Revista Series

Analizamos el final de Entourage

Publicado el 14 septiembre 2011 por Lapalomitamecanica
 y Pablo de los Ríos.
Un final para olvidar de una serie a recordar
Entourage cierra sus puertas para siempre en lo que significa el fin del camino que hemos recorrido junto a Vince y sus chicos durante practicamente la última década. Nunca más la canción de Jane´s Adicction conseguirá ponernos de un plumazo en sintonía con una de las series más divertidas y gamberras de todos los tiempos, donde el mundo de la farándula que es todo el tinglado de Hollywood nunca estuvo más expuesto, haciendo sentir al espectador como un auténtico voyeur como si pudiéramos ver por una mirilla a las auténticas estrellas y su derrochante forma de vida.
¿La clave? Quizás, que Entourage jamás ha llegado a tomarse en serio a sí misma. Siempre en tono de humor, la serie producida por Mark Wahlberg nos introdujo en la vida de las estrellas de cine y sus excentricidades, en el negocio que mueve el mundo del espectáculo con el carismático Ari Gold (o la masa con camisa). Pero siempre (o casi) prevaleciendo el buen rollo antes que  las miserias del éxito, transmitiendo el mensaje de que nada puede ir mal si estas con tus amigos, y terminando por desgracia volcados en esa moralina que no ha dejado hueco a esos cameos esperados o a ese superproyecto deseado para Vince.
Tras el salto y cargadito de spoilers, decepción y rabia contenida, el análisis del final de El Séquito.
Lamentablemente, la serie ha concluido (con posible proyecto de película) y no lo podía haber hecho de peor forma con la temporada más floja de su historia, superando incluso a la horripilante sexta entrega. Y es que posiblemente, Entourage debió haber terminado mucho antes para evitar una despedida tan amarga. Y es que no nos engañemos, con una duración tan limitada por episodio y temporadas tan cortas, hace tiempo intuímos que no tenían intención de evolucionar demasiado la trama. Y una vez visto su final, toca resignarse y aceptar la conclusión que los guionistas han dado a Vince, Tortuga, Eric y Drama.
¿Qué ha fallado esta temporada? Posiblemente todo, incluyendo los mismos errores del pasado. Cuando ves series de un formato de tan poca duración y de tan solo ocho capítulos, los guionistas lo que no pueden permitirse es tener líneas argumentales de relleno como ya hicieron en la sexta temporada. Y es que por de algo se caracterizó el sexto año fue por la tabarra que nos dieron con la cursi historia de amor pedante entre Eric y Sloan, que llegó a convertirse incluso en el eje central de la temporada. 
En la siguiente entrega, los guionistas consiguieron de nuevo subir el listón con un final fantástico en el que llevaban a Vince a su lado más oscuro para volver con una octava temporada en la que en ocasiones nos hemos sentido ante una reposición de Sexo en New York  y del que se esperaba algún toque dramático a colación del problema de Vince. Sin embargo, los guionistas decidieron tomar el camino más sencillo como si aquí nunca hubiera pasado nada y llevar a la máxima potencia ese buen rollo casi enfermizo que ha terminado edulcorando la función hasta límites insospechados. 
Pero no solo eso, ya que el final de El Séquito también pasará a la historia por la inverosimilitud y el atropello con los que han cerrado todas las tramas. Como si fuera un conejo sacado del sombrero de Tamariz, los guionistas deciden que Vince debe casarse (¡Después de tener una cita 24 horas!) con una absoluta desconocida -monísima, eso si- para darle un final al personaje que ralla el topicazo más absurdo. Simplemente porque las estrellas son así. O eso nos cuentan.
Por no hablar de E, que otra vez ha condenado la trama al abrazo de Sloan con un embarazo que remata el tópico de la boda en el episodio final. Una situación que ha rozado el límite del ridículo con Turtle y Johnny embadurnados de merengue intentando convencer a la chica para que acuda a la boda y cuyo único lado positivo ha sido poder despedirnos del antaño temible Terrance (Malcolm McDowell).
Y Tortuga, o mejor dicho “el chico de oro de los negocios”, pasa de estar en la bancarrota a ser rico con el poco convincente negocio del tequila en menos de 30 segundos. Menos mal que nos queda Drama, el único que ha conseguido evitar la tragedia -con la excepción de las apariciones puntuales y siempre brillantes de Billy Walsh- regalándonos con su Johnny Bananas los momentos más divertidos y más coherentes con la evolución del personaje.
¿Y qué me decís del final de Ari Gold? Para echar espuma por la boca y quedarse seco. Durante toda la temporada hemos tenido que sufrir el cansino tira y afloja entre Ari y su acomodada mujer con crisis de la mediana edad. Y la conclusión final no podía ser más hiriente para los que nos encanta este personaje. Con lágrimas en los ojos hemos asistido a la encadenación de chorradas que ha hecho Ari -opera modernosa incluída- poseído por el espíritu de osito Teddy, capaz de dejartodo atrás (incluida la agencia) para ir tras su mujer con lágrimas en los ojos derrumbando al mito de un solo plumazo. Ha sido tan duro como descubrir que Charles Bronson sonrió una vez con un chiste. Y es que no es que nos hayamos quedado sin Ari para siempre, sino que ni siquiera hemos tenido esa despedida con el superagente saliendo del ascensor en formato tiburón y soltando improperios a todo aquel perteneciente a una minoría susceptible de ser discriminada.
Al menos, tras los títulos de crédito nos dejaron abierta la posibilidad de un spin-off, ¿Deverdad triunfaría una serie con Ari Gold de protagonista? Hipótesis imposibles de responder aparte, lo que está claro es que Entourage ha llegado a su fin de la peor forma posible dejanado sin pulir otra joya de la HBO que tiene su principal valor en sus cinco primeras temporadas. Desde luego, si vamos a echar de menos a alguien es a Drama encarnado por Kevin Dillon, que ha terminado siendo el único superviviente del Hollywood Gang, y el que más momentos para el recuerdo nos ha dejado. Eso sí, es una pena quedarse con ganas de haber visto algo de Viking Quest.

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