los casinos y hoteles propiedad de los Corleone. Existe un documental sobre el actor John Cazale, un hombre considerado de culto porque su inesperado fallecimiento sólo le permitió participar en cinco películas, todas ellas nominadas al óscar en la categoría de mejor película. Lo cierto es que muy pocos le recuerdan a él, pero el personaje de Fredo Corleone es un ser inolvidable, al que, a sus espaldas, se aseguran de que no le pase nada mientras Mamá Corleone siga viva.

En el juicio, Michael Corleone aparece cuando Pentangelli va a declarar, y lo hace acompañado de un golpe de efecto: ha hecho venir de Sicilia al hermano del testigo y lo sienta junto a él. Un hombre mayor, débil y aterrorizado que es más que suficiente para hacer que se retracte de todo lo que figura en sus declaraciones. Tal es el poder de los Corleone que en pocas horas lo vuelven a meter en un avión rumbo a su pequeño pueblo… o eso es lo que nos dicen. Pero aunque con ello consigue la victoria, esto aún no ha terminado. Quizá tras darse cuenta de hasta dónde llegan los asuntos de su marido, Kay decide abandonarle y llevarse con ella a los niños. Él le promete que todo va a cambiar, que lo quiere de veras, que todo terminará. Dice que sabe que le culpa por haber perdido al niño, pero Kay menea la cabeza. Y aquí llega la que posiblemente sea la peor traición a Michael Corleone: Kay le confiesa que provocó un aborto porque no quiere tener ningún hijo suyo, porque no quiere perpetuar esa forma de vida. Era un varón y ella lo asesinó porque le odiaba… pero él no le deja terminar. Michael la golpea y la echa de casa, quedándose con los dos niños. Sabemos que nunca la perdonará, porque la vida de la Cosa Nostra reside en la venganza, en la misma que Vito Corleone consumó cuando ya era un hombre respetable, asesinando a Don Ciccio, el hombre responsable de la muerte de toda su familia y, a la vez, el responsable de su propia existencia.

 

Pero de pronto se corta la imagen y vemos que, de vuelta a la actualidad, hay un féretro abierto, y que dentro de él se encuentra Mamá Corleone, por lo que súbitamente nos asalta una imagen a la cabeza: Fredo. La vida de su madre era lo único que le separaba de la venganza de su hermano, y aunque Connie le pide a Michael que le perdone, y veamos cómo los dos se reencuentran y se funden en un abrazo, nos damos cuenta de que Michael es frío y ya sabe qué es lo que va a hacer. Justo, en ese mismo momento, mientras Fredo llora en su hombro, Michael mira a uno de sus hombres. Incluso la forma de grabar a Al Pacino ha cambiado con el tiempo. En la primera película, se usaba un filtro especial que le borraba las arrugas y le daba un aspecto juvenil y angelical. Pero eso se acabó y se le marcan las ojeras, además de un tono de piel apergaminado que nos lo hace parecer no sólo más anciano, sino un poco más muerto por dentro.


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Y así es cómo llegamos a la parte final de la película, en la que Hyman Roth, un hombre que parece no llegar a morir nunca, regresa a los Estados Unidos. Michael tiene una de las mejores frases que he visto en una película para dejar claros sus movimientos.

“Si hay algo seguro en esta vida, si la historia nos ha enseñado algo, es que se puede matar a cualquiera.”

Incluso a alguien protegido en un búnker militar y rodeado de agentes del FBI. Michael envía a Tom Hagen para hablar con Pentangelli, y juntos exploran los inicios de la Cosa Nostra, el secreto de su estructura está basado en las antiguas legiones romanas, y la conversación deja muy claro que los Corleone son (o fueron en su día) un auténtico imperio romano. Y que si fallaba un complot contra el emperador, los conspiradores sólo tenían una salida: Si se quitaban de en medio a sí mismos, sus familiares no tendrían por qué cargar con las consecuencias.

De forma sutil, amable y civilizada, Tom Hagen le está dando a entender que se suicide.

Pero ni siquiera eso o la muerte de Hyman Roth impresionan tanto como el asesinato a sangre fría de Fredo Corleone, mientras Michael lo observa todo desde una ventana. La venganza ha sido consumada, y los enemigos de la familia están muertos. La historia de Vito y Michael Corleone está llena de sangre.

 

Siempre me pareció que Al Pacino y Robert De Niro son muy distintos. De Niro es visceral y capaz de crear un personaje de enorme complejidad. Ya sea trabajando como taxista o trasladándose a vivir a Sicilia para prepararse, mientras que Al Pacino es más intuitivo y salvaje: él no necesita fingir ya que sus propios abuelos eran originarios del pueblo de Corleone. Es muy curioso que jamás coincidieran en la pantalla, lo que durante años dio pie a falsos rumores sobre su enemistad. Para mí, Pacino es quien queda por encima en este duelo interpretativo, aunque tal vez tuvo más libertad ya que De Niro tuvo que estudiar los movimientos de Marlon Brando en la primera película y además, hablar en italiano durante todo el Metraje.

 

Sin embargo eso no es todo, hay algo más. Michael, abatido, se deja caer en un sillón y asistimos a la última escena de “El Padrino, parte 2”, un recuerdo de los buenos años en los que Sonny, Fredo y Michael están a punto de celebrar el cumpleaños de su padre Vito. Sonny presenta a Connie a su amigo Carlo Rizzi, que se convertirá en su futuro marido y, a la postre, será el responsable de la muerte de Sonny. Es entonces cuando se enteran de que Michael se ha alistado a las fuerzas armadas contrariando el deseo de su padre. Michael es obstinado y dice que tiene sus propios planes para su futuro, que quizá sean muy distintos a la realidad. El pequeño hijo de la familia vuelve a tener ese aire angelical a su alrededor, y se enfrenta a la ira de Sonny, que le recrimina su comportamiento. Sólo hay una única persona que le apoya en su decisión y que, irónicamente, es el propio Fredo.

Aquellos fueron buenos tiempos, es el mensaje de esa escena, unos momentos felices que ya nunca regresarán. Los únicos que querían salirse de aquel mundo fueron los que acabaron cargando con el peso de la familia, destrozando sus propias almas en el camino y convirténdoles en instrumentos para un fin. Si algo se criticó de la primera película de “El Padrino”, fue su imagen excesivamente positiva sobre la mafia, cosa que desapareció en esta segunda parte al mostrarnos que, aunque los jurados le consideren inocente, hay algo de lo que ningún ser humano, y Michael Corleone no es diferente, jamás podrá escapar: La culpa.

 

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