Revista Ciencia

Apocalipsis

Por Ernesto Villodas
APOCALIPSIS Arao común (Uria aalge) en Laredo.  Seguimos recibiendo mensajes, cada día más evidentes, de cómo funciona este entramado maravilloso, complejo y mágico que es la vida en la Tierra. Sin embargo, nos comportamos como un hijo descarriado y desagradecido que, desde hace tiempo, habla otro "idioma" y vive al margen de las leyes naturales con un insultante y ridículo aire de superioridad. También al T.Rex le llegó el momento de ceder su trono tras la descomunal colisión, quizás por crecer con desmesura, y relegados por unas insignificantes "musarañas".  Y es que la Naturaleza, lejos de la imagen ñoña e idílica que solemos tener de ella desde nuestra infancia, es implacable y cruel con los débiles e inadaptados que son eliminados sin miramientos de ningún tipo. Nuestra especie parece encontrarse en plena y clara decadencia, y de nuestras actuales decisiones dependerá que la inevitable extinción se aceleré... o aún estemos a tiempo de legar a nuestros hijos una mínima parte de la calidad de vida de la que hemos disfrutado hasta ahora. Para ello, como dignos portadores del "gen egoísta", deberíamos volver a escuchar a la Madre Naturaleza y no entrar en batallas inútiles contra ella, de las que siempre saldremos escaldados e irremediablemente perdedores.  ¡¡Abrid los ojos, humanos!!

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