Llegados a determinada edad, creo que todos llegamos a darnos cuenta de que una de las funciones que tenemos es la de aprender. No solo en el tema cultural y académico, también en lo personal, o "eso" que nos hace madurar.
Aunque hay personas que creen que madurar es cumplir años sin más, yo creo que se trata de algo más.
El paso del tiempo hace que la fruta madure en el árbol. Para el ser humano hace falta, además de tiempo, experiencias vividas de las que deberíamos aprender. Y digo "deberíamos" porque no siempre lo hacemos... O es que nunca te has preguntado: ¿por qué me tiene que pasar esto una y otra vez a mi?
Eso que nos pasa e incluso sentimos una y otra vez, nos ocurre porque no hemos sacado ninguna enseñanza de tal situación... Y en quién o que nos lo recuerda no voy a entrar, pero si en quién es el responsable de cambiar esa situación repetitiva; uno mismo.
Asi que el trabajo de recordar la lección para futuros "exámenes" somos nosotros mismos, ya que en estos temas profundos, no se puede copiar como cuando estabas en el instituto y echabas un ojo al examen del compañero.
Lo que si es efectivo, es compartir y empatizar- reir y llorar con los demás.
Solo te estancas, en grupo avanzas; No caigamos en el error de aislarnos durante mucho tiempo, no hay nada más dañino para los demás y para uno mismo, que el egoísmo... Este es el que tarde o temprano, nos lleva a hacernos la anterior pregunta.
Prestar atención a los que no son como nosotros (en lo que a carácter y forma de ser se refiere) es una gran fuente de aprendizaje mutuo, como por ejemplo; Puede que al otro le haga falta aprender sobre la paz o serenidad que transmites, y tu tengas que aprender sobre ese carácter extrovertido y alegre. O viceversa.
Recordar que todos somos necesarios, es una buena manera de estar abiertos al aprendizaje.