Revista Viajes
Más allá de las áreas comerciales, las pistas de esquí y los fondos de capitales desviados a los bancos opulentos de Andorra permanece guarecido un mundo de singular y añeja belleza, no apta para turistas absorbidos por las modas, los descuentos en tecnología y la nieve deslizante.
He pasado de largo estas zarandajas para extraviarme por la población de Encamp. Los alrededores de este lugar son de un encanto y placidez magníficos, con asombrosas panorámicas montañosas y una fisonomía netamente medieval. He tenido la suerte de ver estos parajes nevados, con lo cual, la postal de navidad se imprime en mi mente como una realidad notoria.
Si el día no amanece encapotado es una excelente idea tomar el funicular para degustar este espacio orográfico tan fascinante. La ausencia de la marabunta humana engrandece la visita y me regala en exclusiva una villa medieval.
La zona más asombrosa tal vez sea Les Bons. Todo rincón y vericueto está impregnado de belleza antigua y soberbia. Son preciosas las vistas desde el puente (1948), primigenio acceso a este lugar tan silente y evocador. Merece la pena seguir el pedregoso y escarpado sendero hasta el coqueto oratorio (S.XIX), que uniera Canillo con Francia. La imagen de la virgen es obra de Ramón Argilés, 1999.
Es un camino “intransitable” ascender hasta los restos señeros de la Torre de los moros. Las vistas son excelentes desde esta asolada atalaya militar, probablemente del siglo XVI, época en que las tropas de los hugonotes incursionaron en Andorra.
Si este paisaje tiene mucho de cimarrón, rudo y montaraz, mucho más idílico es el túnel o pasadizo de la Casa Tona: es una fotografía de postal.
Más vistas magníficas nos esperan desde la Casa Toles o el paseo junto al río Valira D´Orient. Es una delicia perderse entre las casonas de talante pétreo e inconmovible, como la que ostenta la Casa Cotxa, S.XVIII.
Sigo mi estela medieval por las zonas de Mosquera y Tremat. Es muy buena idea detenerse en la Oficina de Turismo, donde os atenderán de maravilla. Después, un agradable paseo por Carrer dels Cavallers, Sant Miquel o la Avenida de Joan Martí.Es bastante curiosa la inscripción en la Casa de los mal avenidos, donde dice: Jesús, María 21/02/1960.
Este lugar estaba concebido para reunir a las parejas que andaban todo el día a la gresca o pasaban por diferencias irreconciliables. Al no estar permitida la separación vivían aquí hasta que dirimieran sus conflictos.