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Análisis: La Villa Misteriosa. Sudokus con historia.

Publicado el 24 diciembre 2010 por Portalgameover

Hoy en día es perfectamente posible tomarse unas patatas fritas sin sal y con cero calorías, beberse una cerveza sin alcohol y fumarse un cigarrillo sin nicotina. Si al hacer la compra te fijas en las estanterías del supermercado, verás que una parte importante de las cosas que allí se venden son sucedáneos insustanciales pensados para mejorar tu existencia. En la sección de lácteos la cosa ya adquiere tintes surrealistas, con leche cargada de omega 3, yogures con bífidos activos y demás patrañas que te permitirán llevar una vida de estrés y dieta a base de comida basura sin tener que renunciar por ello a una flora intestinal tan exuberante como los mismísimos jardines de Versalles.

El Profesor Layton y la Villa Misteriosa / Level 5-Nintendo / Nintendo DS

El Profesor Layton y la Villa Misteriosa / Level 5-Nintendo / Nintendo DS

Al tabaco que sólo es aire, al alcohol que no emborracha o al café que no espabila se les ha unido un nuevo hallazgo de reciente aparición: el videojuego que no divierte o, mejor dicho, que ni tan siquiera pretende divertir. Lo sorprendente del caso es que se venden como churros. Si reflexionas un momento seguro que conoces a algún iluminado que haya adquirido una consola, no ya para jugar, sino con el más elevado propósito de hacer deporte, mejorar su cerebro o, sólo Dios sabe con qué objeto, entrenar su cara, pese a que, como dicta el sentido común, para lo primero baste un chandal, para lo segundo sea más útil un buen libro y para lo tercero… bueno, ¿para qué demonios va a querer alguien entrenar su careto?

Profesor Layton y la Villa Misteriosa se vende a sí mismo como un juego que hará sudar tinta a tus neuronas y, en este sentido, la propia carátula alardea de que en el interior encontrarás más de 130 puzles y te desafía a que los resuelvas. Los hay de todo tipo, desde los basados en la lógica o en las matemáticas hasta las simples adivinanzas, pasando por laberintos, colocación de piezas y un larguísimo etcétera. Buena parte de ellos son verdaderos clásicos y ya los habrás visto en lápiz y papel. No faltan tampoco los que pretenden engañarte, por lo que el truco consiste en leer atentamente el enunciado, ni aquellos que lograrán que te estrujes desesperadamente la cabeza hasta dar con la solución.

Pese a todo el título de Level 5 no se resigna a cargar con el sambenito de brain training o de recopilatorio de sudokus y se esfuerza por reivindicar su condición de videojuego con mayúsculas, cosa que consigue solamente a medias. Para empezar, y esto ya es un punto a su favor, no te toma por imbécil, es decir, no te promete que vayas a ser más inteligente cuando te lo acabes, ni siquiera algo más atractivo, sino tan sólo que te habrás divertido un buen rato. Por otro lado, no se limita a presentar los puzles mondos y lirondos, como si de una triste revista de pasatiempos se tratase, sino que los acompaña de una historia por la que has de avanzar a la manera de las aventuras gráficas tradicionales.

En La Villa Misteriosa encarnas al Profesor Layton, prestigioso arqueólogo y experto en puzles que, acompañado por su ayudante Luke, acude al pueblo de Saint-Mystère, donde sus servicios han sido requeridos con objeto de resolver el oscuro enigma que plantea el testamento del fallecido barón Reinhold y que no es otro que el de encontrar un misterioso objeto: la Manzana Dorada. Una vez allí comprobarás que en la villa las cosas no son lo que parecen, con gente que se comporta de manera un tanto extraña, misteriosas desapariciones y, sobre todo, la presencia de una inquietante torre que parece vigilarlo todo desde las alturas.

