Revista Cine

Apionabo y alginato

Publicado el 17 noviembre 2014 por Esti @estipuntobpunto
Hay gente adicta al chocolate. Gente adicta al juego. Gente adicta a "sustancias". Y luego estamos los enganchados a los programas de cocina.
El Pesadilla en la cocina de Gordon Ramsay y el de Alberto Chicote, Master Chef, Sabotaje en la cocina, Crónicas carnívoras y ahora Top Chef. No hay programa de cocina que no haya visto alguna vez. Y con tanto programa de cocina ya nos creemos expertos y vamos a un sitio de menú del día y decimos cosas como que el filete a la plancha nos resulta "plano en boca" y que al flan con nata "le falta rock and roll".
Pero con los programas de cocina no sólo aprendes formas molonas de ser el típico cliente tocapelotas. También aprendes vocabulario, como que el apionabo no es un personaje de los Fruittis, sino una verdura (mitad apio y mitad nabo, quién lo iba a decir). Que el alginato es un derivado de las algas usado para hacer esferificaciones y la xantana un polisacárido espesante. Y que en cocina también existen los trampantojos:
Apionabo y alginato Ni es chocolate, ni churros con azúcar.
El mejor trampantojo que una servidora ha probado, ever, son estos falsos churros con chocolate. Churros salados rellenos de queso que se untan en una crema de frijoles. Gentileza de la Panamericana. Cuando tengo un mal día cierro los ojos y pienso en el cóctel de gambas y bloody mary del Panamericana y me transporto al paraíso de las cosas ricas.
Pero si Top Chef fuera simplemente un programa educativo sobre cocina no sería tan divertido. Para que algo enganche tiene que tener conflicto. Y este año el conflicto viene dado, sobre todo, por un personaje bigger than life: Carlos. El resto de concursantes, excepto honrosas excepciones (David, relamido y redicho y con infancia de niño gordo en un pueblo donde los otros niños le pegaban; Honorato, el cocinero veterano y experto en comida viejuna; Rebeca, la cocinera hecha a sí misma y machirula; Marc, el único que critica a los demás con tanta saña como el propio Carlos), son un rollo.
Carlos no solamente es el típico cocinero moderno empeñado en innovar haciendo cosas como fuego comestible o aceite de tierra. Carlos es un iluminado. Cuando cocina se pone histérico, corre, insulta, reclama a gritos el alginato o congela la vitrocerámica al tirar hidrógeno líquido encima. Cualquiera que haya visto el programa más de una vez ha pensado que esto acababa como Puerto Hurraco, pero con Carlos usando su juego de cuchillos para eliminar a algún otro concursante. Y si uno ha corrido peligro, ése es Marc. 
Apionabo y alginato Carlos y Marc. Marc y Carlos. Tanto monta, monta tanto.
Este par de dos demuestra que todo reality necesita conflicto y un buen villano. La pregunta es: ¿el villano es Carlos o Marc? ¿o es una guerra entre dos Ángelas Channing de la vida?
Y es que la cocina no es un lugar agradable donde preparar con amor bizcochos caseros y deliciosos. Qué va. Es un campo de batalla. Parecido al de este episodio de Que Viva Italia: "hostaria". La competitividad  y el afán por innovar es tal que la cocina está perdiendo el norte.
Apionabo y alginato
Como decía David Sedaris en uno de los relatos de Mi vida en rose, "si la cocina es un arte, estamos en plena fase Dadá".
Ah, cómo me gustaría una final de Top Chef en la que Chicote y esos dos figurantes con frase que le acompañan dieran sólo 50 minutos a los concursantes para hacer el mejor plato posible. Podéis usar todos los productos que nos ha donado Makro y el excedente se dará a Banco de alimentos. El tiempo empieza ya...
Un concursante presenta un jardín zen de queso camembert, especias y fruta congelada. Otro, aire de zanahoria con leche amarga de coco. Y el tercero... un sandwich mixto. Que ha preparado con pan de molde, queso, jamón york y una sandwichera. Ha tardado 5 minutos y el resto del tiempo lo ha pasado chateando en el whatsapp. Los jueces prueban los tres platos. Consideran que el aire de zanahoria es un plato sabroso, pero al que le falta un concepto potente detrás. Les gusta el juego de texturas y la presentación del jardín zen, pero les disgusta ese pelo negro que se han encontrado en medio de la arenilla de queso camembert. El sandwich mixto, sin embargo, les parece clásico, tradicional y exquisito. Si algo es perfecto, ¿por qué cambiarlo?, ¿si un tomate está rico con sal y aceite, para qué puñetas liarse a esferificarlo?
Y vosotros, ¿también estáis enganchados a los programas de cocina?, ¿vuestras vidas están vacías sin alginato?, ¿sabéis distinguir el hinojo de la albahaca o el eneldo?, ¿sois pro Carlos o pro Marc?


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