Nos extinguimos. Nos vamos a la mierda. Irreversiblemente.
Todo tiene un comienzo y un fin. El homo sapiens empezó nuestra singladura hace aproximadamente 200.000 años en un lugar remoto de Etiopía. Para haber llegado al punto en el que nos encontramos han tenido que pasar siglos y siglos de evolución en los que, paso a paso, – como el Cholo Simeone- hemos llegado al lugar en el que nos encontramos ahora. Creemos que nuestro proceso evolutivo nos ha convertido en algo intocable, en una especie de semidioses, pero nada más alejado de la realidad. Haciendo un símil con el vuelo de un avión ahora nos encontraríamos en el punto de no retorno, es decir, ese lugar que una vez lo hemos rebasado, no podemos dar marcha atrás sin morir en el intento.
Hemos tenido como congéneres a Tales de Mileto, Arquímides, Galeno, Leonardo da Vinci, Marie Curie o Einstein entre otras eminencias. Han existido cientos o miles de seres tan terriblemente brillantes que todo hacía presagiar que nuestro reinado sobre la tierra sería eterno, pero no lo va a ser.
Exploramos todos los rincones de nuestro planeta, pisamos nuestro satélite, enviamos sondas espaciales más allá de los confines de nuestro Sistema Solar, hemos descubierto extrañísimas partículas subatómicas … fuimos dioses, tocamos el cielo con nuestros dedos pero lo hemos echado todo a perder.
Nacimos, crecimos, nos desarrollamos y moriremos. Hasta aquí todo normal. Lo que me temo es que nuestro fin está mucho más cerca de lo que creemos.
La mayoría de nosotros pensamos que nuestra extinción será producto de un cataclismo, una guerra nuclear, una invasión extraterrestre o un petardazo de un cometa (combinado con que Bruce Willis esté jubilado y ya no nos pueda salvar). Yo sé que no será así.
Nuestro fin está cerca. Lo presiento. Lo huelo. Lo noto. Lo palpo. Hay evidencias por todos lados, solo hay que saber interpretarlas. Las señales de que somos una civilización en franca decadencia están por todos lados, solo hay que fijarse en los pequeños detalles. He aquí unos pocos ejemplos del declive de esta nuestra querida especie que un día dominó el planeta Tierra:
• Música. En el siglo XIX lo más chic era ir al Burgtheater de Viena al estreno de ”Las bodas de Fígaro”, en el S XX cualquier hijo de vecino hubiese deseado haber estado en Woodstock en 1969 puesto hasta las trancas de LSD – lo que dificulta recordar algo de tan solemne momento-. En el S XXI lo máximo es un concierto de Reggaeton y perrear hasta que el espíritu de Daddy Yankee te salga por los poros.
• Arquitectura. Las pirámides de Keops, Kefrén y Micerino datan del año 2.500 A.C, la Gran Muralla china se empezó a construir en el S III A.C y os podría decir cientos de iglesias románicas, puentes romanas y fortificaciones varias que siguen en pie e intactas siglos después de haberlas hecho. En el S XXI cualquier obra del maestro Calatrava puede durar lo mismo que un castillo de naipes en medio de un huracán.
• Literatura. Los chinos “imprimieron” el primer libro en el S IX, posteriormente llegó Gutenberg y su maravilloso invento de la imprenta. Todo esto sirvió para crear millones de publicaciones de todo tipo. Ha habido publicaciones mejores y peores, pero todo se ha ido a la mierda con la publicación de “Ambiciones y reflexiones” de la polifacética Belén Esteban.
• Entretenimiento. La distracción de los romanos era el circo: gladiadores, carreras de cuadrigas y de aurigas; todo ello rodeado de la épica de la lucha por la supervivencia. En la edad de oro española eran muy aficionados a asistir a representaciones teatrales de Garcilaso, Lope o Calderón en los corrales de comedia. En la actualidad llenamos campos de fútbol para ver vomitar a Messi o comentar el último peinado de Cristiano Ronaldo.
• Muerte. Antes la gente moría por sus ideales, en una batalla sin tregua: libertad o muerte. Una forma tremendamente romántica de morir. Ahora nos morimos de unas formas muy estúpidas: “balconing”, haciéndonos un “selfie” en un acantilado o vaciándonos 1.500 litros de agua desde un hidroavión. Es mucho más glamouroso y en la lápida luce muy poco “murió por un error de cálculo en un salto desde una octava planta en un hotel de Magaluf”. Por lo menos espero que nadie muera infartado en una sesión de “mamading”.
A este señor le cogió el frío y murió de un catarro mal curado.
¿Seguís creyendo que somos el animal más inteligente? Yo veo un conejo y me parece más espabalido que nosotros. Después de haber visto todas estas señales solo os puedo decir una cosa: “La verdad está ahí fuera, agente Scully”.