En un mundo global e interconectado se hace cada vez más imprescindible conocer y dominar otros idiomas, además de la lengua materna propia, para poder comunicarse con personas de otras culturas y países. Aprender otro idioma como adulto no es imposible, pero sí un arduo proceso, que requiere mucha más energía y tiempo que como niño.
Aprender idiomas desde niño presenta muchas ventajas, ya que se trata de un proceso natural en ellos. Desde los primeros meses de vida hasta aproximadamente los 12 años, el cerebro saca el máximo partido al aprendizaje de otros idiomas.
Si no tenemos la suerte de tener dos o más idiomas en casa, podemos recurrir a otros métodos para que nuestro hijo aprenda idiomas. Una opción es matricularle desde pequeño en una guardería o colegio bilingüe, puesto que cuanto antes se empiece con el estudio de un nuevo idioma, más natural y fluida será su pronunciación en el mismo. Además, en un colegio bilingüe, el niño aprenderá no sólo el idioma en su vertiente más aséptica, sino que también conocerá su cultura y tradiciones.
Otra posibilidad menos radical es apuntar al niño a una academia de idiomas, a la que acuda un par de veces por semana, o recurrir a clases particulares con un profesor nativo.
Si tienes suficiente sitio en casa para alojar a otra persona, también es interesante plantearse la posibilidad de buscar un au pair, es decir, una persona extranjera –normalmente, estudiante, que se encargue de diversas tareas de la casa, como cuidar a los niños como niñera. La estancia del au pair en la casa de acogida puede variar en función de las necesidades de cada familia, pero normalmente es de seis meses a un año. Durante este tiempo, tanto el au pair como la familia podrán enriquecerse de un intercambio cultural muy positivo para los más pequeños.
Fuente | comohacerpara
Foto | The ShutterBabe