Los antioxidantes constituyen actualmente un verdadero boom en la industria alimentaria que está formulando nuevos alimentos y bebidas que los contengan en su composición. Esto se debe a las ventajas del consumo que estas moléculas tienen para la salud. Los antioxidantes, como indica su nombre, son unas sustancias que neutralizan las reacciones de oxidación. Estas reacciones pueden formar radicales libres que dañan las células.
Aunque las reacciones de oxidación son imprescindibles para la vida, la exposición a agentes externos como el humo de los cigarrillos o una incorrecta alimentación (consumo de aceites vegetales hidrogenados presentes en margarinas y de ácidos grasos trans) generan reacciones en cadena que incrementan los radicales libres en nuestro organismo provocando daños celulares. Son los responsables del envejecimiento prematuro, pero esto es lo de menos, ya que pueden contribuir al desarrollo de enfermedades graves como hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, diabetes, algunos tipos de cáncer (boca, faringe o esófago) o enfermedades neurodegenerativas como parkinson o alzehimer.
Los antioxidantes se encuentran de manera natural en algunos alimentos en forma de vitamina C, vitamina E, carotenoides y polifenoles. Para asegurarnos un aporte adecuado de antioxidantes deberíamos incrementar el consumo de estos alimentos: las frutas y las verduras de color rojo o anaranjado como las zanahorias, tomates, fresas, arándanos, frambuesas...son una fuente importante de antioxidantes. Otras veces estos pigmentos anaranjados se hayan enmascarados por la clorofila como es el caso de las espinacas, pimiento verde o coles de Bruselas. Las frutas y verduras no son los únicos alimentos con antioxidantes, la leche materna es una fuente importante, así como la carne, el pescado, cereales integrales y productos lácteos. Entre las bebidas cabe destacar el té verde y el vino.
En resumen podemos decir que, aunque nuestro organismo luche a diario contra los radicales libres, las condiciones ambientales y la mala alimentación provocan un exceso de producción de los mismos con consecuencias peligrosas para nuestra salud. Echémonos un cable mejorando nuestros hábitos de vida y, por supuesto, nuestros hábitos alimentarios.
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