Revista Opinión

Antuco, los mártires de la conscripción obligatoria

Publicado el 20 mayo 2010 por Jorge Gómez A.
"Durante siglos el Estado ha cometido el asesinato en masa y lo llamó "la guerra"; luego ha ennoblecido la masacre en masa que "la guerra" conlleva. Durante siglos el Estado ha esclavizado a las personas en sus batallones armados y lo llamó "conscripción" en el "servicio nacional". Rothbard.
El 18 de mayo del año 2005, 44 jóvenes oriundos de zonas rurales de la Octava región, en el sur de Chile, murieron congelados en medio de un temporal de nieve y viento en las faldas del volcán Antuco.
Todos estaban cumpliendo con la conscripción militar obligatoria para todos los mayores de 18 años de edad, que establece la Constitución de 1980 en su artículo 22.
Ese día, aunque no vestían ropa apropiada para soportar la nieve, el frío y temperaturas bajo -10 grados, los oficiales de ejército a cargo, insistieron en dar la orden para iniciar la marcha en medio de la ventisca, a 1500 m sobre el nivel del mar. En sólo tres horas perdieron la vida, en vano.
Ante la reacción de los familiares de las víctimas que advertían la clara negligencia criminal, las autoridades políticas y militares de ese momento, no tardaron en apelar al chauvinismo para evitar el juicio público, y declararon héroes a las jóvenes víctimas, diciendo que “habían muerto por la patria” pues se habían presentado voluntariamente.
No obstante, si bien se habían presentado voluntariamente, dicha opción es sólo para presentarse. Si no existen voluntarios, igual se realizan los llamados obligatorios para llenar las plazas vacantes. En ningún caso se considera la objeción de conciencia como argumento para eximirse, y sólo se toman en cuenta problemas físicos y psíquicos.
SERVIDUMBRE INVOLUNTARIA
Esos 44 jóvenes fueron víctimas de la servidumbre involuntaria que es la conscripción obligatoria. Algunos dirán ¿Y quién nos defenderá de un ataque si no existe la conscripción?
La pregunta que deberíamos hacernos es ¿Alguna persona tiene el derecho a obligar a alguien, para defender a otro? No.
Sin embargo, el Estado crea esa ficción, y se la otorga como derecho a otros simples seres humanos -las autoridades de turno, políticas o militares-. Mediante ese subterfugio, éstas han enviado por siglos a miles a morir, y “defender” sus causas, camufladas en los “intereses del pueblo”, “la patria”.
Gracias a esa ficción, gobernantes de diversa índole, que son meros individuos, han podido llevar a cabo sus ambiciones personales de grandeza, pudiendo enviar de una vez a miles con promesas de honor y gloria -generaciones enteras de jóvenes- a morir en el campo de batalla.
En esa lógica, esos seres humanos se convierten en parte de la artillería y son contabilizadas por el Estado, al igual que las balas, las metralletas. Dejan de ser seres humanos y son vistos como cosas.
Y entonces en esos hombres “no hay libre ejercicio, ni de juicio ni de sentido moral, sino que se colocan en el mismo plano que la madera, la tierra y las piedras; y quizá se pudieran fabricar hombres de madera que sirviesen tan bien a ese fin”. Henry David Thoreau.
El consuelo para las madres o esposas de todos esos muchachos fallecidos en nombre de “la patria, el pueblo, la nación” ha sido un muro con su nombre o quizás una módica pensión para sus familias, creyendo que el olvido de las autoridades y de quienes los llevaron a morir no existe.
Tal como al parecer decía Paul Valéry “La guerra es una masacre entre gente que no se conoce, para provecho de gente que si se conoce pero que no se masacra”.
HÉROES OLVIDADOS
El 18 de mayo pasado, ninguna alta autoridad concurrió al quinto aniversario de la tragedia de Antuco. Ninguna autoridad se acordó de esos héroes.
Tal como ha ocurrido siempre, este año nadie se acordó de esos jóvenes, ni siquiera el actual ministro de Defensa Jaime Ravinet, quien también lo era cuando ocurrió la tragedia, durante el Gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006).
Quizás sea porque cuando era ministro en ese momento –tal como declaró Angélica Monares, presidenta de la Agrupación de Familiares de las Víctimas de Antuco- Ravinet dijo: “tengo 500 hombres más, voluntarios, para reponer a estos 45 que han muerto”.
Tal como decía Thoreau, los colocó en el mismo plano que la madera, la tierra y las piedras.

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