Acabo de aprobar la galerada definitiva de lo que va a ser mi segunda novela en el mundo editorial. Ni que decir tiene la ilusión que le produce ver a uno su trabajo bien maquetado y editado, aunque ese primer bautismo ya lo experimenté gracias a mi hermana África con Fragmentos (I Premio Certamen Cultural URJC 2001). Dejando para el tiempo es mi segundo intento narrativo, y nunca mejor dicho, pues hasta que no la acabé no empecé a trabajar mi faceta de cuentista, como me dicen los más allegados. Muchas vicisitudes han marcado la ya larga vida de esta novela que, acabé en el año 2004 allá por el mes de noviembre, y no todas positivas, por ese mal sabor de boca que te dejan los proyectos abortados en el último momento. Esta novela ya estuvo a punto de ser editada en 2006 por Septem Ediciones y en 2011 por Ediciones Irreverntes, a las que fue presentada a los concursos de novela corta que convocaban dichas editoriales. Por razones ajenas a mí nunca llegamos a un acuerdo, pues no se entiende que te hagan propuestas editoriales que tú no pides, si en ellas el autor tiene que financiar parte del proyecto. Pero ahora, gracias al grupo Editor VisionNet, Dejando pasar el tiempo va a ver la luz (espero que antes de esta Navidades) para culminar así un proceso demasiado largo y a veces tedioso.
Os dejo la breve sinopsis de la novela que aparecerá en la contraportada de la misma:
“El tiempo y los recuerdos son como las estaciones, siempre van, pero no siempre vuelven”. En ese movimiento inicial que a veces se torna trágico y en ocasiones melancólico, Alfonso se ve atrapado no sólo por el poder hipnótico de los reflejos dorados que llegan acompañando al otoño, sino también por la ausencia de Laura. Ambas circunstancias, para él, llegan envueltas en la idea de ciclo que todo lo puede. Un autoritario transcurso del tiempo del que no sale indemne, como tampoco lo harán su padre ni su abuelo, representantes de un pasado al que él no quiere seguir avocado.
En un terreno tan vasto como es la vida, el protagonista asume esa necesidad de búsqueda de su lugar en el mundo. Primero lo hará a través de las estaciones que, como un sendero mágico, le trasportarán por su existencia con la ayuda de un diccionario donde poder buscar aquello que no entiende, pero luego, lo hará a través de un singular viaje hacia el pasado de su familia. Una experiencia que le llevará hasta el desierto y a la necesidad de desentrañar sus enigmas en un infinito horizonte que divide el cielo azul y la tierra caliente.
Dejando pasar el tiempo es una novela iniciática, donde se dan la mano la meta literatura y la innata búsqueda de certezas que persiguen al ser humano, aunque éstas sean tan sencillas como ver amanecer.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.