Análisis: Half Minute Hero

Un RPG que se juega en treinta segundos.
Decir que cuando leí que eso iba a ser Half Minute Hero pensé que me estaban tomando el pelo. ¡Es absurdo!
Pero ¡ay!, cuando te pones a jugar. Es ahí cuando vemos que no sólo no nos han engañado, sino también descubrimos que el juego es bueno, muy bueno, y no podemos dejar de jugar.
Eso sí, en cómodos plazos de treinta segundos.

Half Minute Hero / Marvelous Entertainment / PSP

Imaginad un JRPG de lo más clásico.
Con su historia manida sobre un archienemigo que va a destruir el mundo y un héroe antagonista, con el carisma de una patata asada y el poder de… de una patata asada. Monstruos, objetos poderosos, mapas con vista superior, pueblos, comerciantes…
Y ahora pasad el juego a cámara rápida: nada de vagar como un mendigo por las ciudades rebuscando en cubos de basura, fuera las conversaciones interminables sobre el sentido de la vida con PNJs¹ con pelazo Pantene, olvidaos de interminables invocaciones y miles de combates contra criaturas de aspecto ridículo, y sobre todo, ni hablar de echar cien horas al juego para acabarlo.

Gotta grind! No time to explain!

Half Minute Hero es, lo que podríamos llamar, de forma tan incorrecta como acertada a la vez, la concentración de la esencia de los JRPG de 16 bits. Es lo que queda tras arrancar capas de horas discutiblemente divertidas, tras purgar todo lo que rodea al núcleo del JRPG y dejarlo ahí, frente a nosotros, brillante y reluciente, en forma de UMD.
Porque aquí hemos venido a liarnos a ostias contra monstruos, buscar objetos místicos y derrotar al malo, pero tenemos mucha prisa.

Y es que la gente de Marvelous Entertainment ha entendido una de las premisas de la consola portátil de Sony: un juego portátil es para jugar en el metro, en el autobús, mientras reflexionas en el trono o mientras esperas en la consulta del médico. Que sí, que los juegos más largos están muy bien para el sofá y tener la posibilidad de poner la consola está en standby es genial; pero, personalmente, me cuesta mucho centrarme en un juego si tengo que mirar por qué parada de metro voy cada tres minutos para no llegar tarde al trabajo; y es en esos momentos cuando necesito un juego corto, intenso y de jugabilidad directa.
Y esta gente lo ha entendido de maravilla.

Amor pixelado. A caballo, pero amor.

Medio minuto.
Medio minuto es todo lo que tenemos para detener al malvado de turno. En medio minuto debemos cruzar el mapa, resolver las quest que nos pidan los PNJs para abrirnos el camino, recoger el objeto necesario para eliminar al enemigo final², adquirir el nivel necesario para matarlo y hacerlo.
En treinta se-gun-dos.

Y es que el juego está  dividido en una sucesión de misiones de medio minuto, a lo largo de las cuales vamos viajando por el mapa, para destruir al Evil Lord, de tan genérico nombre como la trama, que es pasada inmisericordemente con el botón de acción, pues ¿a quién le interesa? Porque ¿no habíamos venido a rajar bichos y coger el tesoro?

Tengo una espada tan grande como un jamón serrano y no dudaré en utilizarla

Y la mecánica funciona. Demonios, si funciona.
El frenetismo al que somos sometidos por el juego es incruento. Todo son prisas.
Apareceremos en un pueblo donde nos indicarán y darán pistas del objetivo de la misión y a caminar que nos lanzamos, pues inmediatamente empezamos a viajar por el mapa, sufriendo encuentros aleatorios con los monstruos que pueblan la zona. Pero ojo, que estos combates se resuelven a base de embestir al enemigo: nuestro personaje entra por el lado izquierdo de la pantalla y carga contra los enemigos en dirección al lado derecho. Y estos enfrentamientos duran dos o tres segundos .
Si podemos con los rivales nuestro personaje los eliminará y apartará del camino a golpes; de lo contrario, moriremos y reapareceremos en el pueblo inicial… pero el tiempo no es reiniciado.
La única forma de hacerlo es realizando una ofrenda a una estatua que hay en algunos pueblos, que pondrá de nuevo el contador en 30 segundos. Tal ofrenda, como es obvio, es económica, y cada reinicio del cronómetro incrementará su precio, permitiendo que lo hagamos tres o cuatro veces, como mucho, en la mayoría de ocasiones.

Eso ¡ESO! es por lo que estamos aquí. Tesoros. Las zorras vienen cuando ya tienes eso.

Así pues, llegará un momento en que el juego nos avisa de que ya tenemos el nivel requerido para enfrentarnos al enemigo, aunque no siempre lo hace bien y más nos vale ir preparados.
Pero no sabe el malo de turno con quien se la juega, así que nuestro plan de llegar, matar al dragón y llevarnos el tesoro acaba funcionando, eventualmente³ tras un par de reinicios de cronómetro y una montañita de monstruos destripados. Y todo mientras hemos subido dos docenas de niveles, liberado al territorio, adquirido una espada mágica y metido la misma en el orificio rectal de un ogro.
Y sólo partiendo de treinta segundos, lo que significa que en lo que vais a clase podéis salvar, no se, ocho reinos. Porque el juego es así: una sucesión de misiones en las que, siempre partiendo de nivel uno, pasaremos de estar en el fondo del pozo a ser héroes. Pero de los de antes.

Necesito esa camiseta. Tú también.

Sí, podría hablar del resto de modos de juego que se desbloquean al finalizar el titulo, pero son bastante malos, francamente, y no dejan de ser un extra que ni se acerca a la grandeza del modo principal. Half Minute Hero debe ser jugado por su modo principal, y cuando lo acabéis, lo volvéis a empezar.

Half Minute Hero es grande por su simple concepción: la experiencia condensada y concentrada de juegos de cien horas en menos de lo que sacas Dragon Quest IX de su caja.
Y es que Half Minute Hero es esa golosina que te alegra la mañana. No te satisface al mismo nivel que cosas como Lost Odissey, porque no lo busca. Porque Half Minute Hero es como un tinto de verano que baja refrescante y saciante cuando el sol aprieta con ganas.
Cuando hace falta.