La llegada de un bebé a nuestras vidas siempre genera un sinfín de dudas ¿estamos preparados?, ¿somos y seremos buenos padres?, ¿estoy haciéndolo bien para que mi hijo/a se desarrolle perfectamente? Lo que nos conlleva a leer y releer artículos, pedir opiniones a otros padres… Todo ello nos puede resultar de ayuda de determinados momentos, pero olvidamos la base de la humanidad: cada uno es un mundo, somos únicos por naturaleza. Y, por supuesto, somos así desde la infancia.
>Uno de los elementos principales para el crecimiento y desarrollo de los niños en esa primera etapa de la vida son los juguetes, pues suman diversión y magia a su aprendizaje y contribuyen tanto al desarrollo de la capacidad de conocer y comprender como al desarrollo físico y emocional. A través de sus compañeros de juegos pueden conocer su propio cuerpo, descubrir sensaciones, texturas, desarrollar la movilidad… a la vez que les acompañan en el descubrimiento del entorno y en su interacción con él.
Sin embargo, es inevitable que las dudas vayan unidas también a la hora de jugar y estimular a nuestros pequeños, pero una excesiva preocupación nos puede llevar a cometer errores, a establecer unas pautas y unas rutinas respecto a con qué debe jugar y cómo debe jugar.
Puede que, a diferencia de nuestros sobrinos, nuestros vecinos, su mejor amigo…, a nuestros hijos no les gusten los coches, que prefieran los muñecos o los puzzles, o simplemente invente su propio juego a base de imaginación. No pasa nada. De hecho, la imaginación y la curiosidad propia es la base del desarrollo natural del niño. Lo importante es que aprenda a su ritmo, descubriendo el mundo por él mismo y a su manera.
Y esto precisamente es la filosofía de Fisher Price, cuyos juguetes se adaptan a todas las edades apostando por la libertad, la diversidad y la diversión, sin estructuras ni formas adecuadas o inadecuadas para jugar. Esta compañía especializada en juegos infantiles cree en el aprendizaje abierto e independiente en el que el pequeño aprenda de forma natural, sin importar lo que tarde y si es el primero o no.
Lo importante para cualquier niño y su desarrollo debe ser la experiencia, que pruebe y se equivoque, que repita las cosas y por supuesto que la curiosidad sea su motor de aprendizaje. No existe una fórmula matemática para el cuidado de nuestros hijos, así que lo mejor que podemos hacer es intentar hacerlo lo mejor que sepamos, apoyándolos y por supuesto aprendiendo, al igual que ellos, por nosotros mismos.
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Aprender y descubrir con ritmo propio