Revista Opinión

El personaje festivalero

Publicado el 04 junio 2015 por @igarro @igarro

Ya casi es verano y vuelven los shorts, los empalmes constantes al verlos, el terraceo, la playita, el calor y vuelven los festivales de música. Y con los festivales musicales vuelve, como el turrón en Navidad, el personaje festivalero.

El personaje festivalero es un tipo tremendamente moderno, va siempre a la última. Si toca ser hipster, él fue hipster antes de que las barbas existiesen. Es como un cuñado que todo lo sabe. La diferencia entre el cuñado y el festivalero radica en que el cuñado tiene una sapiencia que todo lo abarca mientras que el festivalero lo vio y lo todo lo escuchó en cuanto a grupos musicales. Él estuvo en Woodstock, pero no en el del 69 que estaba muy masificado; él estuvo en el del 1968 que era mucho más exclusivo,¡ dónde va a parar!  A él le gustaba Vetusta Morla antes incluso de que los integrantes hubiesen fundado el grupo. Y él tuvo en sus manos una maqueta exclusivísima de ellos del año 1983 que te dice que un día te la pasa en MP7 (porque él combina el vinilo con el último formato de audio existente) pero que en realidad nunca verás. Ahora Vestuta Morla ya no le gusta porque se han vendido a las multinacionales y salvando el primer disco –que él fue la primera o segunda persona en oírlo- lo demás es ya muy mainstream. Ahora lo que mola es un grupo de Cuenca que no lo conoce ni Harry.

Este personaje es de ciudad y no ha visto una vaca en toda su puta vida. Algún día irá a un zoológico para ir a verlas porque cree que viven allí. Sin embargo, en las temporadas de festivales le encanta la simbiosis entre música y campo. Campo que jamás pisaría. Pero hay festival, y ése es su medio natural, cual viejita colándose en la frutería.

Su look es fascinante:

  •   Camiseta de un grupo desconocido (cuanto más desconocido, mejor). Realmente su camiseta es una trampa, es para que le preguntes por la camiseta de “Pilinguis atómicos” y él te suelte una chapa impresionante y te diga que la compró en un concierto en Soria en el que solo había 7 personas.
  •   Es totalmente necesario que el personaje festivalero lleve también un gorro, sombrero o algo que tape su cabeza. Un sombrero de paja es un MUST porque le da el toque campestre que tanto le gusta.  Si son altas horas de la noche y ya va ciego como un perro, el sombrero ridículo de Guiness que impide ver el concierto a los que están en las filas traseras, es perfectamente válido.
  •   Las gafas de sol molonas son imprescindibles. Tienen que ser modernas y a la vez retro. Las de Tom Cruise en Top Gun fueron lo más. Evidentemente, jamás ha pilotado un avión pero lucir, lucen.
  •   Chancletas. Totalmente necesario para adaptarse al medio. Da igual las toneladas de cristales rotos que haya, las chancletas son imprescindibles. Y si hay tojos en la acampada, el personaje festivalero los sufre en silencio, como aquella vez que tuvo hemorroides.
  •   Es necesario llevar un balón de fútbol, aunque el personaje festivalero odia el fútbol y siempre haya sido un manta. De 16:00 a 17:00 se saca el balón, se hace un rondito y se juega a que no caiga. Con chancletas, gafas de sol y sombrero de paja. Uno gana muchos puntos si además en una mano lleva una cerveza. El récord de toques de balón sin que caiga lo dejaron unos personajes festivaleros en tres toques en el FIB de 2001. “Habemus” récord para rato.
  •   Pase lo que pase, la pulsera tiene que estar a la vista. Y esa pulsera se mantiene sellada a fuego en su muñeca hasta el siguiente festival. Un personaje festivalero no se acaba el domingo cuando recoge su tienda, si no que de lunes a viernes sigue ejerciendo como tal a todo el mundo que le pregunte por la dichosa pulserita.
Somos divinas y divinos y fíjate que bien posamos

Somos divinas y divinos y fíjate que bien posamos

El personaje festivalero lo tiene todo previsto: lleva impreso los horarios y se ha descargado en su Iphone (él odia Android) la aplicación del festival para estar al tanto de todo. Si hubiere algún imprevisto, él, como tipo con recursos que es, conoce a alguien muy importante dentro de la organización y con solo una llamadita se entera de todos los pormenores.  Esto lo va a repetir mil veces y empezará cientos de frases con: “tengo un amigo en la organización que me ha contado que (..)”.

Al personaje festivalero le encanta un grupo que ninguno de su pandilla conoce que toca a las 15:00 del sábado. Él busca acompañante para bajarse a ese concierto desde la acampada pero, finalmente, va solo. Ahí conoce a otros personajes festivaleros a los que nadie quiso acompañar y se juntan los ocho personajes festivaleros y lo dan todo en el concierto de “El pony azul” y discuten sobre la profundidad de sus letras, y el riff de bajo tan espectacular de la canción tres de la maqueta que no se ha publicado y de cuando descubrieron cada uno a su grupo, siempre uno antes que los demás. Y retroalimentan sus egos entre ellos y se adoran. E intercambian sus gorros de paja. Y se volverán a ver en la siguiente parada festivalera también en el concierto de ese grupo desconocido al que seguirán yendo ellos solos.


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