Por Guido Plotnik
River Plate 1 - Tigre 0
El Monumental estaba repleto. La gente llegaba al estadio cargada de sueños y la ilusión de ver a un River deslumbrante. Parece abuso exigir tanto desde la primera fecha, pero los de Cappa no colmaron las expectativas.
Que lo importante es intentar, no queda ninguna duda. Que River ayer lo intentó, tampoco se discute. El conjunto de Caruso Lombardi se mostró ordenado y con eso le bastó para complicar al local en el primer tiempo. Tigre contó con las mejores oportunidades de gol –entre ellas un tiro en el palo- y mereció irse en ventaja al descanso. Por su parte, a River le costó generar juego y a pesar de tener la pelota una mayor cantidad de tiempo, no logró hacer efectivo el dominio.
En los segundos cuarenta y cinco minutos, los de Cappa mejoraron y con el ingreso de Afrranchino por Lanzini empezaron a evidenciar signos de mejoría. A pesar de esto, River no tenía profundidad y le costaba terminar bien las jugadas. Con el correr del complemento, Tigre cayó en un pozo y ya casi no se acercó a la valla de Carrizo. Cuando el trámite se terminaba y el empate estaba firmado, apareció Ortega con una genialidad y en vez de definir, levantó la cabeza y se la sirvió a Funes Mori para que éste convierta el gol del triunfo. En el último suspiro.
River ganó pero no jugó bien. Los tres puntos servirán para trabajar más tranquilos en la semana y mejorar. Es muy pronto para reclamar un juego vistoso, pero quizás Cappa generó esta exigencia con su florida verborragia y esa forma de sentir el fútbol que tanto nos gusta. Todavía hay tiempo, River va a jugar bien.