Revista Arte
Andrés ortiz tafur, caminos que conducen a esto: las rendijas por donde se escapan la siluetas de los sueños
Por Asilgab @asilgabLa necesidad de soñar es inherente al ser humano, si no, ¿de qué valdría vivir una vida apegada a esa realidad de la que tanto renegamos? Andrés Ortiz lo sabe muy bien y nos regala veinticuatro bocados de aire fresco en los que el ser humano se enfrenta a su otro yo, ese que nos aguarda cuando estamos solos sin poder dormir bocarriba en la cama, o ese que nos aborda cuando nos proponen aquello que nunca imaginamos que podría tener cabida en el mundo real. Andrés Ortiz juega a repreguntarse la vida desde el otro lado, ese en el que no se despacha más que bebidas sin razón aparente, pero con una aplastante humanidad que, en ocasiones, nos deja sin aliento. Ese es uno de los grandes aciertos de esta recopilación de relatos: la sorpresa, la diferencia, el hacernos encontrar bien ante un hombre color azul cobalto de una estatura visiblemente inferior a la normal... ese otro mundo es el que presenta este relatista jienenses como una suerte de caminos que conducen a esto de una forma tan natural, que no pretende asustarnos, aunque sí sorprendernos. A través de sus palabras, revivimos de una forma sencilla la necesidad de cambiar la realidad, por ejemplo, a través de una naranja de cuya cáscara es blanca, o con esa mujer barbuda que el destino la hace, esta vez sí, enfrentar sus sueños como ser individual frente al resto de los sueños del mundo. Porque, ¿quién no ha tenido el miedo a que nos rompan el molde de las reglas y de esa forma derribar nuestro sueños?, como el personaje de El médico-sociólogo y el suceso-milagro.
Otro de los grandes aciertos de esta recopilación de relatos es la brevedad de los mismos. Desde que inicié mi andadura en esto de intentar escribir relatos, siempre he oído lo mismo una y otra vez, el arte de escribir es un diez por ciento de escritura y un noventa por ciento de corrección; una corrección sustentada en la supresión de todo aquello que sobra. El arte del relato tiene mucho de concisión y de quitarle grasa al músculo como ha dicho Gonzalo Calcedo, para el que suscribe, el mejor relatista español vivo, al que acompañarían una nómina formada por otros grandes como: Carlos Castán, Sergi Pàmies, Guillermo Busutil o Félix J. Palma, por citar solo a los más sobresalientes maestros del relato corto español. Una lista en la que habría que incluir desde ya a Andrés Ortiz, porque esta primera recopilación de relatos, que lleva por título Caminos que conducen a esto, desprende el aroma de los grandes libros, esos que están cargados de grandes aciertos. Andrés Ortiz Tafur, de esta forma tan sobresaliente, se erige en el gran hallazgo como relatista del año en el panorama literario español, pues su voz es potente, muy potente, y personalísima, y distinta a cualquier otra, y propia, tan propia, que se convierte en mágica, pues cual mago, nos toca con su varita cargada de palabras el resorte de nuestra imaginación y de los deseos más ocultos, mostrándonos con una sencillez y una fuerza apabullantes, las rendijas por donde se escapan las rendijas de los sueños, dejándonos con la necesidad de ir en su busca y no parar hasta encontrar ese espacio infinito donde siempre tiene cabida el deseo de soñar; y esa es una cualidad que poseen muy pocos en su verbo y en su prosa, y Andrés Ortiz Tafur en este libro las posee ambas, es más, yo diría que todas.
Ángel Silvelo Gabriel.