Un final apoteósico para una temporada irregular
Una año más -contando con la fantástica precuela que los
directivos de Starz se sacaron de la chistera- Spartacus ha vuelto a dejarnos boquiabiertos con uno de esos
capítulos tan propios de la serie de la cadena Starz (Boss) que cortan la respiración a medida que Espartaco se abre camino a base de
sudor y, sobretodo, de sangre. No obstante, hay que decir que la travesía hasta la batalla del Monte Vesubio no ha
sido todo lo placentera que esperaba de esta segunda temporada, de hecho, ha
sido demasiado irregular llegando a mediocre (“2x04 Empty Hands” ¡Uff! horrible) en demasiadas ocasiones. Aún así, han sabido reconducir la situación en dos últimos capítulos
sencillamente apasionantes, donde podemos observar que a los directivos de Starz no les ha temblado la mano a la
hora de cargarse personajes importantes.
Descubre nuestras impresiones, tras el salto.
Spartacus: Blood and Sand fue en su día una serie que dividió bastante a la opinión seriéfila.
Si bien yo mismo fui de los que el piloto no les hizo demasiada gracia, también
soy culpable de haber caído rendido ante el poderoso espectáculo que es por encima de todo esta serie nada más ver el alucinante “1x13
Kill Then All”. Los excesos de sangre y el sexo explicito son las señas de
identidad más discutidas, dos marcas que caracterizan a una serie con lenguaje
propio de la que finalmente obtenemos algo más allá por debajo de la
superficie, una historia apasionante. Las maquinaciones del Gran Batiato, las humillaciones a las que someten
a los esclavos y la búsqueda de gloria de los gladiadores redondearon una
primera temporada perfecta que finalmente acabó con Espartaco alzándose contra la propia Roma, un final de temporada
que cambiaría completamente los esquemas sobre los que se estaba apoyando la televisiva y que supondría la prueba de fuego definitiva para la serie del
lamentablemente fallecido Andy
Whitfield.
Spartacus: Vengeance
comenzó prácticamente donde Blood and
Sand nos dejó, con los gladiadores huyendo de Capua y con Crixo y Spartacus
en busca de Naevia, atravesando todas
las tierras de los señoríos y liberando a los esclavos a su paso para que se
unan a la causa de una vida libre. Durante la travesía se pueden observar
puntos de conflicto que han marcado la tónica de la temporada, como la constante
rivalidad entre las distintas etnias de los esclavos, el cuestionamiento
constante del liderazgo de Espartaco
y, sobretodo, la incertidumbre sobre los planes de futuro del Tracio que hizo temblar Roma.
Estos puntos, aunque han sido tratados, en ocasiones también se han tocado de forma
superficial, de manera más acentuada en lo referente al liderazgo de Espartaco, limitándose en
ocasiones a dejarlo todo a expensas de un discurso poético motivador. Respecto
al objetivo que persigue el protagonista, la venganza contra el pretor Glabro ha influido en sus decisiones más que la búsqueda de
una libertad para los suyos. Dicha dualidad moral no ha calado sobre
los demás de una forma convincente. Una vez cumplida la venganza, la meta
deberá ser lo que anhela todo hombre cautivo, la libertad.
Por desgracia, el peso que dejó Batiato con su muerte fue demasiado grande para que Claudio Glabro pudiera llenarlo y dejarnos satisfechos. El buen trabajo de John
Hannah (Batiato) sin duda ha ensombrecido la actuación de un Craig Parker (Glaber) que desde el
piloto me dio la sensación de ser un actor de nulo carisma, pero tampoco ayuda la descripción de los guionistas, que lo retratan constantemente como una sabandija que, además de mediocre, peca de pardillo y que poco o nada tendría que hacer ante el
gran Spartacus. Lo mismo pasa con el
resto de los personajes romanos secundarios que han deambulado esta temporada,
lejos de interés alguno. El caso de Ilythia
bien podría ir aparte, ya que la atractiva actriz Viva Bianca ha sabido recrear a una de las mayores “Bitches”
de la televisión contemporánea.
Otro de los puntos que más me han chirriado esta temporada
es esa alianza sorprendente entre el astuto Ashur y la viuda de Batiato, Lucrecia, que milagrosamente sobrevivió
a una muerte casi certera. Un retorno a la vida nada convincente que no ha
hecho sino rellenar minutos descaradamente con un rol tan poco verosímil como guía espiritual al servicio de la suerte del pretor Claudio Glabro. No obstante, Lucrecia
ha sabido terminar su andadura en Spartacus:
Vengeance de una forma que ralla la tragedia griega y que habrá hecho las
delicias de muchos telespectadores.
En lo que sí parece que existe unanimidad leyendo otras
reseñas de la temporada, es en el lamentable cambio de actriz elegida para interpretar al amor de Crixo, Naevia. Y es que los llamativos rasgos
de belleza de Cynthia Addai-Robinson
juegan totalmente en su contra, sin conseguir que el espectador se crea al personaje, es como si metiéramos a Sara
Carbonero en un simposio de periodistas. Además, si has permanecido una temporadita en una mina
más oscura que la furgoneta del Dioni
y encima has pasado por los brazos de todo el cuartelillo, que menos que no
salir con una piel aún más tersa que la de la inagotable Isabel Preysler, ¡qué unas cicatrices no cuestan nada hombre! Lo cierto es que en general, los roles de las
mujeres esclavas no me han convencido demasiado, ya que muchas de ellas se han
pasado la vida entre algodones –relativamente- al servicio de sus amos en
labores domésticas y me cuesta mucho creer que en menos de lo que tarda Jacob de la saga Crepúsculo en quitarse
la camisa se conviertan todas en clones de Xena, La Princesa Guerrera. Por no hablar de que si vas a un encuentro con Glabro, no recurres a un abuelo y a tu
querida para que te cubran las espaldas cuando tienes un ejército de ciclados
en el poblado.
Sin embargo, a pesar de las deficiencias, la segunda
temporada de Spartacus se ha sabido
reponer gracias a la batalla del Vesubio
con un Liam McIntyre que ha
encajado a la perfección, dejando a un lado comparaciones odiosas con su
predecesor. Yo desde luego espero ansioso la siguiente season y espero que Starz
no repare en gastos a la hora de contar con extras, ya que después de esta
batalla Espartaco llegó finalmente a contar con ejércitos de 70.000 hombres
que pusieron en jaque al Imperio Romano. Pero, especialmente, deseo que no cometan los
mismos errores de esta temporada, ya que si la historia de Spartacus
flaquea, todo ese reguero de sangre y sexo a raudales no hace sino acrecentar
sus deficiencias en detrimento de la serie.
No obstante y como decía, han sabido poner un punto y a parte con un final donde han
rodado cabezas, principalmente la de Ashur, y una que no esperábamos en absoluto, la de Oenomaus, al cual
seguro que echaremos de menos.