Andrés Avelino Aramburú Sarrio, periodista y político. Nació en Lima el 10 de noviembre de 1845 y murió en la misma ciudad el 22 de mayo de 1916. Hijo de José Félix Aramburú y VegaBazán, oficial mayor de Hacienda, trujillano, y de Petronila Sarrio y Pozo, limeña. Sus estudios iniciales los realizó en el Instituto Preparatorio dirigido por Antonio Godoy y Marcos Riglos y Benavente, pasó luego al Convictorio de San Carlos y finalmente se doctoró en Jurisprudencia por la Universidad de San Marcos en 1868, con una tesis sobre la pena de muerte. A pesar de la oposición de su madre, terminó por dedicarse al periodismo, comenzando con eventuales colaboraciones para El Comercio (1863) y editando luego La Voz del Patriotismo (1865), al calor de la coyuntura del ataque de la Escuadra Española. Seguidamente se desempeña como redactor de El Nacional, fundado por un destacado grupo de escritores liberales, entre ellos Manuel María del Valle y Juan Francisco Pazos; y, desde 1873, dirige La Opinión Nacional, diario de su propiedad al que sostuvo por más de cuatro décadas. Ante la invasión chilena, como reservista del ejército, concurre a la batalla de Miraflores (15 de enero de 1881), cumpliendo funciones de secretario del presidente Francisco García Calderón, durante el denominado gobierno de la Magdalena, en los aciagos días de la ocupación chilena. En octubre de 1882 es desterrado a Chile y a su vuelta respaldó el pronunciamiento del general Miguel Iglesias (1883). Representante de Chancay ante la Asamblea Constituyente de 1884-1885, que aprueba el tratado de Ancón. No obstante, posteriormente, desde su periódico apoya la causa del general Andrés A. Cáceres, opositor de Iglesias. Su intervención final en política fue como diputado por Lima en 1894, oponiéndose a Piérola, para después dedicarse exclusivamente a su labor periodística hasta 1914, a través de elocuentes editoriales y de una mordaz columna llamada “Mentiras y candideces”. Publicó: Una palabra al Congreso (1872), La candidatura Pardo (1872), Lo que se ve y lo que no se veOjeada sobre los principales actos económicos del gobierno civil (1874). Dejó inédito: Diario del destierro (dos cuadernos), de índole familiar, de confidencia amorosa, pero también con notas sobre la vida de las ciudades; escrito para su esposa durante el tiempo de su ostracismo en Chile, con las escalas llenas de recuerdos en las radas de Arica e Iquique, su desembarco en Valparaíso, su paso por Santiago con rumbo a Talca, donde permanece varios días, y su ulterior traslado a Chillán donde se une con Juan Ignacio Elguera, Manuel Candamo, José Antonio García y García y Ramón Ribeyro. Pulcro en su traje y en su estilo, cortés, benevolente, ferviente patriota, político leal, una personalidad vigorosa. Fijó una marcada orientación de las prácticas estadounidenses en la conducción de su prestigioso diario, destacando como una gran figura del periodismo sudamericano. Casado en Lima con Agripina Salinas y Cossío.