Colaboración del periodista ALFREDO IBARRA RIVAS
Alfonso Alcaraz, nuevo profesionista en ciencias de la comunicación avanzó con pasos largos y firmes hasta el estrado del auditorio del paraninfo la Universidad de Guadalajara, Jalisco con la encomienda de leer un discurso de agradecimiento.
Pese a la temperatura graduada muchos de los asistentes transpiraban copiosamente, en parte por el nerviosismo de llegar a conocerse que reprobaron en lectura.
Seguro de su apariencia, Alcaraz colocó en el atril del anfiteatro de la Universidad de Guadalajara un breve discurso de dos cuartillas agradeciendo a sus maestros y familiares los esfuerzos para que lograra la licenciatura en ciencias de la comunicación.
Estaba consciente de su limitación en lectura pero sabía encubrirlo seseando, evitando el sonido claro de las palabras y con grandes silencios.
La arrogancia de sus 25 años y la posibilidad de tomar cursos de capacitación o seminarios en el futuro le concedían la oportunidad de superar esa limitante.
La iluminación se redujo y el conductor del acto dio a conocer el programa mientras el nuevo profesionista, en su turno, se aventuró en exponer su mensaje.
Resultó incomprensible, poco claro y viciado por el sonido del micrófono, recursos circunstanciales pero también programados.
Los maestros conocen y reconocen desde hace décadas la incapacidad lectora de muchos de sus estudiantes y los recursos utilizados para disimularlo, tanto que se estima como normal.
Esta deficiencia representa un lastre que difícilmente podrá superarse mientras el estudiante o el profesionista no se empeñe en salvar esa etapa.
Se inculca entre los estudiantes que la lectura es el mejor camino para aprender, sin embargo, como cita José Joaquín Fernández de Lizardi, “no todos quienes leen saben leer”.
Se les dice que se lee para comunicar, para aprender. Es el mejor camino de superación. Los nuevos period¡stas saben que además del placer que brindan los libros, leer mejora el estado de ánimo, favorece la creatividad, aprovecha el ocio reduce la soledad, eleva la auto estima y la empatía, aumenta la cultura, favorece las condiciones intelectivas y el razonamiento, permite influir en los escuchas y faculta el disfrute de uno de los mayores placeres de la vida.
Se reconoce además que es la mejor forma de aprender o mejorar la ortografía, el sistema de puntuación y la sintaxis. Leer es el mejor principio para escribir.
Independientemente de privarse de la mayor aventura, del más grande ejercicio creativo, según dice el escritor Antonio Acevedo Linares se margina a la persona de la capacitación para aprovechar mejor las oportunidades de estudio o de trabajo.
Al comenzar a leer la primera tarea es interpretar los códigos de los participantes –emisor y receptor, y ajustar el lenguaje y el estilo de la contraparte.
La incapacidad lectora puede ocultarse y encubrirse por años a un costo muy alto considerando que la lectura es el principal factor de aprendizaje.
En el Paraninfo, esa fecha, la entrega de constancia permitió a Manuel gozar uno de los mejores días de su vida.
Con orgullo mostraba el documento probatorio de haber cursado los estudios y al concluir la parte académica, siguiendo la tradición, en la explanada, lanzaba una y otra vez al aire el birrete negro y la carta de pasante en el que destacaba una horrible x, un tache al rubro de lectura.
El documento daba constancia que no sabía leer.
Situación molesta repetida en muchos de los nuevos profesionistas.
Una decena de sus condiscípulos se encontraban en esta situación y se toleraba por tratarse de un hecho común.
El Paraninfo vestía de gala, muy bien iluminado, como corresponde a la casa de la cultura en Jalisco, visita obligada de literatos reconocidos, algunos ganadores de premios Nobel, también estadistas, y gobernantes.
Jóvenes, adultos y aún personas de la tercera edad, familiares y amistades presenciaban la entrega de títulos por fin de curso.
La alegría invadía el ambiente sin afectar la solemnidad del acto académico.
Formando corrillos, los recién egresados comunicaban sus aprehensiones y recordaban que sus maestros les hablaban del placer de leer, de participar de las ideas que, además de satisfacción habría de mejorar sus condiciones intelectivas, su estado de ánimo y su imaginación disponiéndolos para tareas de mayor envergadura.
Exponer un pequeño mensaje probaría que la lectura es una asignatura dejada en el olvido.
