Revista Boda

Antoniología de una boda

Publicado el 04 junio 2014 por Javier De Lara @FValentis
Todo lo contenido en este relato es ficción, incluso Antonio. Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia. Los nombres, algunos más que otros, son ficticios y no tienen equivalencia con la vida real. Os ruego que nos disculpéis por Eva, que es nueva y no sabe lo que hace.
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Qué mayor estoy. Antes las resacas me duraban una mañana y por la tarde ya estaba completamente dispuesto para enfrentarme a una nueva aventura. En cambio ahora, cada resaca dura eternamente y se amontona sobre la anterior. Pero esta vez ha merecido la pena recortar unos meses mi esperanza de vida y maltratar mi hígado. Vaya fin de semana. 
"¡Olé, olé, olé! Pucela tiene un color especial Pucela sigue teniendo su duende;
me sigue oliendo al lechazo que le gusta a la gente."
Al menos así lo cantaba una muy alegre Celia, ganadora del concurso de baile probablemente más amañado de la historia. La noche ya había avanzado lo suficiente para descubrirnos a todos en un estado algo más eufórico de lo normal. Por el medio de la sala de baile una de las pocas chicas solteras huía mientras era perseguida por varios varones necesitados de afecto e Isa y yo, tirados sobre un sofá, tratábamos de reunir las energías suficientes para terminar la fiesta. Pero, ¿cómo habíamos llegado hasta ese punto? 
Un viernes por la mañana gran parte de los invitados salía de sus residencias rumbo a Sevilla. Nosotros éramos parte de la comitiva familiar de la novia por lo que se trataba, sin duda, de uno de los eventos del año y acudíamos con nuestras mejores galas e intenciones, dispuestos a dejar el pabellón muy alto.
Antes de llegar a la ciudad hispalense, algunos hicimos una parada en Cáceres, cuyo casco histórico merece una visita más larga y con más tiempo. Realmente espectacular la manera en la que está conservado, respetando gran parte de su trazado antiguo. Destaca, además de su catedral, iglesias y palacios, el hotel Atrio, que utiliza un espacio restaurado frente al palacio de los Golfines y que es una obra espléndida de arquitectura moderna que respeta a la perfección su entorno histórico.
Plaza San Jorge Iglesia San Francisco Javier CáceresVistas desde la torre de la catedral CáceresCáceres judería casco histórico
Como ya sabéis que somos de buen comer, aprovechamos también para visitar La Minerva , uno de los restaurantes más conocidos de la ciudad y he de decir que con justa fama. Probamos el menú diario y nos encontramos que tratan sus platos con mucho mimo y, además a un precio excelente. Destacan las migas, que son una bomba de calorías que merece la pena hacer explotar en tu estómago, y el salmorejo.
Restaurante la Minerva Migas CáceresSalmorejo Restaurante La Minerva Cáceres
Llegamos ya a Sevilla por la tarde y tras dar un breve paseo por sus calles tratando de buscar nuestro hotel, del cual hablaré en otra entrada,  nos pusimos en contacto con el resto de la familia y quedamos para cenar. Como también tengo intención de hablar de esta maravillosa ciudad con un poco más de detenimiento y de lo bien que comimos, saltaré esta primera cena y nuestra visita a la misma el día siguiente para llegar directamente al momento en el que estoy sentado sobre una silla, en una terraza con vistas a la Giralda, mientras espero pacientemente.

