La paridad que viene mostrando el fútbol argentino (nivelado hacia abajo, claro está) lleva a que rara vez los partidos se definan por más de un gol. Por lo tanto, el resultado se puede modificar por cualquier detalle y en cualquier momento. Esto nos enseña que el equipo que no está ganando no debe bajar los brazos hasta el último segundo, y por el otro lado que nadie puede dar por seguro el o los puntos conseguidos hasta no escuchar el silbatazo final.
Funes Mori abraza a Pezzella, quien convirtió su primer gol en Primera
Fecha a fecha se siguen acumulando los ejemplos de equipos que encuentran un empate o un triunfo en los instantes finales del partido, ya sea como consecuencia de haberlo buscado incesantemente, o por un simple designio de la casualidad. La semana pasada fueron los agónicos empates de Quilmes ante Rafaela y de Tigre frente a All Boys, y la victoria de Boca sobre Unión. En esta quinta jornada hubo tres nuevas historias para sumar a la colección.
El sábado por la tarde, el renovado Newell´s no encontraba los caminos para vencer la resistencia de Estudiantes, a pesar de haber jugado unos minutos con un hombre de más. Sin embargo, cuando se jugaba el cuarto minuto de los cinco que había adicionado el árbitro Giannini, una buena jugada de Maxi Urruti sirvió de aperitivo para que Ignacio Scocco (quien ya había convertido en su debut) sacudiera la red con una media vuelta. Los tres puntos quedaron en Rosario y los dirigidos por Martino se ubican como escoltas a un punto del líder Boca.
El domingo, en Mendoza, todo parecía ser alegría en el debut de Américo Gallego en el banco de Independiente, tras el gol de Cristian Tula. Las sonrisas se borraron cuando David Ramírez marcó el empate antes del entretiempo, y se transformaron en gestos de preocupación cuando la figura del fin de semana volvió a anotar sobre la hora, con un penal convertido a los 47 minutos del segundo tiempo. Tercer triunfo en el torneo para un Godoy Cruz que solo había ganado 2 veces en el último Clausura.
El festejo de David Ramírez tras el empate parcial. Luego anotaría uno más.
Esa misma noche, el indescifrable River de Matías Almeyda sufría una dura derrota ante el entonces puntero Colón. Los cambios ensayados en la semana no habían dado resultados, y el equipo se encaminaba a otra decepción. Quiso el destino, o el azar, que fuera justamente una de las caras nuevas, el juvenil Germán Pezzella, el que recibiera el pase de Leonardo Ponzio a los 44 minutos del segundo tiempo, y con la tranquilidad de un delantero definiera ante la salida de Diego Pozo para decretar un empate que sirve como bálsamo a los Millonarios y que baja de la cima a los dirigidos por Roberto Sensini.
Todavía queda por jugarse un encuentro y por lo tanto una nueva página podría sumarse a este resumen. La conclusión que queda es que no esta muerto quien pelea, que no hay que darse por vencido ni aún vencido, y que nadie puede dormirse en los laureles, porque en cualquier momento el resultado puede cambiar de manos.
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