Es muy complicado ir al fondo de los asuntos cuando nos movemos a una velocidad de trece asuntos por día, cada uno más im-por-tan-te que el anterior. Ardua tarea la del que pretende historiar su inmediato presente. No me sorprende que no abunden los trabajos de "historia inmediata del ahora" y por contra los diarios personales y las efímeras noticias en prensa sean mejores materiales para el análisis posterior.
Planteados algunos inconvenientes y dificultades de lo que voy a hacer paso a continuación a hacerlo. Se trata de sistematizar lo que está ocurriendo en todo el mundo, al mismo tiempo, en este preciso instante. Esta pretensión se topa con más embrollos: parece que una explicación total del presente demanda una mano, una voluntad detrás de los sucesos; nada más lejos de mi intención (la única conspiración que existe es la que nos hace pensar que existe una conspiración). La explicación total del presente así planteada puede llevarnos a pensar que se excluyen otras posibilidades, tampoco es lo que se pretende. Tal vez mi objetivo sea jugar con una herramienta más para animar a la mejor inteligencia de las cosas y asuntos que existen. No me parece mala cosa aportar mi granito de arena a la comprensión de lo que existe y ocurre.
1.- El principio
En el mundo monoteísta nos gusta lo binario (un dios, dos posibilidades). Podemos decir que a nuestro alrededor hay dos fuerzas en pugna y esto lo podemos llevar a cualquier terreno: ya seas profesor de instituto, delineante, lechero o diputado lo que ves son dos fuerzas y tú, amigo, formas parte —lo quieras o no— de una de ellas. El mundo no es una pizarra en blanco y llegas a él y ya te han reclutado contra tu voluntad —en caso de que tengas voluntad— para pelear en un bando de una guerra que no has elegido. Nótese cómo ya sale otro tema: la idea de pugna, de guerra: si hay dos fuerzas, la armonía no existe. Esas bobadas se las dejamos a los politeístas y al folclore oriental.
Estas fuerzas son cambios en la realidad. En unos asuntos cambios de dirección en otros asuntos cambios de velocidad. La definición de cada fuerza depende del asunto del que se trate. Como veo que esto toma un cariz críptico usaré un ejemplo familiar con el que nuestras entrenadas mentes se muestren cómodas: las fuerzas son "conservación" y "destrucción".
- Los conservadores dicen que tenemos deudas con los que nos preceden y obligaciones con los que nos suceden. Para los destructores el aquí y ahora del mundo está a su servicio y es lo único que cuenta. Los destructores se equivocan, sus postulados no son válidos y sus motivos y aspiraciones son malvados pero esto no es consuelo para nadie ni garantiza ningún resultado.
- Los destructores quieren cambiar la realidad de tal forma que se adapte a su corrupta visión del mundo. Pueden trabajar para este fin sin estar en el poder pero estar en el poder facilita el gran cambio de la realidad.
Estén o no en el poder, en la gran descripción de lo que pasa distinguimos cuatro fases: depravación, desestabilización, crisis y normalización. La culminación de estas fases supone un cambio en el poder pero el éxito o ventaja de los destructores es independiente en cada asunto de su lugar en el plan, es decir, pueden estar más avanzados sus planes en uno u otro asunto. No importa, los del presentismo paradójicamente tienen una gran paciencia.
2.- Fase 1: Depravación, corrupción y desconfianza
Esta fase o esta situación (depende de si ves esto como un plan o como un mapa con varios niveles de zoom, yo lo presento como un plan pero no digo que sea la única interpretación válida) es la más larga porque uno de sus objetivos son los niños a los que se debe educar en antivalores. Si la escolarización media está entre los catorce y los veinticinco años eso es lo que dura esta fase. La educación marca los límites de la fase de corrupción porque hay que lograr que una generación entera no conozca otra realidad que la realidad alterada. Al salir al mundo el nuevo depravado funcionará con coordenadas dramáticamente alteradas: para él el mundo "normal" es el mundo "anormal" de corrupción y depravación. Motivado por los más altos impulsos morales querrá "corregir las cosas" porque el mundo de sus padres no cuadra con el mundo con el que le han bombardeado toda su corta vida durante ocho horas al día.