Gin Tonic Giralda Sevilla London nº1

Pequeños momentos de placer

¿Qué hacía yo allí? Bueno, estaba tomando un gin tonic con unas vistas maravillosas, así que poco importaba el motivo ¿no? El caso es que estaba esperando a que Isa terminara de hacer unas cosas y decidí darme un pequeño lujo. El problema es que como ya venía de haberme tomado alguna que otra cervecita en la comida, empecé a notar los efectos del alcohol recorriendo mi organismo. Nada preocupante, eso sí, al menos todavía.
Pero el descanso duró poco. Pronto fueron a recogernos y nos encaminamos a La iglesia del Señor San Jorge o de la Caridad, donde se iba a celebrar la ceremonia. Allí nos encontramos con el resto de los invitados y tras una bonita ceremonia, fuimos camino de la perdición hacia la finca donde se celebraría el banquete de bodas.
A causa del calor y de la necesidad de hidratación y un viaje con un conductor suicida, salimos en tromba del autobús en cuanto éste aparcó. Tras felicitar a los novios, que ya veían nuestras intenciones y no nos quisieron entretener demasiado, acudió a nosotros un camarero que llevaba una bandeja cargada de bebidas. Pero nuestro objetivo estaba en una barra situada en uno de los extremos del patio donde se celebraba el cóctel, en la que ofrecían Möet & Chandon en cantidades industriales. Así que, una vez que nos armamos con cuantas copas pudimos, fuimos hasta una mesita y conseguimos acaparar varios platos de jamón, amenazando a los pobres camareros que pasaban por nuestras cercanías.

Möet & Chandon boda lujo

Unas pocas copas de Moet

Las copas fueron cayendo, una a una, y nosotros descubrimos que el champán, si es bueno, casa con todo: con el foie, con el cazón en adobo, con el salmorejo, con el queso y, por supuesto con el jamón. Finalmente Celia y yo descubrimos que también va muy bien con más champán, porque tengo un vago recuerdo de rellenar nuestra copa con el resto de las copas que quedaban sobre nuestra mesita cuando nos llamaban para la cena, a la que nos encaminamos dando algunos tumbos.
Y cómo no podía ser de otra manera, los novios tuvieron el detalle de ponernos a la mayoría de los primos, tanto de sangre como políticos, en una misma mesa. Bueno y a Eva también, que era nueva y no quiso ni cantarnos ni hacer un discurso de presentación ni nada de nada. Muy mal ahí, Eva, si me estás leyendo. Además no paró de avergonzarnos delante de David, nuestro simpático camarero, al que pido disculpas. No se lo tengas en cuenta David, es que es nueva.
La cena fue, como el resto de la boda, estupenda y nos tomamos una ensalada de carabineros y un estupendo solomillo, todo regado con vino blanco y tinto. Y algunos se tomaron incluso un carajillo ¿verdad, Javi? Claro, en estos momentos de la noche, me empecé a dar cuenta que tal vez andaba un poco bebido, pero, por suerte, el resto de mis acompañantes compartían un nivel de alcoholismo similar o superior. Especial mención para ese momento de la noche merecen Cris y Blanca, que se lanzaron a la pista de baile nada más terminar el postre y empezar la barra libre. Añado una nota a posterior, porque al parecer también Pablo y Ana se lanzaron a la pista a bailar; lamento el olvido, pero en mi estado es un milagro que me acordara de haber acudido a la boda.
El resto de la noche es una nebulosa de imágenes, copas y canciones, donde pasamos por todas las fases de una buena borrachera. Quiero agradecer a Álvaro su confianza en nosotros, ofreciéndonos a las cinco de la madrugada su coche, para que pudiéramos evitar el autobús de vuelta. En caso de una multa, podíamos pagarla entre los veinte primos que íbamos a tener que meternos en el vehículo. El caso es que tras plantearnos los pros y los contras de la propuesta, Sergio decidió ir a la barra a pedirse una cerveza en un vaso de sidra que llenó hasta los topes. Esta imagen nos animó a todos y decidimos quedarnos definitivamente y tomarnos una copita más mientras esperábamos al autobús.
A la vuelta, tras granjearnos la enemistad de parte del autobús por nuestras canciones deportivas en contra del Betis y algunos chistes malos dirigidos por Pablo, cada mochuelo se fue a su hotel, salvo Javi que acabó en la habitación de Pati y Edu sin que nadie supiera muy bien por qué.
Sólo me queda ya agradeceros a todos este gran fin de semana. Ha sido realmente genial compartirlo junto a vosotros. Muchas gracias por vuestra gran boda y felicitaciones especiales a los novios, a los que os deseo felicidad y un gran futuro juntos.  Han quedado muchas cosas de las que hablar y muchas anécdotas en el tintero, que seguiremos recordando por mucho tiempo.

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