Revista Creaciones

Anticiparse a que las pelotas caigan

Por Patriciaderosas @derosasybaobabs

Dicen que a los niños les tranquiliza conocer los detalles de algo que va a ocurrir. Si están viendo una película y por alguna razón intuyen que el protagonista puede morir o que en algún momento sucederá algo que les asuste, quieren saberlo antes de que ocurra. No importa si se arruina la sorpresa final, la antelación les confiere seguridad y la información hace que estén preparados, en mayor o menor medida, para lo que venga. Quizá por eso les gusta repetir una y otra vez la misma película. En cada visionado asumen un poco más lo que les gusta y, sobre todo, lo que no.

A mí también me gusta anticiparme a los hechos. Cuando tengo que ir a un lugar que no conozco, siempre lo estudio con anterioridad y con detenimiento. Cómo llegar, las calles por las que tendré que pasar, los aparcamientos, los locales más cercanos. Nunca me ha gustado dejar demasiadas cosas en manos de un factor sorpresa que no domino. Lo fortuito solo es atractivo cuando sale bien.

Qué fascinantes las mujeres que improvisan, con las que nunca sabes qué te depara la vida, con las que cada nuevo día es una nueva sorpresa, viajar sin destino y sin equipaje, desconectar, fluir…No soy yo.

Viajo con pasaporte y fotocopias de pasaporte. Si viajas conmigo, es probable que me haya hecho con una fotocopia de tu pasaporte. No preguntes cómo. Con lo que llevo en mi bolso de mano, podría sobrevivir un par de días. Antes de empezar un libro, me aseguro de que no hable sobre enfermedades. No leo libros sobre enfermedades. He dejado series a medias por la misma razón. Cuando me gusta mucho una crema o una barra de labios, compro tres, no vaya a ser que dejen de hacerla. Llevo zapatos de repuesto en el coche porque una vez se me rompió un tacón y fue incomodísimo. Hago fotos con el móvil de lo que me hace reír y de lo que me emociona y me lo envío a mí misma porque no quiero perderlo.  Si es muy bueno, también lo apunto. Este año por fin tengo una libreta para ello, una más. Porque el papel no falla, si acaso fallas tú. En un capítulo de The Office, Michael y Dwight logran demostrar que se puede fidelizar mejor a un cliente con métodos tradicionales que con una nueva y moderna web. Estoy pensando que ellos no son precisamente un buen ejemplo. Pero bueno, tampoco lo soy yo.

Si organizo un evento, jamás como algo que me pueda sentar mal las 24 horas anteriores. Voy a lo seguro. Cuando conozco a alguien, trato de escuchar más y hablar menos. Pongo tres alarmas para despertarme en intervalos de diez minutos. Odio las supersticiones pero soy víctima de algunas. Por ejemplo, asocio algunas prendas o colonias a cosas que me han pasado. Si no fueron buenas, puedo dejar de usarlas para siempre. Si fueron memorables, jamás me desprenderé de ellas.

Tanto control, tanta cautela y, sin embargo, no soy dueña de un solo momento. Cuando veo a un malabarista con demasiadas pelotas en el aire siempre pienso: Se le van a caer. Una de ellas romperá el equilibrio en cualquier instante y hará que todas caigan. Después descubro, con cierto alivio, que estaba equivocada. Que me anticipé y que fui yo quien falló. Algunas personas lanzan pelotas lejos solo por saber dónde llegan y a otras nos gusta voltearlas en el aire y recuperarlas de nuevo. Si se caen, tampoco habrán ido muy lejos.


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