Abandoné el gimnasio, no empecé a fumar y nunca dejé de aprender idiomas.
Me sigo mordiendo las uñas, grito demasiado y mi humor prosigue sacando de esquinas a las vueltas de quicio.
Digo palabrotas, habito en la jungla de mi cuarto y aún no he ordenado Mis Documentos.
No he visto demasiado, he leído menos que de costumbre y he reído igual.
He descubierto la vida laboral, acabo de vislumbrar un nuevo horizonte y sé lo que se siente al decir posgrado.
En este año me ha pasado de todo, como siempre:
he querido mucho, he odiado más bien poco, he llorado como de costumbre y el nivel de carcajadas ha sido equilibrado.
Como cualquier 31 de diciembre, es hora de hacer balance.
El mío da positivo en alegrías y esfuerzo, en intentonas y en qué pasará.
¿Y el vuestro?
Que leáis muchos cuentos y soñéis otros tantos.
¡Felices 366 días!