(Antes de que me interrumpáis: yo no digo que los destructores estén ganando todo el tiempo. Hay padres que se ocupan de sus hijos, profesores que no son destructores, etc. Destructores y conservadores los encontramos en los sitios más insospechados. No ha lugar al tremendismo, aquí solo placa de Petri y microscopio).
Esta fase es la más complicada de discernir porque el conflicto muchas veces no es evidente. Aquí se pelea por ideas, que son cosas que no se tocan ni se pesan, que no se miden ni se peinan. Las ideas son unos bichitos muy raros que se cuelan en la cabeza y se reproducen, se modifican, en ocasiones mueren pero que pueden resucitar si queda testimonio de ellas.
- Los conservadores quieren conservar ideas, tener un safari de ideas supervivientes al que visitar y además no se niegan a aceptar nuevas ideas... siempre que no maten a las ideas-abuelas, al senado de las ideas, al consejo de ancianos de Ideópolis: hay ideas que es preciso salvar y proteger. Son ideas muy básicas, muy sencillas, son semillas y en ellas está la clave de la supervivencia de nuestra especie y civilización.
- Los destructores están en-can-ta-dos con la idea de tener nuevas ideas con las que jugar hasta agotarles la batería. Eso sí, lo que los destructores llevan mal es encontrarse con viejas ideas, les repelen las viejas ideas, ¡están pasadas de moda y tienen que desaparecer! Los destructores fabrican nuevas ideas con los miembros amputados de las viejas ideas y las sueltan y dejan que se enfrenten para que en el caos generado logren acabar con alguna vetusta idea-semilla de Ideópolis.
Ok, creo que me he perdido (no me digáis que la fábula no se escribe sola, yo casi tengo la peli en la cabeza).
Muertes por sobredosis de benzodiazepinas recetadas en Reino Unido (Addiction Helper). Ah, la guerra contra las drogas, el narcotráfico internacional y toda la parafernalia, ¡vaya cosas exóticas!
Desmoralizar apunta al abandono de las buenas costumbres. Las buenas costumbres son aquellas que logran que las sociedades se mantengan unidas y puedan construir cosas (la obligación que tenemos con quienes nos siguen).Lo de las ideas se ve bien en religión, educación y medios de comunicación.
La desmoralización en la religión comprende todos los actos e iniciativas para quitar la sustancia última a la religión: presentarla como si fuera un club de petanca o una empresa. Convertir la fe personal en un "estilo de vida" como no comer carne o hacer yoga. En definitiva equiparar la religión a cosas que no son religión para restar su influencia como fuerza conservadora.
Respecto a la educación la depravación de la educación se centra en que ya no hay que educar a los niños y jóvenes sino enseñarles a ser ciudadanos, estilos de vida, a aceptar nuevas ideas. Todo lo que no sea aprender la tabla del siete es educación. No necesito incidir en ello: tenemos innumerables ejemplos de reformas educativas donde cada vez se aleja más el objetivo de transmitir conocimientos y se apoyan otros objetivos: crear mano de obra, hacerte sentir bien, destruir la jerarquía y autoridad, etc.
"Posgrado", "escuela de negocios", "charlas TED", "infoentretenimiento".
El problema con los medios presenta dos grandes facetas: por un lado los medios de información que se suponen garantizan un libre acceso a la información. Estos medios ya sea en control de un grupo político o de un grupo económico (la concentración empresarial es similar a la del sector bancario y bienes de consumo) responden a los intereses de estos grupos a la hora de informar. La libertad en el acceso a la información no está ni mucho menos garantizada. Por otro lado tenemos la faceta del entretenimiento: los productos de consumo masivo mediático ya fueron criticados por postmodernistas como Adorno: la homogeneización que responde a los intereses del capital, el fin del ingenio, la reptición constante de las fórmulas que "funcionan" y un desprecio absoluto por el pasado (excepto en la forma de "Alta Cultura": por ejemplo, las orquestas sinfónicas siguen funcionando pero se presentan ideológicamente para una casta superior de iluminados cuando en realidad su música está compuesta para todos).Los demonios existen.
