Tras el verano, ya se han retomado las clases, las rutinas y los hábitos propios de esta primera etapa del curso. Es por ello, que ya en muchos colegios o institutos tienen los exámenes de la primera evaluación. Es el primer empujón del curso y se muestran nerviosos para aprobarlo todo.
La ansiedad en cierto modo, cuando se manifiesta de forma moderada, nos hace aumentar el rendimiento, la motivación y la eficacia en el estudio. No obstante, niveles altos de ansiedad pueden producir bloqueos y dificultades en el rendimiento.
La ansiedad ante los exámenes se produce por un miedo intenso que se experimenta ante el examen o la anticipación del mismo, donde influyen mucho las expectativas que tenemos.
Algunos síntomas que se pueden manifestar son:
- Síntomas fisiológicos: sensación de ahogo, taquicardia, sudoración, sequedad de boca, mareos, náuseas, ganas de hacer pis, dolores de cabeza, etc.
- Síntomas motores: tartamudeo, quedarse en blanco, tics, temblor de manos, etc.
- Síntomas cognitivos: lagunas de memoria, dificultades de concentración y atención, pensamientos obsesivos y repetitivos, etc.
Para reducir dicha ansiedad y que no nos bloquee, es muy importante llevar a cabo una buena organización y planificación.
Para ello, dividir el tiempo de estudio en tres partes:
- La primera parte, es la mejor para empezar con aquellas tareas de nivel medio, pues cuando acabamos de empezar a estudiar, estamos frescos y podemos concentrarnos mejor.
- Después, en el momento en el que más concentrados estamos, es el momento de aprovecharlo para todo lo de nivel difícil. Todas aquellas cosas que más nos cuestan o que requieren de más concentración son las que debemos hacer en este punto.
- Por último, una vez estamos cansados, nos dedicaremos a las tareas que más fáciles nos parecen y que menos concentración o atención necesitan.
Por otra parte, en cuanto a los tiempos, en vez de estar toda la tarde sin parar, lo mejor es seguir periodos de estudio de 50 minutos, seguido de periodos de descanso de 5-10 minutos (nunca de más para no romper la concentración).
Con estas pautas, lo que se pretende es que la persona perciba el estudio de una forma más asequible y que le agobie menos. No obstante, si los síntomas fisiológicos son muy elevados, se pueden llevar a cabo también otras técnicas de relajación o respiración que ayuden a disminuir el malestar y que aumenten la sensación de capacidad personal.
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