Los que tenemos perro, sabemos de la dificultad de encontrar un piso de alquiler en el que nos permitan tener nuestras mascotas sin problema. Los que vivimos en Andorra, sabemos que esto puede ser una misión imposible.
En el Principado, casi todos los propietarios se niegan a aceptar animales en sus inmuebles y los que los aceptan, suelen poner limitaciones tan incoherentes como sólo gatos o sólo perros de hasta x kilos.
La sociedad sigue relacionando perro grande con destrozos, pero se olvidan que uno de los mayores problemas que puede causar un perro, son los ladridos y lloros continuos y en ambos casos el problema no es la raza o el tamaño, si no la educación del propietario y por ende, del can.
Otro de los problemas vecinales suelen ser gritos y peleas maritales, música a todo volumen, lloros y berreos infantiles, movimiento de muebles y bricolaje a horas intempestivas... En ninguno de estos casos se establece una limitación o una advertencia suavizada en el contrato de alquiler.
Cuando vamos a firmar (y no antes, porque si no, seguramente no reservaríamos el piso), nos avisan que hay una clausula que prohíbe perros en el piso, (aunque el propietario sabe que venimos en pack), y que si molesta tendremos que marcharnos.
Habitualmente, los inquilinos aceptamos estas clausulas abusivas y vivimos con miedo, pero debemos ser más firmes porque siempre tenemos las de perder. Si un vecino al que no le caemos bien, decide comentar que nuestros perros ladran incluso sin ser verdad, hará que se nos presente una situación incomoda y que nos amargue el día a día. Llegará a oídos de la portera o de los gestores y recibiremos un aviso. Un aviso sin fundamento porque no se puede demostrar, para ello habría que llamar a la Policía, que tomasen nota y que el vecino pusiese una denuncia para que un medio imparcial diese parte de esa molestia. Y nadie lo hace.
Entonces, ¿por qué seguimos aceptando tener esa presión continua que no nos merecemos?
Inquilinos desconsiderados los hay, con perro y sin perro. Un piso destrozado te lo puede dejar alguien con mascotas o sin mascotas, porque el que vive solo, también puede ser un pieza. Hay inquilinos con mascotas que son un desastre, que no tienen control de lo que sucede dentro de casa cuando no están y que tampoco les importa, que no tienen en cuenta del descanso de los vecinos, de lo que es vivir en sociedad, pero sigo diciendo, que esa situación también se da con gente que no tiene mascotas.
Estoy de acuerdo en tener control de quién vivirá en la propiedad al igual de qué animales habrá, simplemente no comulgo con la idea de perseguir a los que tienen animales incluso antes de ser culpables de nada.
Y también estoy de acuerdo en perseguir al que causa problemas con todo el peso de la ley.
Cualquier persona mentalmente sana que alquila un piso en el que vivirá durante un periodo de tiempo más o menos largo, se pre-supone que desea vivir cómoda y agradablemente por lo que irá manteniendo la vivienda para poder seguir viviendo cómoda y agradablemente durante todo el tiempo que viva en ella. Si no es así, el problema no es la mascota que pueda vivir en la vivienda, si no la claridad mental del que la alquila.
Con la costumbre de pedir 2 meses de fianza, cada propietario retiene al inquilino una media de 1200€ para un piso de 2 habitaciones. En el caso de que al marcharnos del inmueble lo dejásemos en malas condiciones, esta cantidad de dinero da para subsanar muchos desperfectos. Muchísimas veces, el piso no tiene desperfectos y nos retienen nuestro dinero de todas formas. ¿Por qué tenemos que estar presionados antes, durante y después? ¿No es esto una persecución gratuita?
Cómo se puede observar, nos encontramos en esta situación actualmente.
Estuvimos viviendo más de 5 años en el mismo piso. Hace poco más de 6 meses que cambiamos de vivienda después de estar más de 1 año buscando un sitio que nos gustase y que nos aceptase poder tener perros.
Tras 6 meses viviendo aquí y después de haber tenido un par de desencuentros con la propiedad, nos encontramos con la misma situación; volvemos a buscar vivienda de alquiler y volvemos a encontrarnos con la negativa de aceptar perros.
En nuestro caso, la situación aún es más complicada. A veces tenemos algún perro en casa, como inquilino un par de días, en un proceso de re-educación o en un tratamiento de modificación de conductas, así que el proceso se nos presenta harto largo y pesado... ¡Deseadnos suerte!