En los medios (y no es momento para detenerme en esto) tenemos muertes civiles de gente que "sale del discurso", tenemos la introducción de temas no políticos en la conversación política, la aparición de problemas donde antes no los había (hay que "visibilizar" los problemas) y por supuesto en toda la creación de consumo artístico toda la miriada de antivalores imaginable en ocasiones hasta llegar al esperpento.Curiosamente esto tiene consecuencias inesperadas: el arte suele usarse como protesta y hoy aparecen pequeñas muestras de rebeldía en este sentido contra el discurso del destructor. A su vez estos oasis son susceptibles de ser mercantilizados y puestos a funcionar a favor de la destrucción (al menos mientras no haya capital en el lado conservador). El amor al arte muere en los cajones sin abrir.
Dice el pesado de Sun Tzu "un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después". En esta pugna de la que hablamos no se trata de que en un debate en televisión hay dos atriles y dos fulanos y tú escuchas a ver quién te convence con las "mejores ideas". La contienda del presente no se presenta como contienda cristalina. No es evidente. En muchas ocasiones es la gente que se mueve con los mejores estándares morales de libertad, equidad, fortaleza y justicia la que más trabaja para destruir la libertad, equidad, fortaleza y justicia.
Si luchas para ganar es que empiezas perdiendo.
Gente normal y buena está condicionada de tal forma que llega al esperpento de, ante una agresión, ver al agresor como víctima (de la sociedad, del sistema) y al agredido como en parte culpable (a quien le roban una casa vacía es porque "no es justo" que tenga una casa vacía). Esta persona está perdida. Esta persona choca con la contradicción global del presente: el agresor es el agresor y la víctima es la víctima. Pero entonces la persona se da cuenta de que hay algo que "funciona mal", de ahí a la pérdida de confianza en las instituciones hay un paso. De ahí a poner el acento sobre tus derechos y no sobre tus obligaciones hay un paso. ¿Veis cómo opera la desmoralización? Esta persona demandará leyes más estrictas y la conversación ya se situará en otro plano.
La policía "no hace su trabajo", la ley "no funciona". El ciudadano se convierte en un bebé indefenso y espera que alguien le solucione la papeleta normalmente concediendo más poder al estado, a los bancos, a los medios de comunicación y a las grandes empresas. El acento del problema del presente no se pone en la responsabilidad individual, en quién es el agresor y quién la víctima en un conflicto sino que se difumina entre la niebla de opiniones, derechos y acusaciones (recuerda, de momento el destructor busca el jaleo, no ganar; le da igual ganar o perder).
Por supuesto que la desmoralización respecto a la ley y el orden se extiende a las Fuerzas Armadas (en realidad a cualquier institución tradicional o fuerza conservadora). Los soldados no van a la guerra sino a misiones de paz. Estamos en paz pero nunca como hoy hemos tenido a tantos soldados en misiones en el exterior: desde el gélido Báltico interceptando cazas rusos hasta las tórridas dunas del Sáhara rescatando civiles secuestrados en campos de radicales musulmanes. De hecho, la paz y la guerra son hoy conceptos líquidos no hay una distinticón clara ni podemos decir "estamos en paz" o "estamos en guerra". Los gobiernos pueden utilizar esto a su antojo.
Tenemos conflictos envueltos en papel de regalo y presentados con lacito: nacionalismo, inmigración, "fobias" varias, etc. El individuo no existe más que para compartir y viralizar contenido, dar una manufacturada posición moral rápida sin datos o con pocos datos y pasar al siguiente dramita después de ver anuncios de cosas que no necesita pero que le dan rico, rico zumito de dopamina.
Y en esto del consumo podemos hablar del cambio de costumbres, de las modas, de la creación de nuevas aficiones o estilos de vida. Todo es rápido y viene a través de una pantalla. Aquí hay algo que siempre me llama la atención: en la publicidad se utilizan "disparadores conservadores": fíjate en tu cartón de leche de la nevera: ahí las vacas están en el campo cuando en realidad esa leche viene de una granja industrial donde las vacas están junticas como aficionados entrando a un estadio. Por supuesto también existe una posición moral y política sobre el modo "correcto" o "humano" de producir leche. Hay hasta asociaciones de defensa de unos supuestos derechos de los animales (asociaciones todas formadas exclusivamente por humanos) que operan con normalidad como si no fueran bandas de gente completamente chalada.
