Revista Cultura y Ocio

Apuntes sobre ‘7 cajas’, más allá de la cuestión cinematográfica

Publicado el 19 agosto 2014 por María Bertoni

Apuntes sobre ‘7 cajas’, más allá de la cuestión cinematográfica“Vengo ahora porque a la noche las entradas se agotan enseguida” comentó entre contrariado y admirado uno de los espectadores recién llegados al BAMA Cine para asistir a la primera función de 7 cajas, el domingo al mediodía. Justo antes de ayer, la película de Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori cumplió un mes de permanencia en nuestra cartelera. Ni el tiempo primaveral, ni la hora del almuerzo, ni la diversidad de la oferta recreativa propia de un fin de semana largo empañaron el interés que este largometraje paraguayo provoca en los cinéfilos porteños.

7 cajas despertó un entusiasmo a contramano de los prejuicios que una buena porción de compatriotas tiene contra personas de nacionalidad (y productos de procedencia) paraguaya. Las críticas favorables y el fenómeno de promoción boca a boca ilustran este saludable desvío del sentimiento nacional xenófobo que subestima, descalifica y/o desprecia todo lo relacionado con aquel país vecino.

Según entiende una gran cantidad de argentinos, Paraguay no hace mucho más que proveernos de mano de obra barata en especial para los rubros de la construcción y del empleo doméstico. El estereotipo se encuentra tan arraigado que impide siquiera pensar en la posibilidad de que allí también se filme (buen) cine.

Sin dudas, son escasas las referencias que tenemos a mano para hablar de cine paraguayo (un antecedente posible es 108. Cuchillo de palo, proyectada en el 12° BAFICI). Dada esta realidad, algunos conciudadanos habrán entendido el estreno de 7 cajas como una buena oportunidad para empezar a revertir tanto desconocimiento; otros para darle rienda suelta a la curiosidad malsana que cabe en la expresión “A ver qué se mandaron estos paraguas“.

Ayer lunes el diario ABC publicó este informe sobre el éxito del largometraje en Buenos Aires. Consultados por el autor del artículo, Maneglia y Schembori contaron “lo que costó estrenar en Argentina”. Entre otras cosas recordaron que “a muchísima gente le enviamos la película y ni ahí estaban interesados. Incluso les enviamos en Blu-ray, pero no respondieron. Entonces, cuando (la distribuidora) Mirada la compró, no consiguió sala enseguida”.

La permanencia de 7 cajas en la cartelera porteña constituye una buena nueva por dos motivos. En términos de consumo cinematográfico, porque siempre resulta alentador que la promoción boca a boca revierta el destino adverso que nuestras salas suelen depararles a las películas virtuosas con exigua publicidad mediática. En términos sociales (acaso regionales), porque tal vez estemos asistiendo al nacimiento de una actitud más repetuosa -menos arrogante- de los argentinos ante los paraguayos y su actividad cultural.


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