[Análisis] Game of Thrones 4×01: ‘Two Swords’
Marián Ariza 8 abril, 2014 0
Suenan Las lluvias de Castamere mientras una espada que fue símbolo de valor y de esperanza se funde al fuego y una piel de lobo huargo que arde en las llamas evocan en nuestra memoria esas imágenes que tanto nos han rondado la cabeza durante los meses de espera. Así regresa Game of Thrones, recordándonos que en los Siete Reinos (y en el corazón de los seguidores) hay ansias de venganza y de culpable al que pedir cuentas. Señoras, señores, vuelve Juego de Tronos, al ritmo de Two swords. Analicemos qué ha pasado en un episodio que ha tenido como eje central la capital de los Siete Reinos y que poco nos desvela en cuanto a los acontecimientos que cerraron la tercera temporada.
Desembargo del Rey
El capítulo empieza suave, aunque nos ofrece datos prometedores. Todos somos conscientes de la ambición de Tywin Lannister y de la mayoría de sus descendientes, pero nunca está demás que nos recuerden quién manda aquí y qué pretensiones tiene. El patriarca de los Lannister tiene claro cuál es su nuevo papel en esta historia y cuál es su lugar. Como mano del rey, su sitio está en Desembarco del Rey y el deber de su primogénito no es otro que ejercer de “rey” allá donde él no puede. Pero, como en casa del herrero, cuchara de palo, Jamie, el matarreyes, tiene otras pretensiones, aunque no estén muy claras.
Sin embargo, ése no es el único problema que se le viene encima a Tywin. La boda del rey Joffrey con Margaery Tyrell está a punto de acaecer y los invitados comienzan a dejarse caer por la capital de los Siete Reinos. Entre ellos, se encuentra un joven príncipe, tan sediento de venganza como se quedaron los espectadores tras el visionado de la bien llamada boda roja. Y es que una orden de Tywin fue la causante de muertes que afectaron a ambas partes. En el caso del invitado, el príncipe Oberyn Martell, nos remontamos a los orígenes de todo este juego de tronos en el que nos encontramos inmersos. Y es que un Tywin, más joven pero no menos destructor y menos Lannister, fue el culpable de la muerte de Elia, la hermana de Oberyn, esposa entonces del célebre Raeghar Targaryen, y madre de sus amados sobrinos.
Mientras tanto, los hijos de la nueva mano no lo tienen fácil. Tyrion se las tiene que ver con una amante celosa y por un desconocido todavía descubrimiento de sus relaciones con Shae. Eso sin contar todos los entresijos de la corte, la inconsolable pena de su esposa Sansa Stark y, por supuesto, la llegada de los Martell a la ciudad. Jamie, a su vez, tiene que lidiar no solo con la pérdida de su mano de la espada sino también con una hermana egoísta y caprichosa que no valora su amor por ella y que desprecia todos los gestos que le brinda su gemelo. Pobre Jaime. Manco, repudiado y abandonado. ¿Quién me iba a decir a mí que iba a acabar lamentando la ruptura de una pareja basada en el incesto?
Y aunque quedan pocos, no por ello los Stark van a dejar de tener minutos en pantalla. Sansa, completamente apenada por el exterminio paulatino que está sufriendo su familia, encuentra un rayo de luz en el corazón de un bufón al que un día salvó la vida. Un collar es el único símbolo del agradecimiento que el ex caballero Ser Dontos tiene para obsequiarla. ¿O se trata de algo más? ¿Quizá tenga que ver con esa joya que necesita la futura reina Margaery?
Más allá del Mar Angosto
Más allá del Mar Angosto, Daenerys Targaryen también busca lo que hemos visto en todos los personajes que han ido apareciendo hasta ahora en el capítulo de esta semana. Pero no es venganza lo único que anida en el corazón de la madre de dragones. Y es que su mirada parece mostrar predilección por la última incorporación a su séquito: Daario Naharis. Un guerrero, que si bien ha cambiado de cara (hemos cambiado de actor de una temporada a otra) no ha cambiado de sentimientos. Sigue haciéndole la corte a Daenerys de la Tormenta y ella, oye, se deja querer.
Más allá del Muro
Si volvemos la vista atrás, todos recordamos cómo Jon Snow, después de vivir infiltrado entre los salvajes para finalmente descubrir sus planes y perder la cabeza por la hermosa Ygritte, abandona a su grupo para regresar junto a sus hermanos de la Guardia de la Noche escoltado por una nube de flechas que parecen buscar su muerte. Ahora, de nuevo en el Castillo Negro, el bastardo de los Stark tiene un nuevo enemigo: Janos Slynt, recién llegado de la capital de Poniente y poco dispuesto a confiar en Nieve. Afortunadamente, Aemon Targaryen da crédito a sus palabras y le brinda su confianza, dándole así esperanza a todos sus hermanos para intentar sobrevivir al próximo ataque de 100.000 salvajes.
Camino Real
En algún lugar del norte, camino del Valle de Arryn, Arya Stark vive a su manera el luto por la muerte de su madre y de su hermano. Ella no llora como Sansa, no se deja amilanar ante la adversidad. Arya también tiene ganas de venganza y, por fin, va a borrar de su lista uno de esos nombres que recita cada noche antes de dormir. Un encuentro en una posada le sirve no solo para recuperar su espada, sino para forjar una nueva alianza que vemos finalmente en forma de caballo y de una sonrisa de medio lado en un rostro por el que jamás creímos sentir simpatía: el Perro de Joffrey.
Game of Thrones ha vuelto, lento en ocasiones y falto de fuerza en algunos personajes pero, como siempre, dejando entender que lo mejor está por llegar. Y, oigan, si Two Swords ha tenido como protagonista indiscutible a un sentimiento de venganza, tengamos claro que precisamente eso es lo que vamos a tener esta temporada. La semana que viene, más. Eso sí, brindemos antes todos juntos:
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