3.- Fase 2: Desestabilización, desarticulación, perturbación
Una sociedad desmoralizada, depravada, corrupta y con gran desconfianza hacia instituciones tradicionales está lista para empezar a temblar. Los exacerbados y a veces inventados problemas de la sociedad encuentran una alternativa. El destructor sabe jugar con esto. Tienes dos sistemas, el actual A y la alternativa B. El destructor siempre opondrá lo peor de A a lo mejor de B. Por ejemplo: para decir que en Cuba hay una gran sanidad se comprara la foto de un momento en que en un hospital portugués están limpiando (hay cubos en el suelo, una escalera, etc) con la foto del día de la inauguración de una clínica para la élite castrista. Esto pero con todo. "Es inaceptable que en este país exista la pobreza", una afirmación así confiere minutos en prime time para la propaganda de turno cuando en realidad es una obviedad para todo el mundo. No me meto mucho a nivel táctico porque no tengo espacio pero os hacéis a una idea.
Un elemento importante en la desarticulación de la sociedad lo tenemos en el asociacionismo. Como moscas al azúcar depravados y desencantados corren a la respuesta fácil. Se da una idea del "peso social" que tiene tal o cual posición según el número de asociaciones con logotipo y cuenta en Instagram que la defienden cuando en realidad esas asociaciones tan diversas están formadas por los mismos cuatro tíos. Por el otro lado simplemente no hay asociaciones: la desmoralización y la rentabilidad para la gran empresa de la posición conservadora simplemente no sale a cuenta.
Y de este asociacionismo que hace "demandas" pasamos al "para-estado". Algo que está entre la sociedad civil y el estado pero que no es ni lo uno ni lo otro. Normalmente se trata de asociaciones-nicho tipo Instituto de las Mujeres, Sociedad de Autores, Federación de Ciclistas Concienciados, etc.; que viven exclusivamente del presupuesto público. Son comités no representativos que influyen de forma antidemocrática en la política escribiendo borradores de leyes, organizando conferencias o publicando libros para formaciones políticas que a su vez están en el gobierno y les dan ese dinero, dinero que circularmente les vuelve a ellos en un impúdico fraude de financiación ilícita y prevaricación. Todo perfectamente legal y a la luz del día.
Esto que pasa en el asociacionismo ocurre con el diálogo social, hoy los sindicatos dan risa porque los trabajadores saben que son máquinas que se sirven a sí mismas. Los sindicatos no mejoran las condiciones laborales sino que ayudan a avanzar una agenda política, son plataformas para-estatales con la pérdida de confianza para los trabajadores que ello conlleva. La dirección de las universidades, tres cuartos de lo mismo. ¿Qué es la independencia universitaria? Yo jamás la vi.
4.- Fase 3: Perturbación extrema, crisis
Al grado extremo de perturbación en una sociedad se llega tras desmoralizarla y desestabilizarla: los principales andamios sociales han sido sustituidos y los ciudadanos desconfían ya en extremo de sus instituciones así que llega el momento de plantear el C A M B I O, una bonita palabra que a veces en los libros de historia se escribe como "revolución". El cambio depende mucho de las circunstancias: puede darse desde dentro y de forma pacífica, desde dentro y de forma violenta o desde fuera de forma pacífica o violenta. Y puede llevar más o menos tiempo. Al culminar el proceso podemos estar seguros de que esa sociedad y ese país en el que vives ya no es el mismo que en el que naciste.
5.- Fase 4: Normalización, estabilización
Nueva sociedad, nuevas instituciones, nuevas relaciones personales, nuevo arte, nuevo lenguaje. Los destructores han ganado y no soportan la competencia: todos aquellos medios usados para destruir la sociedad del pasado son perseguidos y destruidos. Adiós a las clases de yoga, adiós a los programas de humor político nocturno, adiós a las asociaciones de los ecosostenibles, adiós a la anarquía en las aulas, adiós a los sindicatos, etc. Con esto no quiero decir que la nueva sociedad vaya a ser estática: cualquier método para eliminar la resistencia y oposición es bienvenido. Así habrá que esperar un estado de alerta permanente, cambios drásticos e incoherentes en la política. ¿Con qué fin? Con el fin de mantener la cúspide del poder intacta.
"La cuestión —zanjó Humpty Dumpty— es saber quién manda... eso es todo". (A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, Lewis Carroll).