Con una sonrisa, el viejo maestro Manuel Anguiano se mostraba satisfecho de que finalmente se reconociera que tenía razón cuando insistía con sus alumnos que aprendieran a leer y, en la medida de lo posible a escribir.
Su posición había sido siempre de crítica porque gran número de profesionistas niegan su incompetencia para la lectura hasta que lo comprueban.
En la primaria recibieron las bases y las afirmaron en la secundaria y preparatoria sin embargo no basta para que lean material de mayor nivel y sobre todo que lo entendieran.
Más difícil es la lectura de comprensión, que se entienda el mensaje
Sin importar el estilo del escrito.
México ocupa el 48 lugar entre 66 países de la OCDE en comprensión y análisis de lectura de acuerdo con el Instituto Nacional de Evaluación Educativa INEA México registra 5 millones 400 mil connacionales que no saben leer.
Incluso hay 480 presidentes municipales que necesitan quien les informe del contenido de los documentos. En el medio profesional todos conocemos elementos con estas carencias.
Los estudiosos del lenguaje reconocen que el analfabetismo y el analfabetismo funcional son los mayores impedimentos para el desarrollo del individuo y del país.
El analfabeta es incapaz de leer y escribir, en tanto que el analfabeta funcional es capaz de medianamente entenderlo.
Se desconocen los porcentajes de cada grupo pero se acepta que la persona es incapaz de aprovechar las oportunidades que le ofrece la vida de relación.
Una pérdida inmensa para el estudiante y sobre todo para el país.
¿ cuántos miles de hombres y mujeres se encuentran en esa especie de limbo.
Capital insospechado que de no rescatarse morirá de inanición sin que los recursos destinados por el estado rindan fruto y, lo peor sin que se advierta el enorme desperdicio de recurso humanos y económicos del país.
El asunto, incomprensible en estudiantes y profesionistas que se asumen cultos.
No se reconocen los fallos en su competencia comunicativa que les impide entender y comprender la información que intercambian en su vida diaria.
La ceremonia de titulación implicaba que la mayoría hiciera uso de la palabra. La experiencia fue desastrosa, indigna del centenario inmueble nombrado desde 1937 el centro de desarrollo cultural de Jalisco por antonomasia.
El Paraninfo ha recibido a ganadores de premios Nobel, presidentes de gran número de naciones, científicos, investigadores etc.
Alfonso Colocó tres hojas de texto con un resumen de su exposición.
Súbele, no se escucha, se escucharon gritos por diferentes lugares.
Preocupado aumentó el tono pero lo único que logró fue un sonido chillón, agudo, inentendible y molesto.
Intentó corregir el asunto leyendo más de prisa provocando el aumento de las protestas.
Fijó la vista en los amigos que acudieron a escucharlo. Las palabras se negaban a salir, mal articuladas y mochas.
Se escuchaban tal si serrucharan madera o como el recorrido de una carretela halada por caballos en un camino pedregoso y lleno de baches.
La experiencia lamentable de Alfonso no era un accidente, una mala tarde, si no una condición generalizada.
Otros profesionistas le sucedieron en el cadalso en que estaba convertido el atril, más grave que el deficiente control del volumen por pésima modulación fue el desconocimiento de muchas palabras, aún las de uso común resultado de un limitado vocabulario.
La falta de confianza es causa que el ritmo de lectura sea irregular, que se hable a toda prisa, se “coman” palabras o letras se descuide la sintaxis y que se utilicen con mayor frecuencia los barbarismos y los anglicismos y neologismos.
Leer unas cuantas líneas, considerado menos difícil que un mensaje improvisado, llenaba a los nuevos profesionistas de temor.
Alfonso y sus compañeros reconocían que leer es una actividad que requiere de preparación y la suya había sido deficiente.
El problema era y es mayúsculo, la falta de entendimiento provocaba la imposibilidad de aprender.
Varios de sus compañeros le sucedieron en el uso del micrófono y probaron desconocer su uso y una lamentable pobreza del lenguaje, acentuada por el uso y desarrollo creciente de la tecnología.
Esa experiencia supuso pérdida de tiempo y afectó la imagen del expositor.
La experiencia indica que difícilmente encontrará empleo, e incluso él mismo al no ser capaz de conocer vocablos y exhibir pésima ortografía de la solicitud desistirá de su empeño y aumentará, voluntariamente el número de desempleados.
La falta de capacidad lectora es un desperdicio enorme de personal y de recursos económicos inaceptable en un país con tantas carencias como México.