“Animal kingdom”: Jauría humana y familiar

[6/10] Sin anestesia, vemos en la primera secuencia cómo “J” pierde a su madre por sobredosis, mientras mira absorto la televisión y su rostro apenas se inmuta. Una llamada telefónica y el joven huérfano es acogido por una abuela con quien no había relación alguna y por sus cuatro tíos… y con ello se introduce en la selva urbana de la droga, del robo y de la violencia criminal. Así comienza “Animal kingdom”, con una voz en off del muchacho que cuenta que allí todos vivían con el miedo en el cuerpo y que lo suyo era una continua huida hacia adelante… sin rumbo. Son los recuerdos de alguien que tenía que encontrar su lugar en un mundo de chantajes, amenazas y venganzas… con la muerte o la policía siempre al acecho, y que se veía sin querer traicionar a los suyos pero también sin participar en sus negocios, sin saber cómo escapar a ese infierno.

El debutante David Michôd nos presenta a una pequeña y barriobajera mafia australiana, donde el padrino es una mamma de modales cariñosos pero mirada peligrosa y cuyo único objetivo es proteger a sus polluelos de la ley. La llegada de su autista nieto viene a engrosar la familia y a introducir, muy a su pesar, un elemento distorsionador de esa tensa calma… pues la desconfianza y suspicacia alimentan el miedo de todos. El lenguaje y comportamiento del entorno familiar es tan pobre como la personalidad de unos individuos más dados a la heroína o al disparo fácil que a las reflexiones o los matices. Son retratos bien perfilados en su simplicidad y contundencia, siempre temerosos de la represalia, con relaciones sostenidas sobre la jerarquía del más fuerte… Son individuos marginales y desarraigados de la civilización, pobladores de un submundo de corrupción y amoralidad… donde “J” debe tener cuidado de no mancharse pero también de no fallar a la lealtad familiar.

En panorama no es atractivo ni muy dado al sentimentalismo, y la violencia física deja paso a otra emocional que golpea al espectador pero que hace que quede distante, como si no quisiera participar de esa jauría humana ni ser cómplice de los trapicheos de esos tíos siniestros ni de esa madre posesiva. Una turbiedad que la fotografía de Adam Arkapaw recoge con acierto al crear ambientes inquietantes, lo mismo que el trabajo de sonido y la música distorsionante. Una cinta dura y sin concesiones, de montaje seco e impactante, con una puesta en escena que juega con el fuera de campo para no mostrar violencia ni degradación humana, o una planificación cerrada que genera angustia y opresión en el espectador. La perfilada caracterización de los personajes en el guión se completa con unas buenas y gélidas interpretaciones de todo el reparto, con un toque outsider en los hermanos Cody o con el lacónico desconcierto de James Frecheville como “J”, pero sobre todo con Jacki Weaver en el papel de una madre cuyos abrazos parecen estrangular la vida de sus cachorros… mientras esconde las uñas con las que defenderlos.

El thriller cae en la reiteración y le sobra algo de metraje… y también unos ralentíes que rompen el tono realista general; además, algunos momentos de la trama no acaban de parecer verosímiles, pero son defectos menores en un buen trabajo. Esta opera prima ganó el Gran Premio del Jurado en Sundance, y supone una cruda radiografía del submundo gansteril narrado con ritmo preciso e intenso. Sin embargo, no dejará buen sabor de boca en el espectador que busque emociones o complacencia porque la realidad mostrada no es agradable, y en el mundo enfermo de los Cody sólo rige la ley del más fuerte… que se impone “porque lo mando yo”, caiga quien caiga.

Calificación: 6/10

En las imágenes: Fotogramas de “Animal kingdom” – Copyright © 2010 Screen Australia, Porchlight Films, Film Victoria, Screen NSW, Fulcrum, Media Finance y Showtime Australia. Distribuida en España por Avalon. Todos los derechos reservados.