Revista España
Antequera es el prototipo de la ciudad barroca del sur.
Iglesias, conventos, ermitas y palacios civiles construidos entre los siglos XVII y XVIII enaltecen su barrio viejo, situado a los pies de un altozano coronado por una alcazaba.
Hacia el norte se divisa una peña rocosa origen de una de las más conocidas leyendas pregonadas en el sur desde la conquista cristiana, la “Peña de los Enamorados”.
Las crónicas recuerdan que pocos años antes de la conquista de la ciudad un soldado del rey Fernando cayó preso en un pueblo próximo a la Antequera árabe.
Hecho prisionero en las mazmorras de la alcazaba, una mañana recibió la visita de la hija del rey moro, una joven de belleza paralizadora conocida con el nombre de Tazgona que tras cruzar su mirada con el joven Tello cayó rendida por amor.
Desde ese día la princesa buscó toda suerte de excusas para bajar a diario a las mazmorras donde en compañía de su soldado urdieron juntos el modo de escapar.
Provistos con el amor como única arma, los jóvenes escaparon una mañana, pero pocos minutos después de la huida, al rey árabe llegó la noticia de la fuga.
El padre de la princesa Tazgona encabezó un batallón que trató de dar caza y muerte al soldado cristiano. La mala suerte quiso que ese mismo día las tropas cristianas asediaran Antequera.
Los dos amantes, acorralados e indefensos, decidieron subir hasta la cima de una afilada peña visible desde todos los caminos que conducen a la ciudad malagueña. En ella prefirieron arrojarse al vacío y despeñar sus cuerpos antes que separarse.
El rey árabe y el rey cristiano contemplaron a los amantes cogidos de las manos y ensangrentados, y angustiados decidieron declinar cualquier lucha para hacerse con el gobierno de la ciudad.