Sin ser nada del otro jueves la historia posee cierto atractivo y ofrece un sorprendente e inesperado final. Eso sí, acusa en exceso la estructura del juego, que le hace perder ritmo, y queda un tanto deslavazada. Es el peaje que hay que pagar por meterle ciento y pico puzles a un argumento de dos párrafos. Lo sorprendente es que la cosa mal que bien aguanta el tipo y logra mantenerse a flote, y ello se debe en buena medida al que sin duda es el mayor acierto del título: su apartado artístico. Gráficamente el juego es precioso, con unos encantadores diseños en tonos marrones que se acercan más al cómic occidental que al manga. Tanto los personajes como la villa en la que transcurre la acción transmiten, pese al nombre de ésta última, un entrañable aroma británico sorprendente en un título japonés, y remiten directamente a una mezcolanza entre novela de Agatha Christie y cuento de Julio Verne. Aquí desempeña un papel fundamental la música que, sin ser demasiado variada, no cansa, invita a la reflexión y transmite una curiosa sensación de misterio y nostalgia que le queda francamente bien al título.

Tenemos delante, por tanto, un absorbente juego de rompecabezas, con un acabado artístico notable y que nos sumerge en una aventura de misterio. Suena bien, pero aquí es precisamente donde se encuentra el talón de Aquiles del título, ya que los puzles y la historia, no es que no estén integrados entre sí, es que habitan en dimensiones diferentes. Imagina que en el juego has de investigar en una casa pero un personaje situado en la puerta no te permite acceder al interior de la misma. En cualquier aventura gráfica tendrías que encontrar una solución “interna” al universo del juego, bien averiguando un camino alternativo (una entrada oculta), combinando objetos (un gancho y una cuerda para entrar por la ventana), interactuando con otros personajes, etc. Aquí, en cambio, tan sólo has que hablar con el individuo de la puerta, el cual te dirá directamente que para entrar tienes que resolver un puzle. Una vez aceptada su propuesta te aparecerá en pantalla el rompecabezas, que lo mismo puede consistir en agrupar una manada de gorrinos por parejas como en distribuir 5 litros de agua en tres tanques o guiar una bolita por un laberinto, es decir, algo que no tiene absolutamente nada que ver con la historia que te están contando.

Aunque en el tramo final se justifique argumentalmente la proliferación de tanto puzle ajeno al universo del juego, y a pesar de que Level 5 se esfuerza por introducir extras diversos basados en la obtención de objetos mediante la exploración de escenarios, lo cierto es que la interacción con el entorno y con los habitantes de la villa se limita prácticamente a desbloquear puzles, cuya resolución es lo que hace progresar la trama pese a que no tengan nada que ver con la misma.

Es decir, el desarrollo consiste en enfrentarte a los mismos retos que te puedes encontrar en cualquier revista de pasatiempos o página de internet dedicada al tema, por lo que la sensación de que te has comprado el cartucho de “Los 1.000 Rompecabezas de Siempre” al que han añadido un cuento para darle más salero a la cosa te acompañará durante toda la partida.

Si hay que valorar un videojuego por la relación entre lo que pretende y lo que consigue, entonces Profesor Layton no es un mal título: promete puzles de calidad y a mansalva y eso es lo que da. Además los presenta de forma impecable, clara y elegante, con un apartado artístico excelente. Por otro lado, la posibilidad de rejugarlos accediendo al menú del juego y de descargarte uno nuevo semanalmente garantiza una mayor longevidad al título. Eso sí, en pocos momentos te sentirás en la piel de un sabueso que ha de desentrañar un enrevesado misterio con sus dotes detectivescas como única arma, y eso es un hándicap importante. Al fin y al cabo qué sería del pobre Sherlock Holmes si para descubrir al asesino pudiera prescindir de su lupa y su ingenio, y le bastara con calcular el tiempo que tardarían en cruzarse dos trenes en la línea Madrid-Barcelona que viajan a ciento cincuenta kilómetros por hora.

Puntuacion: Del montón.


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