Quiero entrar en una pequeña reflexión alrededor de la visita papal. Cierto sector beato mediático, “ultracentrista”, se queja de la falta de tolerancia de algunos sectores laicos con la visita del Papa, y critican que Zapatero no asistiera a la misa que ceremonia el Papa. Este sector ultracentrista intenta poner en el punto de mira la intolerancia laica, y la violación de la libertad de credo y de expresión (vete a saber como, porqué yo puedo protestar por la visita de George Bush, el Papa o el Dalai Lama y eso no viola ninguna libertad a nadie), para demostrar que el laicismo es algo fundamentado en la búsqueda de la destrucción de la iglesia católica o algo por el estilo.
Me gustaría hacer una reflexión. Imaginémonos que en lugar de venir el Papa de la iglesia católica, viene el Imán de Casablanca, que por su visita la Mezquita de Córdoba queda bloqueda al tráfico y allí se oficia una oración musulmana. Que antes de venir se queja que España no respeta la tradición islámica y que el Islam no está suficientemente protegido ni apoyado publicamente. Imaginémonos que en su liturgia expresa que España es un país intolerante con las religiones al permitir que las mujeres creyentes puedan ir a trabajar sin pedir permiso a sus esposos o padres, o que no exijan el cumplimiento de la sharia. Imaginémonos que ese Imán expresa que en España se permiten bromas sobre la religión musulmana y eso es un atentado a las libertades religiosas. Imaginémonos también que se le ocurre decir que el gobierno español tiene la misma actitud que los cruzados de tierra santa al no permitir que el Islam ocupe el espacio que debe ocupar en la esfera pública, marcando que leyes no pueden ser aprobadas por un parlamento. Imaginémonos que el señor Imán propugna que la igualdad constitucional entre hombres y mujeres es contraria a los preceptos que dicen que la mujer ha de ser obediente y esto ha traido la degradación y el libertinaje a Europa. Imaginémonos que comienzan a criticar que ni Zapatero ni Rajoy han asistido a las oraciones de los musulmanes y que eso es un insulto a los musulmanes españoles y del mundo.
Imaginémonos también que el Imán exige al gobierno español un trato proporcional al que le concede el concordato con el Vaticano a la iglesia católica, y que exige que ciertos elementos de patrimonio pases a ser usufructo del Islam, y por tanto la Alhambra de Granada sea un centro religioso musulmán por el que el gobierno les paga para que lo mantengan, en proporción al número de creyentes que se declaran islámicos. Imaginémonos también, que el Imán exige que en la declaración de la renta haya una casilla para “fines religiosos del Islam”, al igual que la hay para la iglesia católica.
La pregunta que me hago, ¿cómo reaccionarían esos medios beatos ultracentristas? ¿serían tan tolerantes como exigen que lo sean los laicistas?. Es evidente que no. Y desde una perspectiva “liberal” de las sociedades donde una religión o una ideología no puede imponer su visión por el hecho de ser dogmática, el rechazar o protestar porqué el Papa de Roma exige que no se pueda abortar en España o que los homosexuales no puedan casarse es lo mismo que protestar porqué a un Imán musulmán se le ocurra decir que en España las mujeres tienen demasiadas libertades. El considerar fuera de lugar las comparaciones de Benedicto XIII con la guerra civil española es equivalente a considerar las comparaciones que hagan algunos islamistas con el Al-Andalus.
Lo que me viene a concluir que las supuestas libertades y derechos que los medios “ultracentristas” propugnan es la libertad para poder decir ellos las barbaridades que quieran pero imponer al resto el silencio. Que venga el Papa de Roma, de una religión que es mayoritaria en mi país y que respeto, no merecería unas manifestaciones de rechazo si no fuera que este personaje pretende condicionar las políticas que democráticamente y dentro de un marco de seguridad jurídica como es la Constitución Española y dentro del marco de convivencia que se ha ido construyendo en Europa, hemos decidido tener.
La gran diferencia entre el sector “beato-ultracentrista” y un amplio sector laico es que los segundos reaccionamos a la contra de cualquier intento de cualquier religión de imponer su dogma a la visión convivencial mayoritaria y actuar como factotum y lobbye que intente condiconar la política de un país. Sea esta religió la católica, la musulmana o el budismo del Dalai Lama, mientras los primeros están todo el día con la matraca de “respeto a la vida” y que el aborto, el divorcio, las bodas homosexuales, etc… son contrarias a los principios católicos, y en cambio se soliviantan cuando escuchan a un musulman en sus mismos términos.
Por suerte, estas actitudes de la Iglesia Católica y la caverna mediática que tiene a su alrededor no hace cuajar aberraciones al estilo del “Tea Party” y lo que hace es alejar a los creyentes de sus dogmáticas visiones.