Por Luis Conde
Las evocaciones melancólicas y
nostálgicas de los tiempos pasados, han dado mucho juego
tanto en el cine,
la televisión y por supuesto en los
libros, en España como en los demás países. Es un
terreno bastante asendereado y con diversa fortuna. Hay casi
tantos aciertos como fracasos.
El cultivo de esta parcela
memoriosa y acaso divertida, tiene una curiosa protagonista
en nuestro mercado del libro: Pilar Garrido Cendoya, que a
lo mejor a nadie le recuerda quién es, en el vasto mundo
de la edición, pero si se añade que es la esposa y
colaboradora número uno del genial Forges; entonces ya si
les suene que, hace unos pocos años, publicó un
sorprendente y divertido libro titulado "La posguerra vista por una particular y su marido".
Como continuación de algún modo
de aquel relativo éxito popular, la autora y su marido,
vuelven con la idea y acaban de presentar de la mano de
Editorial Planeta el volumen "Del guateque al altar", en
ciento sesenta ingeniosas páginas.
Los autores, en treinta y dos
pequeños capítulos, hacen un repaso entrañable a los años
sesenta y algo de los setenta y ochenta del siglo XX,
desde su particular experiencia de la clase media madrileña,
bien que en muchas cosas aplicables, asimismo, al resto de
los españolitos de las ciudades.
Como el propio título indica, lo
esencial de estas memorias a cuatro manos es ofrecer una
información a los lectores actuales, a los jóvenes
preferentemente, sobre cómo se vivían aquellos años del
tardofranquismo, con una moralina abrumadora y cargante, que
no permitía los mínimos desvíos de la normativa impuesta
por la Jerarquía Católica, que no se paraba en barras.
Las actitudes adustas y la cerrazón
moral de los curas, los militares y los políticos locales,
aherrojaban la vida cotidiana de los jóvenes y sobre todo
de las jóvenes, como desde nuestra perspectiva
actual se nos antoja inconcebible.
Si no fuera un testimonio de algo
muy vivido, la gente pensaría que son como las batallitas
del abuelo Cebolleta, en versión abuela, con las adiciones
o añadidos del esposo co-sufriente de aquellos desmanes, que
los expone con sus dibujos humorísticos como complemento,
nunca mejor dicho, ilustrador.
Echar una ojeada a este librito
develador, es adentrarse en algunos aspectos que tanto
Cuéntame como pasó o Amar en tiempos revueltos,
han desvirtuado o banalizado, sin mucho sentido de su
responsabilidad social o histórica.
Por lo menos, este “librito”
hace de contrapunto a esas tergiversaciones.