Los occidentales tendemos a pensar que la cultura japonesa es cerrada y aislada respecto a lo que nosotros entendemos como tal, y motivos para pensarlo no faltan. Los nipones conforman, en esencia, una sociedad basada en el respeto a las jerarquías, en la cautela, y en el honor; un término, este último, que en el otro extremo del globo terráqueo hace ya mucho tiempo que – desgraciadamente – dejamos atrás.
El honor es algo bastante ambiguo dependiendo de por que boca salga escupido, ya que para muchos es simplemente una palabra entre las tantas que aparecen en el diccionario. Ahora bien, en Japón la cosa cambia. ¿ Sabíais que el suicidio está considerado como algo de valientes en Japón ?, algo que puede, de cierta manera, recuperar la imagen ante una deshonra. Preciso de ello trata el artículo de hoy, del suicidio en Japón, y más concretamente del bosque de Aokigahara, el preferido por los suicidas de Tokio para colgarse de un árbol.
El bosque de Aokigahara se encuentra en las faldas del Monte Fuji – el pico más alto de Japón, 3.776 metros -, una zona conocida por la belleza de sus numerosos lagos y bosques. Un paisaje idílico que suele aparecer en muchas series y películas niponas. Pero bueno, este no es el caso. El bosque de Aokigahara es, digamos, la oveja negra del Fuji.
Aokigahara es uno de los destinos predilectos de los suicidas japoneses, especialmente de los tokiotas; y es que cada año deciden acabar con su vida en este lugar una media de 50 personas. Pocas son las veces en las que este baremo baja en exceso, y muchas en los que se dispara: en 1998 73 suicidas, en 2002 78 suicidas, en 2003 100 suicidas. Un infierno en el que las autoridades locales emplean anualmente a 300 personas a fin de que rastreen el bosque en busca de cadáveres; por lo general colgados de una soga.
Tal es la situación que quién se atreva a adentrarse en el lugar no lo va a tener difícil para encontrarse restos humanos, ropas ensangrentadas, envoltorios de fármacos e incluso algunas sogas todavía colgadas. En la entrada del bosque hay carteles que ruegan a los “aburridos con la vida” a que reconsideren su situación y pidan ayuda. Por lo visto no tienen mucho éxito.
Pero, ¿ por qué van los suicidas concretamente a este bosque ?
Las razones por las que tanto aburrido con su vida se acerque por esta zona en busca de su “dosis de honor” son varias.
Por una parte nos encontramos con que la zona ya tenía, desde el siglo XIX, tradición de muerte, al haber en la época familias que a fin de racionar lo poco que tenían y sobrevivir, abandonaban a los niños y los ancianos en el bosque. Se cuenta que las almas en pena de los difuntos vagan por Aokigahara.
Otra de las razones es “Kuroi Jukai”, la novela publicada en 1960 por Seicho Matsumoto en la que al final de la trama una pareja de enamorados se suicida en este bosque. Y finalmente, también a raíz de otro libro, se acabó rematando la cosa. El texto en cuestión en esta ocasión es “El completo manual del suicidio”, de Wataru Tsurumi.
Y bueno, si mezclamos la tendencia que tienen los japoneses al suicidio y lo fácil de influenciar que son muchos jóvenes, se jodió – los suicidas tienen una media de 30 años – .
Además el bosque se encuentra en las cercanías de Tokio, lugar donde “se recomienda no suicidarse”, ya que si el suicida causa algún daño económico con su acto es su familia quién debe responder ante la ley. En el bosque es gratis...