Hemos alquilado un coche en Christchurch, Ricki nos lleva en su coche hasta el sitio y desde allí salimos en cinco minutos con nuestro coche dispuestas a descubrir la isla Sur de Nueva Zelanda. Por el bien de todos los Neo Zelandeses su fauna, flora y todos los coches que nos crucemos mejor que mi carnet se quede en el bolsillo y deje conducir a Marta. Desde Christchurch a Aoraki Mount Cook hay más de 300km así que mejor despedirse de Christchurch e ir tirando. Pero antes me dejo convencer muy fácilmente para pasar por la Universidad de Christchurch que sale al principio de la película Criaturas Celestiales. Al igual que en Inglaterra aquí se conduce por la izquierda, el coche es automático, las carreteras anchas y bastante vacías. Pero la palanca para poner los intermitentes no está a la izquierda sino la derecha así que el ritual establecido para girar consiste en que avise con suficiente antelación para que dé tiempo a poner el limpiaparabrisas, quitarlo, reírse, poner la luz del lado al que vamos a girar, comprobar que no hay coches y finalmente girar el volante.
Ya llevamos un montón de kilómetros cuando aparece una mancha azul turquesa en el horizonte y nos quedamos preguntándonos si lo que hemos visto es un lago azul como una piscina o un efecto óptico. Aunque mi mapa marca un lago ese color no puede ser real. Cuando nos acercamos vemos que efectivamente era un lago natural el TeKapo, tan azul que parece de mentira, sin preguntar Marta para el coche y las dos salimos a tocar esa agua. Al llegar a la orilla me descalzo y meto los pies, está fría y enseguida me vuelvo a poner las bambas. Aunque todavía los vuelvo a meter unos minutos más tarde sobre las rocas. Es imposible acercarte a esa agua y no querer bañarte a pesar de su temperatura. Unos patos nos pasan por enfrente y se dirigen al baño como si nos quisieran enseñar cómo se hace. Decidimos quedarnos ahí para hacer un picnic y continuar el camino más tarde. Una iglesia, la escultura de un perro o un espacio para aparcar, cualquier excusa es válida para volver a parar el coche y hacer más fotos que nunca reflejan el auténtico color del lago. La carretera que llega al pueblo del Monte Cook, por llamar de alguna forma a las 4 casas juntas, pasa al lado de otro lago del mismo color esta vez es el Pukaki. Es tan azuuuuul! En el lado opuesto de la carretera aparece un campo de lavanda que cubre el suelo de lila y ni eso nos impresiona.
Llegamos tarde al típico albergue de montaña en un asentamiento de cuatro casas. Marta me convence para quitar peso a su mochila vendiéndome su segundo par de bambas. Las suelas planas y un par o tres de agujeros me convencen para despedirme de las bambas que me han acompañado cientos de kilómetros en tres continentes. El sol no se pone hasta las 21h y confiamos en ver algo del Aoraki/Monte Cook pero está muy nublado y sólo lo vemos cuando le alcanzan los últimos rayos de sol. Según la leyenda maorí Rakinui, el padre de los cielos tenía tres hijos: Aoraki, Ka Tiritiri y T eMoana. Un día decidieron ir de viaje pero su canoa se quedó encallada en un arrecife y empezó a inclinarse, los tres hermanos se subieron a la parte más alta intentando salvarse pero el viento les congeló. La canoa se convirtió en la isla Sur de Nueva Zeland, la proa en los fiordos de Milford Sound, Aoraki, el más alto, en el pico más alto y sus hermanos en las montañas que la rodean. La montaña tiene un significado sagrado para los maorís simbolizando la unión del mundo de los dioses y la naturaleza. Por ese motivo es el único lugar de Nueva Zelanda donde el nombre maorí, Aoraki, se pone delante del nombre inglés, Monte Cook. Al igual que la mitad de Nueva Zelanda el Aoraki aparece en El señor de los anillos como el monte de Caradhras. Bueeeeeno si pongo un poco de imaginación y entre cierro los ojos puede que me lo imagine.
Volviendo a la realidad como ninguna de las dos somos alpinistas no vamos a escalar el Monte Cook así que en el centro de información buscamos rutas fáciles para hacer en el parque Nacional del Monte Cook.
A la mañana siguiente guiamos el coche hacia el lago Tasman donde hay caminos fáciles de recorrer para ver icebergs flotando. Vamos con el tiempo un poco justo y está muy nublado así que apenas vemos un iceberg flotando cuando el viento vuelve a mover las nubes y el iceberg se esconde tímido detrás de ellas. Pero ahí aprendemos que el azul de los lagos Pukaki y Tekapo es debido a la mezcla de agua y tierra arenosa de los glaciares. Mientras que los lagos verdosos a los que estamos acostumbradas se alimentan de agua de lluvia y filtraciones de la tierra. Cuando nos cansamos de estar metidas en una nube sin apenas ver nada más allá de los turistas Chinos que hacen foto a cada piedra, recorremos la carretera paralela al lago Pukaki y nos despedirmos de él.