“Nadie ha podido conmigo en veinte años de música” Un misterio lo envuelve
Sus seguidores lucen entusiasmados como si de un culto se tratara. “Estamos esperando al hombre”, se oye entre tantas voces.
El viaje desde la Línea Noroeste -donde vive- hasta la capital, le lleva varias horas con una parada (para comerse unos friticos).
Ya en el escenario, se le ve con un saco de funcionario, una camisa de bachatero y su inseparable guitarra, la misma a la que le saca esos tonos que ningún otro colega puede.