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Annie Ernaux o la escritura autobiográfica

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

Un descubrimiento, esta autora francesa, que explora un género basado esencialmente en la autobiografía. La reflexión sobre la escritura autobiográfica es un campo vasto y explorado desde diversas ópticas, desde la literatura de ficción basada en la vida propia hasta los ensayos que versan sobre la autobiografía misma o la escritura del diario personal.

Catalogar como novela la mayoría de las obras que Annie Ernaux (Lillebonne, Francia, 1940) ha escrito tras abandonar sus primeros pasos como ortodoxa escritora de ficción no parece corresponderse con el género que ella cultiva desde hace tiempo. Más adecuado es referirnos a ella como escritora autobiográfica, si bien lo que escribe tampoco es una autobiografía. Porque lo que Ernaux hace es desplegar en forma de escritura, en un ejercicio de memoria, los episodios más flagrantes y sobrecogedores de su vida, en varias narraciones.

Su último libro, Mémoire de fille (Gallimard, 2016), traducido también al catalán por Angle Editorial este año 2020, en versión de Valèria Gaillard, con el título Memòria de noia, es un texto paradigmático para introducirse en esta peculiar y sugestiva forma de escritura.

Y si bien la autora se plantea la pregunta sobre el objetivo que persigue el hecho de poner sobre papel con la intención de publicarlo una parte más que significativa de su vida, la incógnita no se acaba de resolver del todo con una respuesta clara y contundente. Leemos que tiene "Una sospecha: quién sabe si no he querido, oscuramente, desplegar este momento de mi vida para experimentar los límites de la escritura, empujar al límite el tira y afloja con lo real [...]. Quizá también poner en juego la figura de escritora que me devuelven [...], denunciar una impostura del tipo 'no soy la que pensáis'".

Cuando hablamos de autobiografía o de diario personal nos preguntamos hasta qué punto podemos dar por hecho que el texto sea absolutamente sincero por parte del autor o autora (siempre nos queda la duda sobre la intención más o menos consciente de presentarse de manera agradable -también a los propios ojos-, aunque no haya en principio voluntad de publicación). Sin embargo el texto de Ernaux parece escrito con una sinceridad y una autenticidad estremecedoras. No tendría sentido no escribir con honradez cuando uno de los objetivos que sopesa es librarse de un "yo" que quiere dejar para siempre atrás, del que se avergüenza, con el que no quiere identificar el "yo" del momento actual en que escribe, que considera otro.

En el transcurso de la lectura y teniendo en cuenta los hechos narrados -que arrancan con unos acontecimientos que en el momento en que ella los vivió le produjeron vergüenza y orgullo-, relacionados con su primera experiencia sexual en el verano de 1958 y que terminan en 1963, cuando ella es estudiante de Letras en la universidad de Rouen, nos parece llegar a la conclusión de que el primer objetivo de la autora es recuperar para sí misma una memoria que le ha dejado una huella ignominiosa, que la ha seguido acompañando demasiados años y que tiene la esperanza de superar con la escritura. Y, si leemos con atención, parece que lo consigue. Porque desde que comienza el relato hasta que lo concluye, la seguridad de la autora y el sentimiento de autoafirmación y de identificación con su último "yo" parecen irse consolidando paulatinamente. La autora considera la memoria como una forma de conocimiento. Lo que parece perseguir es reubicar la memoria.

La temática narrativa que trata es sencilla y frecuente en literatura: la vida de una chica en los años más cruciales desde su primera experiencia de libertad a los dieciocho, que le proporciona también la sexual, hasta que empieza a encauzar su futuro como mujer joven, más segura de sí misma. Esto la emparentaría, en el campo de la ficción, con muchas novelas juveniles o con las novelas de aprendizaje. Lo que hace especial el relato es el cómo, su calidad autobiográfica, que equivale a una confesión, a una liberación. Y lo que le da un valor añadido impagable es la posibilidad que ofrece al lector de reflexionar sobre la escritura autobiográfica, a pesar de que este no sea, al menos no en primera línea, el tema (consciente) del relato.

Ernaux escribe lo que leemos en el año 2003, con una distancia de cuarenta y cinco años en relación con aquel verano de 1958, en el que arranca su historia, cuando pasará las vacaciones como monitora en unas colonias infantiles. Y escribe manifestando inseguridad en cuanto a su intención.

No la abandonarán las preguntas, que salpican el texto y lo acompañan constantemente a medida que se desarrolla. A veces afirma directamente que la memoria le falla, pero manifestaciones indirectas de incertidumbre son recurrentes: las expresiones como "seguramente", "quizá", "me pregunto si", "[...] lo que hoy me parecen las primeras señales de aquello en que me convertiré después -o en lo que creo haberme convertido", dan a entender su honradez y el sentimiento de imposibilidad de tomar la necesaria distancia de los hechos para referirlos con perspectiva. Sus herramientas: la memoria, que ella provoca contemplando fotografías y releyendo cartas y anotaciones hechas en aquella época en libretas.

Ella, hija única, nacida en el seno de una familia católica de tenderos (el padre proveniente de agricultores), pasó su infancia en Yvetot, pequeña población de la alta Normandía. El ambiente católico que la acompañó desde niña, en la familia y en la escuela, así como el fuerte control al que estaba sometida por parte de los padres, probablemente cultivaron en la joven un deseo de libertad que marcó fuertemente su primera experiencia sexual y los sentimientos antagónicos que esta experiencia le desencadenó. Sin embargo, Ernaux no hace ninguna hipótesis en este sentido, sencillamente describe el ambiente de catolicidad que ella conocía, contraponiéndolo fuertemente con el de los "otros". La diferenciación "yo" vs. "otros" constituye un leitmotiv que hace patente su sentimiento de aislamiento y de rareza en relación con el resto de monitores y el fuerte deseo, a menudo expresado, de pertenencia al grupo, del que se siente siempre excluida.

Los planteamientos que se hace a sí misma la autora relativos a sus intenciones, al funcionamiento de la memoria, a su percepción de varios "yo", en función de la etapa vital en que se encuentra... sirven al lector para hacerse preguntas esenciales sobre la objetividad, la verdad, la parcialidad de la memoria, la capacidad para la autopercepción, la función de la escritura, los límites entre géneros literarios...

Formalmente el relato está escrito en primera y en tercera persona; Ernaux emplea la tercera para ganar distancia entre el "yo" actual y el "yo" del verano del 58 sobre el que escribe. El registro lingüístico es juvenil y refleja el lenguaje fresco y desenfadado de la chica de aquellos años. De vez en cuando emplea estilísticamente el listado para hacer relación de recuerdos o de objetos, lo que transmite la sensación de espontaneidad, como si la autora hubiera trasladado literalmente las anotaciones de sus libretas de chica de aquel tiempo a la narración del texto.

La autora recibió el premio Renaudot (1984) por La Place y el Formentor de las Letras (2019) por el conjunto de su obra, gran parte de la cual ha sido traducida al español.

Una lectura recomendable.

Annie Ernaux

Memoria de chica

Traducción de Lydia Vázquez Jiménez

Ed. Cabaret Voltaire, 2016, 197 pp.

Annie Ernaux o la escritura autobiográfica
Anna Rossell

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